Otra vez se volvió mediática la vida de Jada Pinkett, la esposa de Will Smith, recientemente en los Oscar por la bofetada que le dio su esposo a Chris Rock por la broma que hizo respecto a la alopecia de Jada.
Ahora, la esposa de Will Smith reveló en el programa “Red Table Talk” que fue adicta a la pornografía, lo hizo como una salida para dejar las drogas y el sexo compulsivo, pero no le funcionó.
También apostó por la abstinencia y esta actitud sólo la hizo sentir vacía, reveló.
“Era poco saludable lo que hacía, tenía una relación con la pornografía que no me hacía bien, he llegado a consumirla cinco veces al día”, dijo Jada en entrevista con Red Table Talk.
En entrevista con Diana Triviño, psicóloga feminista dijo que Jada sólo sumó las adicciones, ya que para solucionarla se tiene que trabajar a profundidad.
“Para solucionar una adicción pues se tiene que iniciar un proceso que le permita a la persona entender a profundidad, aquello que sostiene la adicción y solucionar aquellas situaciones emocionales que le llevaron y que la mantienen en el presente”, dijo para La Cadera de Eva.
Jada también aseguró que, cuando su hija Willow cumplió 11 años, mantuvo una conversación muy sincera con ella acerca del peligro que implica ver cierto tipo de material para adultos.
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“Somos muy abiertos en nuestra familia, nos gusta poner todos los puntos sobre la mesa”, dijo entonces la intérprete, que siempre ha apostado por fomentar la comunicación, aunque eso implique abordar temas dolorosos.
¿CÓMO AFECTA AL CEREBRO EL CONSUMO DE LA PORNOGRAFÍA?
La pornografía en exceso puedo provocar disfunciones sexuales, especialmente en la incapacidad de conseguir elecciones o alcanzar el orgasmo al estar con una pareja.
El cerebro responde a la estimulación sexual liberando dopamina, un neurotransmisor asociado con la anticipación de recompensa que actúa con la programación de recuerdos e información del cerebro.
Cuando la persona quiere placer, el cerebro recuerda cómo obtenerlo y es partir de la pornografía, por lo que los consumidores recurren antes al porno que a su pareja, de acuerdo on el psiquiatra Norman Doidge.
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Además, los estudios revelan que las alteraciones en la transmisión de doparían pueden facilitar la depresión y ansiedad. Por lo que las personas que consumen porno tienen más manifestaciones depresivas, menor calidad de vida y una salud más pobre a diferencia de quienes no ven porno.
Incluso, los consumidores compulsivos de pornografía tienen una desconexión entre lo que desean y ven, comienzan a explorar gustos fuera de lo habitual, de acuerdo a estudios del Instituto Max Planck de Berlín.
De acuerdo con datos recabados por Pornhub, los consumidores dejan de interesarse en el sexo convencional y buscan contenidos donde hay violencia sexual como incestos o abusos, lo que perpetúa la violencia.
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La perpetuación de la violencia sexual es especialmente preocupante, ya que podría influir directamente en las estadísticas de episodios violentos en la vida real, al respecto, Marco Iacoboni, profesor de Psiquiatría en la Universidad de California en Los Ángeles, señala que hay una probabilidad de que se estimule un comportamiento violento:
"El mecanismo imitador del cerebro indica que nos vemos influenciados automáticamente por todo aquello que percibimos, por lo que cabe la posibilidad de que exista un mecanismo neurobiológico que contagie la conducta violenta".
De acuerdo con el texto de Rachel Anne Barr, estudiante de doctorado del departamento de Neurociencia, Universidad Laval, Canadá, se ha relacionado el consumo pornográfico con el desgaste de la corteza prefrontal, la parte del cerebro encargada de la función ejecutiva, que comprende la moralidad, la fuerza de voluntad y el control de los impulsos.