La historia podría resumirse así: Victoria Esperanza Salazar Arriaza —de 36 años—, fue asesinada el 27 de marzo por cuatro policías municipales en Tulum, Quintana Roo. Días después, se dio a conocer que la hija menor de Victoria, de apenas 15 años, era víctima de abuso sexual presuntamente perpetrado por Héctor N, la expareja de Victoria. Héctor recién fue apresado cuando el caso tomó relevancia pública. Es decir, cuando Héctor fue apresado, ya era demasiado tarde.

Crack. Una agente de la policía municipal le rompe la primera y segunda vértebra de la columna a Victoria al presionar, con excesiva fuerza, la rodilla contra su cuello mientras intentaba detenerla por “alterar el orden público”. El cuerpo de Victoria queda tendido sobre el asfalto, inerte, hasta que los policías lo suben a una camioneta y se lo llevan.

Crack. Victoria era originaria de El Salvador y tenía una visa humanitaria que permitía su estancia legal en México. Esto es, en resumidas cuentas, que la vida de Victoria estaba en riesgo en su país de origen y que las condiciones de violencia e inseguridad la habían orillado a migrar para buscar una vida mejor. Una vida en la que se le garantizara su integridad y el respeto a sus derechos fundamentales.

Crack. Se dan a conocer imágenes de los últimos minutos con vida de Victoria en los que se la ve vagando, confundida, adentro de una tienda 24hs de las que abundan en nuestro país. Más tarde, los empleados de la tienda dirán en entrevista con Milenio Noticias que Victoria no causó daño a ninguna persona, ni a las instalaciones del lugar. Asegurarán, además, que ellos no llamaron a la policía.

Crack. El caso da un nuevo giro al momento que Nayib Bukele, presidente de El Salvador, publica en redes sociales que, sobre el caso de Victoria, “hay más víctimas y agresores de los que conocemos”. Un día después, el 30 de marzo, la Fiscalía de Quintana Roo informa que arrestó a Héctor N, expareja de Victoria, y presunto abusador sexual de la hija menor de ella.

Crack. La hija mayor de Victoria estuvo desaparecida por más de 15hs y luego se presentó de forma voluntaria ante las autoridades de Quintana Roo. La hija menor, según las declaraciones del fiscal general de Quintana Roo, Óscar Montes de Oca, había presentado una denuncia ante el ministerio público el 11 de marzo por violencia sexual por parte de Héctor. Las autoridades no habían hecho nada.

El caso de Victoria es una concatenación de eslabones rotos. Las mismas autoridades que días atrás habían ignorado el pedido de ayuda de una menor, fueron las que asesinaron a la madre de esta, a plena luz del día, sin que nadie hiciera nada. La impunidad —que deja 9 de cada 10 delitos sin resolver— volvió a cobrarse la vida de una mujer y dejó a dos más en absoluta indefensión. La xenofobia y el racismo ­—que operan un día sí y al otro también— fueron los detonantes del accionar policial que somete a unos, mientras beneficia a otros.

Crack. A Victoria le rompen dos vértebras de su columna y con esto se evidencia el sistema de justicia que ya está hecho pedazos desde hace rato. Crack. Algo se rompe en nosotrxs. Pero estamos tan acostumbradxs al horror, que rápidamente las páginas de los periódicos volverán a llenarse de otras mujeres, otras inequidades, otras injusticias, otros feminicidios. Y todo seguirá igual hasta que algo se rompa. De tajo y para siempre.

*Luciana Wainer feminista de corazón, también es periodista del CIDE, colabora en ADN 40, escribe para La Razón y La Cadera de Eva.

@Luliwainer