¿Traes una toalla? ¿me avisas si estoy manchada? ¿tendrás una pastilla para los cólicos? A muchas de nosotras estas preguntas nos evocan recuerdos, todas tenemos anécdotas sobre la menstruación de distintas etapas de nuestra vida, pero estas suelen quedarse en círculos familiares, entre amigas o las guardamos para nosotras mismas, se quedan en secreto, ya que no se habla abiertamente del tema y se relega al ámbito personal.

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Muchas crecemos sin conocer nuestro cuerpo, apenas con nociones básicas de biología, con un profundo desconocimiento respecto a la menstruación, de la sangre que sale de nuestra vagina (a veces siendo pequeñas ni sabemos que tenemos una, y por ende no sabemos dónde localizarla). Aquellas que tuvieron acceso a información y acompañamiento sabrán de dónde proviene la sangre, que cuidados tener, que productos usar, aunque en la mayoría de los casos no es así.

“En una ocasión cierta marca de toallas sanitarias nos llevó (exclusivamente a las chicas) una plática informativa, proyectaron un video, hubo sesión de preguntas y respuestas pero muchas de nosotras no nos atrevimos a preguntar mucho, al final nos regalaron un paquete y se retiraron, recuerdo que todas nos apresuramos a guardar los “regalos” en nuestras mochilas ¡qué pena que nuestros profesores o compañeros se dieran cuenta! Después de eso ninguna habló del tema, nos habían obligado a escuchar a esa gente pero no teníamos la confianza para continuar el diálogo con nuestras amigas así que solo quedó un largo silencio”, revela una de las mujeres que asisten a los talleres de la colectiva Romper la Regla

Es importante entender que la menstruación es un proceso que se vive también de forma colectiva donde todas y todos deberíamos involucrarnos, borrar la idea de que estar manchada es un pecado capital, que la sangre es sucia, que si estás “insoportable” es culpa de “Andrés” el que viene cada mes y que las hormonas no tienen nada que ver.

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La desmitificación de la "intimidad y privacidad" de la menstruación se logra a través de la educación; cuando nos escuchamos y reconocemos entre otras mujeres abrimos camino para la normalización de un tema que compete a más de la mitad de la población mundial.

Muchas de las anécdotas concuerdan en que nuestra menarquia fue “a ciegas” es decir sin información, ir a la tienda por toallas o tampones resultaba una aventura llena de adrenalina, a muchas nos daba vergüenza sobre todo si el tendero era un hombre, encima de todo te daban bolsas oscuras y si no era así tu misma la escondías bajo tu sudadera para que el contenido no fuera percibido por el resto de las personas. Y la historia continua por muchos años, estar siempre alerta de no mancharte, pasar una toalla a escondidas en la escuela o lugar de trabajo, la cuestión ha sido mantener todo en secreto y no incomodar a terceras personas que se escandalizan con un poco de sangre menstrual.

“Si te manchabas, el suéter era tu mejor aliado”

“Los pantalones y shorts blancos quedaban al fondo de tu ropero esos días”.

 Esto solamente es la punta del iceberg. Conforme hacemos una investigación cada vez más minuciosa de los distintos factores que influyen encontramos que está atravesada por aspectos que no sólo son sociales sino también culturales, económicos, políticos y de salud pública.

También encontramos que tiene un carácter interseccional, esto significa que dependiendo de nuestra clase social, rasgos físicos y nivel educativo vivimos la menstruación de distinta manera, por ello retomamos que “lo personal es político” y es urgente llevar esta discusión a los espacios donde se toman las decisiones que impactan en nuestros cuerpos.

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La colectiva “Romper la regla” surge a partir de la buena relación con amigas y círculos de confianza, de un intercambio de experiencias que marcaron nuestras vidas, por vínculos que se crearon en la universidad, fui ahí donde un grupo de mujeres, entre ellas: Damaris Hernández, Dalila Torres y Vianey Hernández, quienes fueron las fundadoras. Nosotras comenzamos a cuestionar lo que sabíamos, cómo habíamos aprendido a menstruar, nos dimos cuenta que nuestras experiencias no eran la excepción sino la regla, fue cuando decidimos romperla.

Nuestra lucha inició con nuestra formación académica, pero sobre todo porque no queremos que otras personas menstruantes vivan este proceso natural con vergüenza y desinformación. Nos hemos comprometido a luchar por visibilizar, informar, incidir valiéndonos de las redes a nuestro alcance, si las ciencias sociales no sirven para cambiar la realidad ¿entonces para qué?, ¿sino compartimos los saberes de qué sirve la información?

Trabajamos tejiendo redes, con talleres, círculos de mujeres, charlas, compartiendo información de manera presencial y en redes sociales, esto desde una perspectiva horizontal, interdisciplinaria y feminista. Queremos que más mujeres y niñas se animen a romper la regla.

*Romper la Regla es una colectiva formada por:

Damaris Hernández: mujer periférica, antropóloga social en formación por la UAM, agente de cambio en la A.C. Naj Hub, sus intereses giran entorno a erradicar la violencia contra las mujeres, la ecología política y la bioética.

Dalila Torres, Feminista norteña, tijuanense de nacimiento y chilanga por convicción. Sociologa en proceso por la Universidad Autónoma de Baja California, interesada en las artes y su relación con la sociedad, lo decolonial, los sures y el urbanismo

Vianey Hernández: Pasante de la licenciatura en Antropología Social por la uam plantel Iztapalapa. Feminista en (de)construcción, interesada en temas de humanidades digitales, género, movilidad urbana, reducción de daños y política de drogas.

@romperlaregla