Lo primero que llega a los ojos y enseguida impacta en el corazón es el estereo doble casetera y reproductor de CDs. El cuerpo se traslada a algún año entre los 90 y los 2000. ¿Cuántas no tuvimos el mismo reproductor de mp3, utilizamos las mismas sombras azul cielo en los párpados o tuvimos una perforación en el lado izquierdo del labio? Entonces, lo que sonaba en los audífonos era Selena, Gilda, reinitas latinas que nos desgarraban y empoderaban a partes iguales. Hoy es Cazzu la que se nos cuela por los audífonos y muchas seguimos sintiendo la misma emoción y conexión con cada acorde de la cumbia que cuando teníamos 15 años.
Julieta Emilia Cazzuchelli, nació y creció en Jujuy, entre Chile y Bolivia, la esquinita más al norte de Argentina. Cazzu, como la conocemos, es una reina salida de donde salen las más grandes: de abajo. Con una profunda conexión con su tierra y un fuerte orgullo por sus orígenes, La Jefa es ahora mismo una de las cantantes con más arraigo latinoamericano, entonces, ¿cómo es que no está nominada a ninguna categoría del Latin Grammy? Siendo que Latinaje, su último disco, podría entrar en por lo menos en 15 de las 60 categorías.
Estamos indignadas.
Pero vamos a desentramar un poquito la madeja, no para entender por qué no la han nominado, sino para dejar más claro que el agua por qué Cazzu ya había coronado con Latinaje a pesar de la misoginia, el racismo, el clasismo y también el antifeminismo en la industria musical.
Latinaje: un manifiesto musical feminista y latinoamericano
El arranque de latinaje tiene un pulso copla andino norteña, que en argentina está asociada al carnavalito, la chaya, los jueves de comadres y el entierro del diablo, esas fiestas donde la música es rito y comunidad. Este pulso con el que decide marcar como acorde primigenio el disco, no es un detalle menor, es una invitación a la celebración de la vida y la muerte, el reconocimiento de la siembra y la cosecha. No habla solo del norte de Argentina, abraza en todo su poderío esa América Latina que ella transita, ritmo tras ritmo: cumbia, corrido tumbado, tango, salsa, folklore, bolero, flamenco, funk brasileño, merengue, y bachata. Latinaje es una apuesta por la hibridación con el trap, que sigue siendo su casa, pero ahora como hilo conductor y no como fin en sí mismo, para que suenen a pie de calle, y lo logra, lo logra de sobra, aunque sin ciertos reconocimientos de la industria.
Latinaje es una carta de amor a América Latina y un homenaje a las mujeres de estas tierras, tan maltratadas ellas como los territorios. Es el renacer del ave Fénix, es la historia de nuestras madres y nuestras abuelas. El hilo narrativo del disco es la historia de cómo una mujer rota se va recomponiendo por dentro; la historia de las madres solteras en un continente con la tasa más alta del mundo de hogares monomarentales y esto tampoco es casual, porque Cazzu logra hacer de su historia un relato compartido gracias al feminismo.
Porque Julieta Emilia Cazzuchelli es feminista, profundamente feminista y es posiblemente esto una de las cosas que más le molesten a una industria misógina como la musical. Cazzu, como ella misma cuenta en “Perreo”, ha dejado espacios, colaboraciones y productores, por ser coherente con sus principios feministas. Cazzu no habla mal de otras mujeres de la industria al tiempo que a ellos les pone los puntos sobre las íes. Y es por esto que tantas latinoamericanas amamos a Cazzu, porque nos identificamos con ella, con su lucha en la industria, con la nuestra en nuestros espacios vitales, en nuestras relaciones, en nuestros trabajos. Cazzu es una de nosotras.

Industria musical y misoginia
La Jefa destronó a Lady Gaga este 2025 en el récord de vídeo más reproducido en YouTube. Con 170 millones de reproducciones, “Con otra” se convirtió en el video musical de una artista femenina más visto. Una producción audiovisual cuidada al detalle que, como ya dijimos, nos remonta a estas que escriben, a nuestros años de adolescencia, a las bailantas argentinas, a los bailes y los sonideros mexicanos. Pero parece que esto no basta para que Cazzu sea nominada al Grammy Latino en la categoría de canción del año; categoría que seguramente gane Bad Bunny y su “baile inolvidable” y aquí nos vamos a meter en un par de temas de los que poco se habla, (nos da igual la funa que vayamos a recibir, eso por delante):
¿Cómo le hacen para llegar al éxito tipos como Bad Bunny o C-Tangana sin que critiquemos su marketing y alianzas digitales? Que no son más que cuestiones de geopolítica musical, estrategias de equipos increíbles para destalentados y aunque nos encante el último disco del conejo malo, señoras, nos lo metieron en calzoncillos de Calvin Klein hasta en la sopa, o en el café con ron.
Si somos coherentes con el feminismo, nos toca también preguntarnos, ¿cuál es la vara con que se mide a las mujeres que hablan de sus relaciones sentimentales? Es decir, a las mujeres se las castiga porque hablan del ex y entonces están monetizando la ruptura, pero si no hablan también, porque se hacen la diva, -recordemos cuánto se especuló sobre el silencio de Cazzu en su propia separación- y amigas, esa no es la misma vara de medir para ciertos muchachitos del mainstream que tienen discos enteros hablando de nosotras y de nuestros cuerpos: mientras a ellos se les celebra el marketing emocional como genio cultural, a nosotras se nos reprocha hasta el desamor convertido en canción.
Latinaje es la reactualización de nuestra propia educación sentimental, nosotras nos criamos con reinitas latinas, full telenovela y despecho y no vamos a castigarla por eso, al contrario “Dolce” tendría que estar nominada a mejor canción regional mexicana, sí hecha por una argentina. “Dolce” somos todas nosotras pintándonos la raya en unos ojos hinchados de llorar, para salir con nuestras amigas a curarnos el dolor de corazón, queriendo ser esa Cazzu tremenda con ese vestido rojo.
En un solo disco Cazzu habla de sus transformaciones personales bailando y desenterrando al diablo para volverlo a enterrar. Hay desamor, búsqueda de sí misma, el dolor de las pérdidas y hay una valentía enorme al decir abiertamente: “esto paso y de acá me levanto”, haciendo de lo íntimo un ritual audible de sanación.
Cazzu canta sin pedir permiso, pero siempre dando las gracias aunque le hayan herido, como la grande que es. Porque Cazzu con Latinaje se ha hecho enorme, eterna y profundamente humana.
Si tenemos que entrar en las especulaciones de cuál es el poder que la deja fuera de los Grammy; si tenemos que preguntarnos si son las prácticas mafiosas de la industria con algunas personalidades mexicanas detrás, o si es un ex que no la quiere ver triunfar, que la tira de carteles porque “si ella va, yo no voy”; honestamente no nos quedamos con ninguna. Más bien apuntamos que si midiéramos la latinidad de Latinaje en reproducciones y likes, esa fórmula ideada por ciertos genios del marketing para medir el éxito de un artista, acabaríamos por reconocer que es la serpiente que se come a sí misma, porque a día de hoy, la canción que no fue nominada a mejor grabación del año, tiene ya casi 300 millones de reproducciones.
Latinaje es el mejor disco latinoamericano de este 2025 y, muy a pesar de los Latin Grammy, Cazzu hace mucho que ya había coronado.