Las y los meseros son una parte fundamental de la industria restaurantera en México. Muchas veces se trata de mujeres trabajadoras que se encargan de llevar la comida de la cocina hasta la mesa del comensal. Desafortunadamente, en este trabajo también se vive el acoso y abuso de un sistema patriarcal que penetra en todas las profesiones de las mujeres.

Andrea Castelazo trabajó aproximadamente tres años como mesera, un trabajo en el que la mano de obra femenina está muy presente. Durante sus años como mesera asegura haber vivido acoso por parte de su jefe y malos tratos por parte de algunos clientes. 

“Ser mesera es uno de los mejores trabajos que he tenido porque conocí mucha gente y porque me gustaba atender a la gente, pero no siempre es todo color de rosa”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva.

“Cuando yo llegué a sufrir acoso no hice nada, pero ahora que he crecido y me he deconstruido más no volvería a aceptar ningún maltrato por parte de nadie”, enfatizó. 

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México la población ocupada es de aproximadamente 535 mil personas, de las cuales se estima que 42% son mujeres.

“Tuve que dejar de usar el pantalón con el que me sentía cómoda”

Otro caso es el de Isela, quien trabajó al menos dos años como mesera en eventos sociales. Durante su experiencia se dio cuenta del trato diferenciado que reciben las mujeres meseras por su aspecto físico. 

“Fui mesera de eventos sociales. Cuando iba a finalizar nuestro turno nos mandaban a pedir la propina y casi siempre mandaban a las morras. Si había una que fuera ‘bonita’ o ‘chichona’, era mejor, porque ‘a las mujeres siempre nos daban más propina’”, cuenta Isela.

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Además, las meseras se enfrentan día a día al acoso proveniente de los clientes. En este trabajo, las miradas lascivas que reciben las mujeres se vuelven parte del día a día. 

“Hubo una ocasión en la que los señores de una mesa sólo querían que yo los atendiera, y siempre que iba me miraban lascivamente o intentaban tocar mi mano cada que les servía más tragos”, cuenta la joven. “Tuve que dejar de usar el pantalón con el que me sentía cómoda por uno más holgado, que no era nada cómodo, pero no me hacía notar el trasero”, agregó.

Para Isela, las mujeres son más vulnerables a recibir acoso o abuso por parte de los clientes. Se trata de un trabajo más en el que las mujeres reciben el mismo salario insuficiente que los varones, pero en comparación con los hombres, las mujeres deben soportar el acoso de los comensales.

“En realidad la mayoría de mis colegas sabíamos que el sueldo no era para nada justo, pero las propinas siempre lo compensaba”, dijo Isela. “Ninguno de mis compañeros hombres vivió alguna experiencia similar a la mía o la de mis demás compañeras”, enfatizó.

De acuerdo con datos del Inegi, las y los meseros ganan en promedio 28 pesos por hora. Además, por cada 100 meseros subordinados y remunerados, solo 33 cuentan con un contrato por escrito y sólo 34 de cada 100 cuentan con prestaciones de servicio médico. 

“Viví varias experiencias de acoso: fueron muchísimas”

De acuerdo con Daniela Martinez, tesista de la carrera en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México y quien también ha trabajado como mesera, en este empleo se normaliza el acoso y abuso por recibir a cambio las propinas. Para Daniela, la experiencia de las y los meseros no solo se ve atravesada por cuestiones de género, sino también por la clase social.

“Empecé a trabajar como mesera desde los 12 o 13 años; ha sido mi principal trabajo de toda la vida, pero ha sido muy intermitente”, dijo Daniela Martínez en entrevista para La Cadera de Eva

“Viví varias experiencias de acoso: fueron muchísimas. Principalmente las miradas, yo estaba caminando, pasaba enfrente de las mesas y sentía las miradas. Era muy incómodo porque sabías que te estaban viendo” dijo Daniela, quien ha trabajado mesereando en una taquería y en una cocina económica, ambos negocios de su tía.

Cuenta que el acoso lo experimentó trabajando en la cocina económica que está ubicada cerca de una zona industrial, por lo que eran mayoritariamente hombres quienes iban a comer a ese lugar. En la taquería, por otra parte, se trataba de un lugar más familiar, pero en ocasiones le tocó experimentar situaciones en las que hombres alcoholizados, que iban a comer, la acosaban. 

“Siempre estaba con mi tía o mi tío”, dijo. “Una vez me tocó que mi tío le tuviera que decir ‘¡¿qué te pasa? Es mi sobrina!’ a un cliente. Fue una de las primeras experiencias fuertes de acoso que me tocó vivir”, contó Daniela.

“Me acuerdo que también muchas veces como que los clientes me hacían dar muchas vueltas”, dijo. “Eso de hacerme dar vueltas era como para que estuviera allí con ellos y que, cuando me fuera, me vieran las nalgas. Era muy incómodo hacer todo eso”, agregó.

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Para Daniela, en el trabajo como mesera y en muchas otras profesiones que implican brindar un servicio, está normalizado que por más mal que le trate el cliente, la mesera o trabajadora no puede decir nada:

“Como mesera lo ví mucho. La gente te trata mal y no solo por ser mujer, porque no solo es una cuestión de género, también estaba atravesada mucho la cuestión de clase social”, dijo Daniela.

“La gente te discrimina y te hace menos. Me acuerdo mucho que a veces las personas eran muy groseras conmigo, muy despectivas, y como estás en esa área del servicio, tú no les puedes decir nada”, agregó.

Además, de acuerdo con lo señalado por Daniela, los sueldos bajos de las meseras provocan que estén más sujetas a soportar abusos por parte de los clientes, ya que de ellos depende la otra parte de sus ganancias: la propina. 

La joven recuerda que en una ocasión su primo, quien también trabajaba como mesero, le sugirió que tratara bien a los clientes, que bromeara con ellos y les hiciera sentir cómodos para que le dejaran más propina, pero siendo mujer, esto no funcionó de la misma forma. 

“Mientras más haces sentir bien al cliente y les hablas bien, te dejarán más propina”, dijo. “Yo como mujer siento que ellos interpretaban que yo les estaba tirando la onda solo por hablarles bien o por hacerles chistes. Parecía que eso les daba paso a poderte acosar y poderte decir cosas”, agregó.

“Siento que cada mujer puede tener diferentes experiencias mesereando, aunque siento que esa situación nos pone muy vulnerables, pero no solo por el género, sino también por la clase social”, enfatizó.

Además, Daniela explicó que también está involucrado, en el análisis, el tipo de lugar en el que se trabaja. Por ejemplo, en restaurantes caros buscan principalmente a hombres para hacer el trabajo de meseros. Por otra parte, en lugares como las cocinas económicas son principalmente las mujeres quienes atienden. 

“También es muy interesante que muchas son mujeres menores de edad”, dijo Daniela. “Creo que es todo un mundo y, con el paso del tiempo, te vas haciendo de tus mañas para esquivar el abuso, y hasta cierto punto lo normalizamos”, agregó.