“Siempre disfruté trabajando, imaginé todas las enfermedades que podría tratar", enfatiza la doctora Katalin Karikó, quien ha dedicado 40 años de su vida a investigar el potencial terapéutico del ARN mensajero (ARNm). Pocos creyeron en ella, sufrió humillaciones y rechazo, pero sin su trabajo hoy no sería posible tener las vacunas contra covid-19 desarrolladas por Pfizer o Moderna. 

“¡Redención!”, fue lo que gritó Karikó al conocer la noticia de que la vacuna contra covid-19 elaborada por  Pfizer y BioNTech se basa en la investigación en la que fue pionera y por la que puso en riesgo su carrera en la ciencia. 

El pasado 23 de junio, siete de los investigadores que desarrollaron algunas de las vacunas contra la covid-19 obtuvieron el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2021 al que optaban cuarenta y ocho candidaturas de diecisiete nacionalidades.

Entre los científicos distinguidos está la bióloga húngara Katalin Karikó; además del inmunólogo estadounidense Drew Weissman; los doctores alemanes Ugur Sahin y Özlem Türeci; el biólogo canadiense Derrick Rossi; la vacunóloga británica Sarah Gilbert, y el bioquímico estadounidense Philip Felgner.

De las 13 vacunas que están en fase III de ensayo clínico, tres son de ARN mensajero, la de Pfizer, la de Moderna y la de Curevac, una tecnología que no se había utilizado antes en el desarrollo de inmunizaciones, aunque la científica de origen húngaro ya sabía que tenían un gran potencial para diversos padecimientos. 

Karikó relató al diario británico The Telegraph que lleva 40 años explorando sin descanso cómo las moléculas monocatenarias del código genético podrían usarse para tratar afecciones que van desde accidentes cerebrovasculares y cáncer hasta la influenza. 

Escepticismo de sus compañeros científicos

Pero el camino no fue sencillo, ya que en este tiempo fue víctima de degradaciones, del profundo escepticismo de sus compañeros científicos, de innumerables rechazos de subvenciones gubernamentales y hasta se vio en riesgo de ser deportada; sin embargo, la especialista se aferró a su investigación. 

"Sí, me humillaron bastante, pero ahora puedes ver que tenía razón todo el tiempo. Todo está bien. Me encanta mi trabajo y sigo creyendo en todas sus posibilidades. Estoy tan feliz de haber vivido lo suficiente para ver que mi trabajo da frutos", declaró Karikó a The New York Post. 

El artículo que Karikó publicó  en 2005 abrió el camino para la vacuna contra el covid-19 desarrollada por Pfizer y BioNTech,  la empresa alemana a la que se unió en 2013, pero también para la que elaboró Moderna, que son las que van más avanzadas en esta carrera para inmunizar a la población mundial. 

El ácido ribonucleico mensajero (ARNm) fue descubierto por primera vez en 1961, las vacunas que tienen esta característica son diferentes a las otras que se utilizan,  ya que envían un conjunto de instrucciones a las células que las activa, para combatir enfermedades. 

Más allá del impacto que su trabajo tiene en el futuro de la pandemia de covid-19, para la científica que actualmente vive en Estados Unidos  representa un momento importante y de validación de  su carrera e  incluso  otros investigadores  dicen que debería recibir el Premio Nobel de Química.