Al volante de un tráiler cargado de mercancía, las manos firmes de Clara Frogoso, “Luz de Luna Clara”, como la conocen sus colegas traileras y traileros, se preparan para recorrer las carreteras de México con un solo propósito: entregar la carga a tiempo.
Aunque históricamente se ha asociado el oficio del tractocamión —popularmente conocido como trailero— con una labor masculina, los secretos de las carretras también del conocimiento de las mujeres, un gremio profundamente invisibilizado, que enfrenta barreras múltiples, desde los riesgos propios de las largas distancias, hasta la violencia y la discriminación por razón de género.
En Nómadas de la 57 (2023), dirigido por Alberto Arnaut Estrada y José María Castro Ibarra, recupera las historias de esta comunidad y sitúa a Clara Fragoso como el eje de la narración. El documental se estrena el 17 de octubre en la Cineteca Nacional.
El testimonio de Clara desdibuja los límites del documental tradicional, para convertirse en un retrato íntimo de resistencia: el de una mujer que, tras salir de una relación marcada por la violencia doméstica, encontró en la carretera una forma de autonomía económica, libertad y supervivencia.
En entrevista con La Cadera de Eva, Clara Fragoso, “Luz de Luna” comparte su experiencia como trailera, derribando estereotipos de género dentro y fuera del camino, y reivindicando el derecho de las mujeres a ocupar todos los espacios, incluso aquellos donde históricamente se les negó el volante.
Clara Fragoso y la luz de luna en las carreteras
Clara Fragoso se convirtió en trailera por una necesidad económica, después de salir de un matrimonio de 15 años, en donde la violencia era la regla. Al mudarse a Nuevo Laredo y conocer el trabajo y el sueldo de los operadores, se aventuró al volante para convertirse en operadora de tractocamión. Contra todo pronóstico, las dudas de sus familiares y el prejuicio de la comunidad, dominada por hombres.
Ser operadora de tráiler le ha brindado beneficios significativos tanto a nivel personal y emocional como en su impacto social. Así, Luz de Luna se convirtió en un referente de la capacidad de las mujeres en el área, pues la carretera no sólo le dio liberación económica, también le regaló un sentido de libertad, plenitud y poder.
“Cuando aprendes a manejar, es como si tomaras el control de tu propia vida. Ese poder, ese empoderamiento de decidir qué hacer con tu camino, con tus proyectos, con tus sueños. Manejar es también manejar hacia tu paz y tu armonía. La carretera te da todo eso, libertad, propósito y la certeza de que tú eliges el rumbo”, relata en entrevista.
Al día de hoy, Clara lleva 20 años recorriendo las carreteras del país y forma parte del proyecto documental "Nómadas de la 57", que busca crear conciencia sobre el estilo de vida de las y los camioneros en México.
¿Por qué decidiste participar en el documental “Nómadas de la 57”?
Nómadas de la 57 llegó a mí por José María Castro Ibarra Tamaño, autor del libro Los hijos del camino, un texto que escribió para su tesis. Lo conocí en un programa de radio dirigido a traileros. Después de esa primera charla seguimos en contacto y empezamos a platicar sobre la necesidad de que la gente conociera el estilo de vida de los operadores.
Más adelante, él buscó con quién reunirse y apoyarse para llevar estas historias a la pantalla, con la intención de generar conciencia a través del cine en la sociedad, en las empresas y también entre los propios operadores, sobre la vida que llevamos los camioneros arriba del camión, cómo la vivimos, cómo nos sentimos y la importancia de visibilizar todo esto.
Yo me sentí afortunada, porque también era algo que venía buscando desde que empecé a manejar un tráiler. Siempre me preguntaba: “¿Por qué tenemos que llevar una vida tan llena de esfuerzos, de sobreesfuerzos, de sobrecarga de trabajo? ¿Por qué un estilo de vida que no es digno?”. No es normal, pensaba. Tendría que ser un trabajo digno, con oportunidades para tener una vida saludable.
¿Para ti qué significa ser una mujer que se dedica al manejo del tractocamión en un área que se asocia casi exclusivamente a los hombres?
Para mí ha sido maravilloso, extraordinario, excepcional y pleno, porque este trabajo me ha permitido lograr muchas cosas, tanto en lo personal como con mis hijos. Además, hemos llevado el mensaje de que las mujeres también podemos manejar un tráiler en México, que no es un trabajo exclusivo de los hombres, aunque históricamente así se haya creído, como con muchos otros oficios.
Trabajar en esto desde hace ya dos décadas nos permitió difundir que las mujeres también manejamos tráiler, y con ello abrir camino para más mujeres. No sólo para que ellas tomaran la decisión de hacerlo, sino también para que las empresas y los mismos operadores tomaran consciencia de que sí, las mujeres podemos hacerlo, y que se abrieran espacios para muchas más, como ahora está ocurriendo.
Claro, hubo una parte negativa, porque al principio fue difícil que ellos aceptaran ver a una mujer manejando un tráiler y realizando el mismo oficio que ellos, pues se creía que era un trabajo que requería mucha fuerza, poder y un carácter “duro”, propio de los hombres, los llamados “héroes de la carretera”.
Nosotras venimos a romper ese mito, pero no por querer hacerlos menos, sino porque realmente fue una necesidad. Es un trabajo que exige mucho esfuerzo y compromiso, pero también fue un reto enorme seguir adelante a pesar de ese sistema de creencias tan arraigado.
Y ya sabes, todo lo que vivimos como mujeres. Los insultos, el machismo, las burlas, la falta de oportunidades. Toda esa carga que implica vivir en una sociedad tan marcada por el machismo y el patriarcado.
Esa fue la parte difícil, pero hoy hemos avanzado mucho. Esa brecha se ha reducido bastante. Ahora los compañeros ven con agrado a las mujeres traileras, y las empresas están haciendo esfuerzos reales para que se sumen más mujeres al transporte. Eso, la verdad, es increíble.
¿Crees que algunas de esas experiencias, atravesadas por la violencia machista, afectaron la forma en la que te desenvolvías en el trabajo?
Sí, fíjate que justo, pues yo llego de estar solamente en casa. No tenía ni siquiera vida social porque no me dejaban salir ni nada, estaba muy reprimida. Entonces, yo no conocía cómo era el gremio del transporte.
Yo solamente lo vi como una opción económica, y cuando empiezo a conocerlos, a socializar con ellos y a trabajar junto a ellos, empiezo también a sentir todo e el contexto que vivimos como mujeres en un ambiente así. Tuve que adaptarme mucho, en muchas cosas, porque al principio no lo veía como algo malo, no me sentía mal. Pero empezaron a pasar cosas más graves como comentarios desagradables, burlas, chismes. Y llega un momento en que eso te desgasta emocionalmente.
Si éramos 100 operadores y solo una mujer, para mí, con diez que se portaran mal, ya era muchísimo desgaste. Entonces empecé a cubrirme, a meterme en una burbujita, a aislarme. Trataba de evitar las pláticas y de no socializar para no verme en la necesidad de ponerles un alto, porque a veces eso los ofendía.
Me bajaba del camión camuflada, tapada como si fuera un hombre, con gorra, sudadera con capucha, chamarra amplia, para que no se notara que era una mujer quien manejaba. No solo por ellos, también por seguridad, para que no se dieran cuenta de que era una mujer al volante de un tráiler.
Tuve que adaptarme incluso para entrar a un baño donde solo entraban hombres a bañarse o al sanitario. Siempre tenía que buscar dos o tres amigos de muchísima confianza que me apoyaran. Les decía, “¿Me cuidas la regadera? ¿Puedes revisar si hay alguien?”. Y yo pensaba: “¿Por qué? ¿Qué necesidad? También debería haber regaderas y baños para mujeres”.
Ahora ya los hay, no en todos lados, pero poco a poco los están adaptando.
También tuve problemas con empresas que no me dejaban entrar sólo por ser mujer, que me negaban levantar o entregar una carga. Tenía que explicarles todo y demostrarles que sí, que era yo quien manejaba. Es complicado, porque ellos no lo entienden. Son hombres, pueden socializar fácilmente, nadie los acosa, nadie los intimida, nadie se burla de ellos.
Entonces, explicarles desde la posición de una mujer es diferente. Por eso opté por aislarme. Y aun así, les tengo mucho respeto y admiración. Finalmente, mis mejores amigos los conocí aquí, en el gremio, son operadores. No es que sean malos, simplemente funcionan diferente. Y bueno, aquí seguimos sobreviviendo.
Hablamos de los aspectos negativos pero, ¿cuáles han sido las cosas gratificantes que también te ha dado la carretera?
Me dio mi independencia económica y emocional. Yo no gané la soltería, gané tener mi propia paz, sentarme a comer tranquila, estar con mis hijos tranquilos, no tener escenas de violencia, y de maltrato.
Eso para mí ha sido la mejor parte y gracias a estar manejando un tráiler lo logré. La independencia económica para mujeres como yo que hemos vivido en esas situaciones, es es una ganancia enorme, porque la autonomía te permite hacerte cargo de tu vida, tener el poder de tus de tus propias decisiones, de lo que sí quieres, de lo que no quieres y justamente eso nos da el empoderamiento.
Y eso pues nos da la paz que nosotras mismas nos podemos dar. Eso ha sido para mí el gran beneficio.
Clara, ¿qué le dirías a las mujeres que pueden encontrarse en una situación similar y que buscan encontrar su camino en las carreteras?
Miren, es un tema que tiene que ver con la cultura, con ese sistema de creencias que nos enseñaron desde siempre. Nos hicieron creer que para ser valiosas teníamos que ser “buenas mujeres”, que nuestro valor dependía de la validación de otras personas, y que debíamos dejar de pensar en nosotras mismas para ser aceptadas, reconocidas y amadas.
Pero hoy, muchas mujeres hemos decidido ser autónomas, independientes, dueñas de nuestras decisiones. Y claro, eso nos ha traído críticas y juicios, porque todavía se piensa que si no dependemos de alguien, no valemos como mujeres. Que si no cumplimos con el rol tradicional, somos las “rebeldes del cuento”.
Quiero decirles que eso es una completa mentira. Ese pensamiento existe porque así nos lo hicieron creer, tanto a ellos como a nosotras. Por eso, las invito a cerrar ese círculo de creencias dentro de ustedes mismas. El cambio no está en los demás, el cambio empieza por una misma.
Los sueños, los logros, la plenitud, sólo se construyen cuando transformamos esas creencias que nos impusieron y empezamos a buscarnos, a reconstruirnos emocionalmente. Solo así podemos encontrarle sentido a nuestra propia vida.
Tengan sus propios proyectos. La autonomía y el empoderamiento comienzan el día que decidimos qué hacer con nosotras mismas para sentirnos plenas.