Suena el celular, es mi mamá, me dice: “Guille falleció a sus casi 100 años”. Ella, su vecina, amiga de mi abuela y quien muchas veces les apoyó durante los 30 años que mi abuelo no estaba en casa por ser migrante. En mi historia también recuerdo ser niña y pasar fines de semana en la casa de una de las amigas de mi madre y su hija, ella me llevaba a natación y hacía los mejores sándwiches que he comido en mi vida. En años más recientes vi a mis amigas y amigos enviarme comida cuando estuve enferma de COVID, sin contar las veces que me han sostenido emocionalmente.
Recupero estas experiencias porque existen múltiples maneras en que nos cuidan y cuidamos a lo largo de nuestras vidas. Algunas de esas modalidades son aún poco reconocidas socialmente como prácticas de cuidados. Me parece que este es el caso de las que se dan en las redes de amistad o de proximidad, las cuales “salen” de las relaciones y ámbitos que son priorizados en el cuidado. Cabe recordar que en contextos latinoamericanos muchos de los cuidados se resuelven principalmente en las familias (Batthyány, 2020). Pero ¿qué nos encontramos si miramos más allá de esos espacios?
Si volteamos la vista a los cuidados que son brindados desde el terreno de la amistad, podríamos considerarlos como expresiones de cuidados situados en el ámbito comunitario. Esto es posible si entendemos al cuidado comunitario como un conjunto de prácticas heterogéneas que en algún nivel contribuyen al sostenimiento diario y cotidiano a través de redes, vínculos y espacios en los que se cuida más allá de la familia nuclear, el Estado y el mercado, cuyos ejecutores y beneficiarios/as son sujetos colectivos (Vega y Martínez, 2017).
Los circuitos de cuidados
Para Guimarães (2019) estos actos de cuidado brindados desde redes de vecindad y/o amistad suelen ser vistos por quiénes participan en ellas como “ayudas”. La autora los explora desde su noción de circuitos de cuidados. Esta es una configuración que se define en el entrecruzamiento de los significados atribuidos al trabajo realizado (porque cuidar es un trabajo), que implica identificar a los actores involucrados, el tipo de relación social que tienen y las retribuciones que reciben por realizar dicha actividad. En el contexto brasileño Guimarães nombra a este como un circuito de cuidado por “ayuda”, en el que se mantienen fuertes vínculos personales y prevalece la percepción de la dimensión relacional en detrimento de la mercantil.
Aproximarnos al estudio de los cuidados desde los circuitos es un campo fértil para comprender las condiciones sociales, económicas y políticas que posibilitan que se cuide en contextos específicos. A la vez nos permite adentrarnos en los intercambios, retribuciones y tensiones que ahí se dan. Es decir, se vuelve una invitación para pensar los cuidados en su complejidad y distanciarnos de visiones románticas que no toman en cuenta la desigualdad estructural de la que partimos.
Los cuidados brindados desde las redes de amistad en ocasiones pueden traspasar los vínculos más próximos y extenderse a más personas de sus entornos. Un ejemplo de esto se expresó recientemente durante la pandemia por COVID 19 cuando grupos en la Ciudad de México se organizaron para llevar comida a personas en situación de vulnerabilidad (1). Estas experiencias no son exclusivas de esta ciudad, las vimos proliferar en distintas latitudes, con sus particularidades en cada una de ellas. Por ejemplo, en algunos casos fueron respuestas que también obedecían a la deficiencia o insuficiencia del Estado en sus políticas públicas frente a la emergencia que se vivía.
Aquí me interesa resaltar que este despliegue de prácticas de cuidados son más visibles en los momentos de crisis, pero la plataforma que los posibilita implica una red previa en donde ya se practicaban. Es decir, el cuidado comunitario no es residual, no sólo existe en momentos coyunturales, aunque en ellas aparezca de manera más notoria; sino que responde a un continuum de prácticas sutiles y constantes que siempre han estado ahí.
Un abanico de dimensiones aparece cuando nos adentramos en estos circuitos de cuidado. Sólo para apuntar algunas notas, es posible identificar que entre los integrantes que participan existe algún grado de confianza que contribuye a que realicen las tareas de cuidar. Desde la sociología de las emociones entiendo a la confianza como una emoción clave para la acción social, surgida en una relación en la que los participantes reciben aceptación y reconocimiento, en ella se trae el futuro al presente y da una sensación de certeza, en la que se considera que se tienen capacidades individuales y colectivas para comprometerse (Barbalet, 2013).
Llevar la mirada a las redes de amistad y proximidad, apoyándonos de los circuitos de cuidado, y específicamente en el ámbito comunitario, tiene el ánimo de seguir preguntándonos qué encontramos en otros vínculos fuera de la familia nuclear, el Estado y el mercado, sin que ello niegue que se relacionen con ellos. Qué huellas de cuidados provenientes de redes de amistad identificamos en nuestras historias y qué podemos aprender de ellas. Qué posibilidades nos abre esta discusión para imaginar una redistribución de estas tareas, que permitan el sostenimiento de nuestras vidas desde un reparto más justo.
(1) Este tipo de grupos autogestivos que desplegaron acciones de alimentación durante la pandemia forman parte de mi investigación doctoral en curso, en la cual estudio los cuidados comunitarios realizados en la Ciudad de México durante la pandemia. Las reflexiones que aquí comparto derivan de dicho trabajo.
Eva María Villanueva Gutiérrez
Maestra en Estudios de Género por el Colegio de México. Licenciada en Psicología por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Actualmente cursa el doctorado en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México. Forma parte del Seminario de investigación “Sociología Política de los Cuidados” del Instituto Mora.
Referencias
Barbalet, J. M. (1993). Confidence: time and emotion in the sociology of action. Journal for the Theory of Social Behaviour, 23(3), 229-247.
Batthyány, K. (2020). Miradas latinoamericanas al cuidado. En, Batthyany (coord.) Miradas latinoamericanas a los cuidados (pp. 11-52). Buenos Aires: CLACSO; Siglo XXI.
Guimarães, N. A. (2019). Os circuitos do cuidado: reflexões a partir do caso brasileiro. Séminaire Publique de l’équipe Cresppa-GTM, 1-38.
Vega-Solís, C. y Martínez-Buján, R. (2017), “Explorando el lugar de lo comunitario en los estudios de género sobre sostenibilidad, reproducción y cuidados”, Quaderns-e de l’Institut Català d’Antropologia, 22 (2), Barcelona: ICA, pp. 65-81.