Hace unas semanas la plataforma de streaming Netflix estrenó la serie “Unorthodox” basada en el bestseller “Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots”, las memorias escritas por Deborah Feldman.
En esta miniserie que consta de 4 capítulos Netflix muestra cómo fue para Deborah Feldman crecer en una comunidad judía ultraortodoxa jasídica en el barrio de Williamsburg, en Nueva York.
Cabe señalar que Deborah Feldman actualmente es una escritora estadounidense-alemana que vive en Berlín y que ya era conocida en los círculos intelectuales de la capital alemana, pero ahora ha cobrado notoriedad internacional gracias a uno de los últimos éxitos de Netflix.
Unorthodox ("Poco ortodoxa"), una miniserie de cuatro episodios, hablada en yidis e inglés, y que cuenta la historia de una joven judía que rompe con la estricta comunidad Satmar a la que pertenece y huye para encontrar su camino, "su propia voz".
Público y crítica coinciden en elogiar la serie por su cuidada producción, su narrativa, la ambientación, el vestuario y la fotografía, pero sobre todo por el excelente trabajo del elenco, en el que destaca la israelí Shira Haas, que interpreta a la protagonista, Esther Shapiro, Esty.
El programa de élite orquestal y coral que aparece desde el primer episodio está inspirado en una academia de música que existe en Berlín llamada Barenboim-Said Akademie, fundada en 2015, donde judíos y musulmanes tocan juntos en paz y armonía.
Deborah Feldman agradeció el interés que ha despertado su particular biografía, cuya representación en las pantallas es una adaptación libre que, sin embargo, honra la esencia de su testimonio.
Según explican las creadoras de la serie, las licencias creativas eran necesarias no solo desde un punto de vista artístico sino también por respeto a la privacidad de la escritora en el momento presente.
Deborah Feldman era una judía religiosa perteneciente a la comunidad Satmar de Williamsburg, Brooklyn, que tras ser criada y educada bajo las estrictas reglas ultraortodoxas decidió romper un pacto que le traía demasiado sufrimiento, dejando atrás una asfixiante forma de vida y un matrimonio arreglado.
Cabe señalar que dentro de la comunidad las normas religiosas de vestimenta son tan estrictas que hasta están escritas con carteles en algunos locales, recordando lo que se debe o no se permite hacer en esa comunidad.
Entre ellas que las mujeres no pueden usar medias cuyo color se asemeje a la piel ni cantar en voz alta. Deben raparse y cubrir su cabeza con una peluca después de casarse, acceder a tener sexo con sus maridos cada viernes, vestir prendas que tapen el cuello y usar faldas que no suban de las rodillas. Los padres jamás leerán libros laicos ni habrá acceso a internet en ninguna parte de la casa.
El proyecto de la miniserie se dio cuando Deborah Feldman conoció a Anna Winger en Berlín, en la escuela adonde enviaban a sus hijos. Las dos mujeres de origen judío estadounidense que emigraron a Alemania por distintas razones no tardaron en hacerse amigas.
Las dos mujeres tenían una experiencia compartida: el enfrentarse todos los días, en sus nuevos hogares, con recordatorios vivientes del Holocausto.
Así fue como Deborah Feldman se animó a proponerle a Winger, productora y guionista de la famosa serie alemana de 2018 “Deutschland 86”, que adaptara su biografía para una serie de televisión.
“Cuando conocí a Anna Winger y Alexa Karolinski me di cuenta de que ellas eran las únicas capaces de comprender esta historia y de realizarla de modo que tuviera un impacto cultural positivo”, cuenta Feldman.
En tan solo unos días Unorthodox se convirtió en una de las series más vistas de Netflix. ¿Por qué un relato hablado en yiddish que describe a una comunidad jasídica logró captar un interés popular?
La respuesta no se basa solo en la curiosidad de conocer rituales y costumbres religiosas de una forma de vida lejana. Unorthodox es, detrás de la heroica y conmovedora historia de Deborah Feldman una obra que habla sobre la búsqueda de identidad de una mujer.
El encuentro tardío con el deseo, hasta entonces prohibido, y la necesidad de hacerse preguntas a pesar de no hallar respuestas inmediatas.
“Gente como yo nunca ha tenido esa oportunidad. Nunca nos hemos visto reflejados en historias de la cultura popular. No sabíamos cómo crear nuestras historias”, narra emocionada Deborah Feldman. Unorthodox nos es tan cercana porque, con mayor o menor dificultad, todos ansiamos, como Feldman o Esty, descubrir nuestro lugar en el mundo.
CONCIENCIA DEL HOLOCAUSTO
Deborah Feldman nació en agosto de 1986 en una familia de la comunidad jasídica Satmar en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, Nueva York,
Su madre fue expulsada de la comunidad por ser lesbiana y su padre tenía una discapacidad mental, así que creció con sus abuelos, Bubbi y Zeidy, ambos sobrevivientes del Holocausto.
"Los amé mucho", contó Feldman en una reciente entrevista con Deutsche Welle. "Mi abuela me convirtió en la persona que soy, sin su influencia nunca hubiera conseguido todo lo que he logrado".
Sin embargo, esta devoción por sus abuelos le hizo ignorar sus propias necesidades.
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Deborah Feldman desde pequeña sabía que era diferente, le gustaba leer en inglés, pero tenía que esconder los libros bajo la cama porque en casa y en la comunidad se hablaba yidis.
Le fue prohibida una educación laica, no podía ir a la biblioteca pública y su destino era casarse y formar una gran familia.
Durante la adolescencia, la desconexión entre lo que se esperaba de ella y sus verdaderos deseos le causaba un dolor que reprimía al observar a sus abuelos.
"El hecho de que fueran sobrevivientes del Holocausto me hizo ver que mi sufrimiento no se podía comparar al suyo. Nunca quería quejarme de lo que me pasaba porque era muy consciente de lo que padecieron", le dijo Feldman a DW.
SU TEMOR A DIOS
Deborah Feldman creció en una comunidad jasídica fundada por judíos ortodoxos sobrevivientes de la II Guerra Mundial que creían que el Holocausto fue "un castigo de dios por la asimilación y el sionismo".
Esta comunidad se asentó en pleno Nueva York y adquirieron el nombre de su lugar de origen, Satmar, una ciudad húngara en la frontera con Rumanía.
Para evitar otro "castigo divino", los Satmar establecieron un estricto estilo de vida de acuerdo a una rigurosa interpretación de la ley judía.
Para Feldman, ese temor al castigo o la ira de dios lo dominaba todo: "Es un estado constante de terror, te enseñan que dios solo existe para ser temido".
EL MATRIMONIO INFELIZ DE DEBORAH FELDMAN
Cuando Deborah Feldman tenía 17 años se casó con un joven llamado Eli. Fue un matrimonio concertado.
Las vidas de Feldman y del personaje de ficción van de la mano en esta etapa.
En la serie vemos a Esty atrapada en una relación en la que no es feliz, sometida a una agobiante presión por culminar las relaciones sexuales con su esposo, algo que le resulta imposible por el dolor que siente.
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Esta situación requiere incluso de la intervención de su suegra, que considera que la joven tiene un bloqueo mental.
Tenemos que recordar que para los Satmar, la reproducción es de vital importancia, una vez que se casan se espera que las mujeres tengan entre 10 y 20 hijos para que el grupo crezca de forma rápida y se garantice su supervivencia.
En la vida real, Deborah Feldman también tuvo problemas para mantener relaciones sexuales sin dolor con su esposo, pero -a diferencia de Esty- no tardó en quedar embarazada.
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RUPTURA TOTAL
Deborah Feldman tuvo a su hijo en 2006, lo que significó un punto de importante para permanencia en la comunidad.
Es aquí donde realidad y ficción toman caminos separados.
En Unorthodox, el esposo de Esty le pide el divorcio justo el día que ella descubre que está embarazada y decide marcharse a Berlín, la ciudad en la que vive su madre.
Feldman no cortó con todo de forma tan repentina, en un primer paso, la escritora convenció a su esposo para que se mudaran a otra zona de Nueva York, dejando Williamsburg y la comunidad Satmar atrás.
Lejos de la presión del grupo, Deborah Feldman empezó a estudiar literatura en el Sarah Lawrence College.
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A los pocos años, en 2010, dejó a su marido y se llevó a su hijo, aunque permaneció en Nueva York.
Su principal preocupación, según sus propias palabras, era que le arrebataran la custodia del pequeño.
No conocía el caso de ninguna mujer que hubiera abandonado la comunidad Satmar y hubiera logrado quedarse con sus hijos, pero ella lo consiguió.
Con información de Infobae y BBC.