Diana del Ángel se define como una mujer que siempre ha vivido en la marginalidad, escribiendo desde ahí, como una mujer racializada que vive en México, navegando el mundo literario primero desde la poesía, pasando también por la crónica y la narración. De niña nunca pensó que llegaría a convertirse en escritora. Los primeros libros que leyó desde pequeña estaban escritos por hombres y las pocas autoras que conocía eran de clase media y blancas.
Ahora, desde esa marginalidad, la también defensora de los derechos humanos publica Periferia (Almadía, 2024), un compilado de 13 cuentos en los que revive algunos recuerdos de su infancia y adolescencia, como una mujer que habitó en la periferia, en el Estado de México. En estos relatos —la mayoría protagonizados por personajes femeninos — Diana narra distintas historias que se viven de alguna u otra forma, desde la periferia. A la que ella define como un espacio de resistencia.
Para la autora, esa periferia es un territorio donde fácilmente pasas de lo real a lo a lo ficticio o a lo especulativo, o a lo fantástico. Con este libro Diana también busca encontrar una nueva forma de narrar esa periferia pero como no la presentan desde el cine o las series, con adjetivos asociados a la marginalidad, a la pobreza o a la violencia. Ella defiende que en este territorio también “hay mucha imaginación para sobrevivir y sobre todo, mucha ternura”, dice en entrevista con La Cadera de Eva.
Esa imaginación y ternura está presente en los relatos de estos personajes, como el de la señorita S. a quien se le develan nuevos viajes viajando en combi desde el Estado de México. O la historia de las Brígidas unas curanderas oaxaqueñas que ayudan a las mujeres de su comunidad a abortar con prácticas herbolarias. O la de una lectora conoce en el metro a otra mujer que se reúne a diario con Inés Arredondo y otras escritoras mexicanas; trabajadores narran su experiencia en una empresa que se dedica a vender cuerpos de repuesto.
En su primera colección de cuentos —dice también la escritora Gabriela Jáugueri— "Diana muda la piel de poeta y se convierte en el espejo que nos permite hurgar en nuestras heridas".
Conversamos con Diana del Ángel para conocer más sobre su más reciente libro.
¿Cuál es la razón de que los personajes sean femeninos?
Eso creo que tiene que ver conmigo. Es decir, con el hecho de que independientemente de lo que escriba, hay una mirada mía con esa perspectiva. O sea, a mí me interesa mucho mirar justo estas historias y estos personajes que no siempre están en el centro. Que en cierto modo son marginales o periféricos.
Y en ese sentido, las mujeres siempre lo están con respecto al centro, pensando en el patriarcado, estamos en el margen. Entonces, está allí. Y entonces creo que sí, inevitablemente, en lo que escriba, mi mirada siempre va a estar fija en ello. Y en otros aspectos que no siempre se relacionan con representaciones de la periferia (Diana del Ángel)
¿Para ti hay un género literario que pienses que se asemeja a la periferia?
No lo creo, pero pensando en la tradición y en ciertos discursos de crítica literaria de academia con los que no necesariamente estoy de acuerdo, siempre se hablaba mucho de esta diferencia entre el género mayor que es la novela, y el género y como género menor el cuento, sobre todo en el siglo XX. Creo que no hay un género más o menor que el otro. Lo cierto es que sí hay géneros que están mucho más asociados a lo literario.
Y ahí algo que hago también, que busco en la periferia, es incorporar registros textuales que no siempre están asociados a lo literario, como el artículo académico o los anuncios o los artículos de revista. Y eso, digamos que podría considerarse que está como en la periferia de lo literario, pero no porque tenga una calidad menor, sino porque, usualmente, tienen otra función comunicativa y otro público y otra intención también.
¿Qué es para ti la periferia?
Para mí la prefería siempre es un espacio de resistencia, es un espacio donde surge la resistencia y es así, siempre pensando en movimientos políticos y sociales, pues siempre surgen desde la periferia ¿no?, porque es ahí en donde están dadas las condiciones para que nazcan. En mi experiencia particular y que es algo que también me interesaba representar en los cuentos, es que es un poco como ofrecer otras narraciones de la periferia, ahí hay mucha imaginación para sobrevivir y mucha ternura también.
Entonces eso también me interesaba mucho, como mostrar una periferia es un territorio, en donde fácilmente pasas de lo real a lo a lo ficticio. O a lo especulativo o a lo fantástico. Y a veces lo fantástico también puede ser terrorífico, ¿no? Como en el caso de una de las chicas del relato que se sube a la combi y cómo hay fácilmente este traslape, no de de realidades. Entonces bueno, creo que eso también es la periferia. Por otro lado está la parte de la ternura que yo la asocio a los cuidados entre mujeres, casi siempre en la amistad de las niñas.
¿Tú te identificas en la periferia?
Sí, toda la vida. De entrada, pues por ser mujer, pero también por ser una mujer racializada en México no. Hace tiempo pensaba que yo de niña nunca pensé en ser escritora. O sea, ni siquiera sabía como bien ahí qué era lo que hacían los escritores, pero después también pensé que en parte, no tenía ese deseo pese a que sí me gustaba leer y sí, escribía desde chiquita. Ahora pienso que esa ausencia de deseo estaba relacionada con el hecho de que no había representaciones de mujeres como yo que fueran escritoras.