Sandra Reyes llegó a Puebla a sus seis años y cuando llegó a la secundaria, algo en el corazón se le removía, sabía bien que anhelaba hacer algo, pertenecer y crear, pero no tenía certeza de qué. Recordaba lo que era ver a su padre, un músico tropical tocar que le transmitía la magia del escenario; los pensamientos adolescentes le abrumaban hasta que un día, paseando por el centro poblano recibió un volante que sería el principio de la aventura de su vida: “Taller de Teatro”.

Sabía bien que le gustaba actuar y lo suyo era estar en el escenario, pasó seis años de su vida preparándose como actriz y cuando la oportunidad de comenzar a tiritar se presentó por primera vez, Sandra Reyes se mostró reacia. 

“Era entonces muy  joven y yo no quería trabajar con los títeres, porque bueno, yo era la actriz, algo muy soberbio de mi parte”, recuerda entre risas quien ahora, es una de las titiriteras más talentosas. 

“Cuando empecé a animar con los títeres pensé: wow, esto que logran los títeres es algo que yo jamás voy a lograr como actriz. Me enamoré totalmente y sigo muy enamorada”.

Los títeres, aguja e hilo, han sido el espacio en el que Sandra Reyes ha encontrado la posibilidad de contar historias, de acompañar, de sanar y de acercar el teatro a las infancias; su trabajo como actriz, el humor contagioso y la sonrisa chispeante reavivan las artes en un país que consume un mínimo de obras de teatro

¿Hay algo más que alimente tanto el alma de la titiritera?, la respuesta es sí, viajar. 

De esto último se desencadena uno de los momentos de su vida más catárticos, para entrar en contexto, Sandra Reyes se desempeña a lo largo y ancho de la república a bordo de una camioneta que, paralelamente, funciona como escenario, ludoteca ambulante, espacio para proyectar cine y cuenta con un acervo de más de 500 libros de acceso libre que coloca en plazas y espacios públicos de las comunidades para que, quien lo desee, pueda sentarse a leer y compartir. 

Durante la pandemia, sus viajes quedaron restringidos y su trabajo quedó detenido por meses, un hecho que la hundió en una profunda depresión y la llevaría a tomar terapia donde recibiría una luz que no sólo le ayudaría a comenzar a sanar, sino que también, le permitiría llevar este aprendizaje a quienes más lo necesitara. Lo único que necesitaba, eran sus compañeros de vida: aguja e hilo. 

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A partir de este momento, Sandra Reyes comenzaría a bordar una muñeca que le permitiera explorar sus emociones, derramarlas e identificarlas. Hizo su primera pieza, incluyó mensajes escritos en su interior, la tatúo, pintó y le dio todas las puntadas necesarias, desde su perspectiva, aquella tarde que bordó puso todo su corazón y alivianó sus temores. 

Este vaivén de emociones, sería el inicio de uno de los talleres de acompañamiento más amorosos de nuestro país: Muñecas, cuerpos intervenidos

Muñecas creadas para acompañar y seguir luchando

Narrativas y Memoria de la Desaparición fue el espacio que acogió a la titiritera y la acercó a trabajar con las madres buscadoras, en un principio, Sandra Reyes no sabía cómo podía hacerles llegar el arte textil para ella, existían muchas dudas sobre qué proponer artísticamente. 

“Me sentía insegura y yo pensaba, ¿qué voy a hacer ahí? Entonces, cuando empiezo a estructurar el taller y a trabajar con ellas me cayó el veinte de decir: Claro, quienes tienen que contar la historia no soy yo, son ellas”, comparte en entrevista para La Cadera de Eva.

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En este taller, las madres buscadoras crearon piezas inspiradas en sus hijas/os, colocaron señas particulares como tatuajes, vestimentas, lunares y elementos que las hicieran recordar a sus familiares. Algunas mujeres, colocaron fotografías en el rostro de la muñeca y crearon piezas únicas en compañía de otras mujeres. Sin saberlo, Sandra “la titiritera” Reyes, había generado uno de los espacios de compañía, saberes, escucha y amistad, que si bien, no son una cura para el duelo, sí son una herramienta más que impulsa a seguir resistiendo. 

“El taller fue hermoso, a pesar de las circunstancias, reímos muchísimo y se gestó una dinámica muy amorosa (...) sé que el arte no es curativo ni sustituye a alguna terapia, pero termina siendo un apapacho, las madres buscadoras son escuchadas y eso lo agradecen.. Es acompañar a todas ellas y saber que los desaparecidos nos faltan a todos, no hay que ser omisas”, explica la titiritera.

A partir de este primer acompañamiento, donde colaboró con 8 artistas más y generaron múltiples actividades, se dio pie a comenzar a difundir su trabajo en espacios públicos para visibilizar las piezas de las madres buscadoras. Fue así que en Monterrey, Puebla, Tampico, Guerrero, Oaxaca, Ciudad de México y Veracruz, las muñecas han sido exhibidas para que la población pudiese acercarse y conocer estas historias. 

“Se han generado piezas muy potentes que te mueven el corazón, que gritan y que denuncian todo lo que viven estos familiares. Es tomar una narrativa diferente y decirle a la gente: Estamos cansadas de tantas quejas y dolores, por eso, ahora te vamos a contar la historia de otra manera y te des cuenta de lo que está pasando”, comenta.

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A través del títere y las muñecas, Sandra Reyes ha convertido su profesión en un espacio seguro donde, madres que habitan en centros de readaptación social, madres buscadoras, mujeres que viven duelos o atraviesan situaciones complejas, pueden expresarse a través del arte y ser escuchadas, pues desde la perspectiva de la titiritera, este arte textil es un puente para comunicar todo aquello que queremos gritar y no sabemos cómo.

“El arte te da herramientas para poder decir lo que quieres, pero sobre todo, lo que no quieres de este mundo. Las muñecas, los títeres y la poética, son herramientas que permiten crear espacios de cuidado y de creación (...) no saben las cosas maravillosas que se generan a partir de ello” (Sandra Reyes).

Finalmente, en entrevista para La Cadera de Eva, comparte que uno de los grupos que la atravesó fue el de las madres de Coatzacoalcos, por ello, en este espacio la titiritera comparte lo necesario que es nombrarlos, pues se cumplen 8 años de que, en la carretera de Barrillas, Coatzacoalcos, los jóvenes Abraham, Carlos y Camilo fueron desaparecidos por elementos de seguridad. Como ellos, otras once personas desaparecieron en la misma zona, por su parte, el Gobierno de Veracruz bajo el mando de Javier Duarte se defendió señalando que los implicados portaban armas largas y pertenecían a células delictivas. 

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El año pasado, el Gobierno Estatal ofreció una disculpa pública por la desaparición de los jóvenes, entre tanto, las madres buscadoras continúan clamando por justicia. Los muñecos con el rostro de los desaparecidos en el Operativo Blindaje Coatzacoalcos fueron bordados por sus madres y han sido expuestos; su resistencia y lucha, no termina aquí.

Sandra “la titiritera” Reyes con su Taller Muñecas, cuerpos intervenidos creó un espacio para sanar, pero también un lugar donde las madres que buscan a sus desaparecidos pueden recordarlos, encontrarse entre ellas para escucharse y apoyarse. Su arte textil es prueba a de que el arte también pueden ser un abrazo. 

"A mí las mujeres me parecen tan poderosas, todo esto que ellas generan lo hacen desde el amor a sus familiares desaparecidos. Por eso, es un orgullo acompañar y apapachar, aquí estoy y aquí las acompaño." (Sandra Reyes)

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