La moda, que se ha convertido en un agente de transformación dentro de las sociedades, ya venía avisándonos que el conservadurismo llegaría y se instauraría como un poder casi fáctico en la vida contemporánea. Sin embargo, ante el fascismo, la blanquitud, el avance de la derecha, y de las personas y movimientos anti derechos, en el panorama se avecina el regreso de las subculturas.
Entre la estandarización de la identidad en internet, la ropa minimalista que supuestamente expresa poder adquisitivo, seriedad y prudencia, los grupos de la contracultura resurgen como una forma de expresión anti conservadora.
Este marzo se llevó a cabo la Marcha Emo 2025 en Ciudad de México, un evento que reunió a las primeras personas de la comunidad emo y a nuevas generaciones para rendir homenaje a la subcultura.
¿Qué es la subcultura?
Desde la sociología se han empleado diferentes concepciones diferentes de subcultura, el parteaguas del estudio de las subculturas se dio en Chicago, a partir de la Primera Guerra Mundial, cuando sociólogos de la denominada Escuela de Chicago estudiaron a los grupos de comunidades vulneradas, muchas veces migrantes europeos en condiciones de pobreza, con el motivo de identificar los comportamientos criminales que los distinguían entre otras comunidades, como la comunidad judía, latina y afrodescendiente.
Una segunda aproximación, impulsada por el Centro de Estudios Contemporáneos de Birmingham en la década de 1970 sostiene una definición sustentada en la teoría marxista. Esta corriente plantea que los grupos subalternos, generalmente de las personas jóvenes, funcionan como resistencia a la clase dominante de Inglaterra a través de gestos, movimientos, vestido, maquillaje y otras expresiones culturales opuestas al régimen hegemónico.

Más tarde está definición sería cuestionada por la denominada línea de estudios post subculturales, que enfatizarían la necesidad de no encasillar el término a una época y periodo determinado, y por el contrario, situar a la subcultura como un grupo de expresiones individuales duraderas, estables y continuas.
Estas definiciones permiten ver que la identidad de cada subcultura está ligada, en mayor o menor medida, a la resistencia ante el orden hegemónico, pero también a la conformación de códigos de identificación colectiva, y es que la ropa, las poses y las creencias promueven espacios identitarios en función a los gustos personales de cada individuo.
El regreso de las subculturas en la era de consumo
Las subculturas como los góticos, los emos e incluso los gamers, también están ligadas a factores sociales como clase social, edad, etnia, región geográfica, y género, por lo que el impacto de cada subcultura se ve reflejado en nuevas formas de expresión cultural como la moda, la música, la pintura y los discursos ideológicos.
Muchas veces se suele confundir el concepto de subcultura con el de contracultura; el segundo está completamente ligado al cambio social, a la resistencia ante el orden hegemónico fundamentado en cambiar las normas de la sociedad como el movimiento hippie de 1960 y el punk de la década de 1990.

En ese sentido, el regreso de las subculturas está mayormente ligado a la búsqueda de la identidad individual a través de lo colectivo, más allá del discurso ideológico en contra de la represión dominante, sin embargo, no por ello su regreso al ojo público es menos valioso; su existencia simboliza la diversidad de expresiones culturales en la sociedad contemporánea.
Aunque las subculturas siempre han estado presentes en la vida pública, lo cierto es que los jóvenes cada vez más suelen formar parte de comunidades en internet, como en la década de 2010, con el auge de la cultura de Tumblr, por lo que las dinámicas identitarias se trasladaron a espacios virtuales en nuevas formas.
En recientes años, la industria de la moda, el fast fashion y el hiperconsumo han propiciado el sentimiento de insuficiencia y aspiracionismo, muchas personas desean tener la misma prenda, los mismos zapatos, el mismo celular. Esto es notable en sociedades de consumo masivo como en países de Asia del este y en el occidente, que están influenciados por un modelo de hiperconsumo propio de las sociedades capitalistas contemporáneas.
El regreso de las subculturas implica, en tanto, una forma de resistencia ante la estandarización hegemónica que se promociona en redes sociales y que es promovida por la política de derecha y conservadora. Y es que estas colectividades no temen al explorar sobre temas anacrónicos que conforme pasa el tiempo parecen estar más satanizados como el deseo, el sexo, el alcohol, la autonomía y la agencia propia.
Ser joven y no hegemónico
Las personas que forman parte de una subcultura muchas veces son criminalizadas por el mero hecho de vestir y expresarse de una manera diferente al establecido por la cultura dominantes, y es que durante mucho tiempo se ha castigado a las personas que no entran dentro del canon de belleza y no tienen aspiraciones dentro del sistema capitalista.
Según el estudio “De las bandas a las tribus urbanas. De la transgresión a la nueva identidad social”, las juventudes no hegemónicas y periféricas suelen ser asociadas con las conductas ilícitas, el consumo de drogas y la violencia.
La criminalización a lo diferente no sólo se ve reflejada en las expresiones más altas de discriminación, xenofobia y discursos de odios, si no que también se extiende a los juicios en contra de las comunidades urbanas que no acatan los valores del orden hegemónico.
Referencias:
Cortés, Tania Arce. Subcultura, contracultura, tribus urbanas y culturas juveniles: ¿homogenización o diferenciación?
Castillo, Héctor. De las bandas a las tribus urbanas. De la transgresión a la nueva identidad social