A los trece años, Julieta García González leyó El llano en llamas y supo que quería escribir. No fue una revelación grandilocuente, sino un deseo intenso de provocar emociones como la que ella tuvo. “Yo lo que quería era reproducir lo que había sentido al leer ese libro”, recuerda. Desde entonces, la escritura ha sido su territorio natural, aunque el camino no siempre haya sido lineal.

Su vida la llevó a Baja California Sur, donde las librerías escaseaban y la única biblioteca con aire acondicionado estaba en la universidad. Ahí, rodeada de divulgación científica y novelas que encontraba como tesoros, su pensamiento se transformó. “Cambiaron mis lecturas y, con ellas, mi manera de escribir. La ciencia me enseñó a incomodarme, a preguntar cosas desde ángulos distintos”, explica en entrevista con La Cadera de Eva. Ese cambio de enfoque marcó también su manera de mirar a los perros, una presencia constante —y a veces inadvertida— en su vida.

Perros y personas: un libro de ensayos literarios sobre el vínculo humano con los perros

Con Perros y personas. Una historia de amor, Julieta firma un libro de ensayos literarios que mezcla memoria personal, investigación histórica, observación científica y un amor declarado por esos animales que, dice, nos quieren sin condiciones y nos ofrecen la posibilidad de vincularnos desde un lugar más horizontal. La escritura, sin embargo, no fue rápida. “Mis libros están siempre primero en mi cabeza, viven ahí mucho tiempo… y descubrí que tenía no solo una fascinación por los perros, sino ganas de contar qué estaba pasando con ellos.”, cuenta.

“[Los perros] han sido tan cercanos a nosotros desde hace tantos miles de años… casi casi que me iban cayendo [las historias], me iban llegando”

En sus páginas, aparecen Yasha, Leona, Benito, Mola, Adela y otros, cada uno con su personalidad, sus historias y la huella que dejaron. “No podía ser solo una experiencia mía, porque entonces no le iba a hacer justicia a los perros, a las personas que aman a sus perros y a los perros que aman a las personas.” Para la autora, escribir Perros y Personas implicaba investigar, documentarse, ver cómo la gente los ha amado, pero también cómo los ha maltratado. Esa necesidad la llevó a ensayos incómodos, como Aproximaciones al maltrato, donde enfrentó la violencia —a veces premeditada y brutal— que los perros sufren. “No quería poner a los perros como víctimas nada más, ni hablar de las personas que se dedican a maltratar a los perros, ese fue un

Esta honestidad atraviesa todo el libro. Julieta no se coloca como dueña ejemplar, sino como alguien que aprende —y falla— en el vínculo con sus perros. “No he podido dedicar todo lo que hubiera querido al buen trato, cariño, respeto y amor que merecen los perros… eso es algo que también tuve que entender, que no se lo puedes dar ni siquiera a las personas que más quieres.”

Una postura frente al mundo: los humanos no somos el centro

El texto no es solo sobre afecto, sino también sobre el lugar que los perros ocupan en nuestras vidas y nuestras ciudades. “Hoy están en todos lados —en el centro comercial, en el cine, en el avión— y, sin embargo, sigue estando mal visto hablar mucho de ellos. Hay una disonancia extraña ahí”, reflexiona. En la literatura, en cambio, son una presencia constante que ella quiso reivindicar, alejándose de las expectativas con las que algunos recibieron el proyecto: “Muchos pensaron que sería un manual de adiestramiento o un libro de autoayuda. No es eso. Son ensayos literarios sobre un vínculo profundo.”

Esa mirada tiene una postura clara frente al mundo: los humanos no somos el centro. “No somos lo más importante del planeta. De hecho, somos un desastre para él. Quiero emparejar un poco el suelo y encontrar un espacio común. Los perros pueden ayudarnos a mirar distinto.” En Perros y personas, esa convicción se traduce en una exploración de la comunicación entre especies y en la idea de que el vínculo con los animales no necesita rituales humanos para ser válido. “No importa si no cumplen ciertos ritos. Lo importante es la posibilidad de vincularse.”

Como narradora, ensayista y editora, Julieta encuentra en la intersección de sus oficios la estructura híbrida del libro: momentos que parecen novela, fragmentos de ensayo histórico, anécdotas íntimas. La edición, confiesa, le ha servido y complicado a la vez. “Me enseñó a visualizar un libro antes de que exista”. Muchas veces los ensayos de este libro empezaron con información, con un hecho concreto que tenía que ver con los perros, y fue un proceso lento, asegura su autora durante la llamada.

Si pudiera pedir algo a sus lectoras, sería que terminen el libro sin culpa por amar a sus mascotas. “Quiero que sientan que ese afecto es válido, que tienen todo el derecho a él. Pero también que quepa la reflexión de decir: hay que respetar a estos bichos, hay que tratarlos bien, tienen que tener un mejor lugar entre nosotros: no necesariamente es llevarlos a todos lados, sino asegurar que estén bien”.

Cuando le pregunto cómo sería su vida narrada por sus perros, la respuesta viene con humor: Una contaría su vida en caos cuando no está a su lado; mientras que para otro, sería una serie de aventuras divertidas donde ella es parte de la trama. Así, con ternura y risa, Julieta cierra una conversación que, como su libro, deja una certeza: hablar de perros es también hablar de personas, de cómo nos relacionamos, y de qué mundo estamos dispuestas a construir junto a ellos.

Imagen

¿Quieres leer Perros y personas?

Autora: Julieta García González

Editorial: Reservoir Books / Penguin Random House