A unas semanas de iniciar el nuevo ciclo escolar 2023-2024, la controversia con respecto a los libros de texto gratuitos, de educación básica de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ha logrado visibilizar la importancia de la educación en México, ámbito que históricamente ha sido relegado por diversos sexenios y sectores, lo cual ha conllevado a la acumulación de rezagos e ineficiencias.
Esta es la primera vez que yo recuerdo, como pedagoga, que se pronuncien al mismo tiempo los empresarios, la televisora, las asociaciones de padres de familia, los partidos políticos, especialistas en educación, la planta docente, representantes de universidades y hasta la iglesia católica, quien por cierto, pidió “prudencia”. A diferencia de los discursos violentos y poco sustentados de la televisora TV Azteca que, a través de su titular y sus segmentos de noticias, donde aludían a palabras como comunalidad, plenaria, eyaculación, sexualidad, inclusión, familias, entre otras, sin “la mínima idea” del origen de las mismas y de la realidad en que vivimos actualmente. Por supuesto, de su desconocimiento en el ámbito de la educación, tampoco tendrían porque saberlo, pero mínimamente podrían haber explorado el tema.
Aún así, quiero creer que en esta ocasión, sí se leerán los 30 libros de educación básica, ya sea para buscar errores, o bien, para corregirlos y/o mejorarlos.
La función de dichos libros será la de apoyar el abordaje de diversas temáticas en el desarrollo de las actividades educativas, sin dejar de lado, el cómo se resolverá el uso de los famosos QR en las escuelas de contextos rurales e indígenas, para lo cual requerirán un celular y el servicio de luz. Lo otro destacable son los pronunciamientos diversos, aun estando o no de acuerdo, esto forma parte de la corresponsabilidad de todos los sectores, ciudadanía y Estado, en la construcción de la política pública de un país, para observar, discutir, proponer y construir, en este caso en torno a La Nueva Escuela Mexicana.
Este cambio de paradigma trae un gran reto institucional, ya que esperemos también se haya planeado el cambio de todos los componentes del sistema educativo, el cual sostendrá, acompañará y evaluará en su momento, este nuevo modelo, que, si no fue considerado, pasará lo mismo que con el INSABI.
No es tarea fácil transitar de una educación tradicional donde se promueve la memorización de contenidos y no la reflexión; donde se estudian áreas de conocimiento de manera aislada; se considera desde el discurso sólo a los niños y los considera objetos educativos pasivos; donde los libros no representan las condiciones actuales de nuestro país y sus culturas; y donde las calificaciones no reflejan en realidad las capacidades de dicha población.
Si bien, este modelo tuvo sus alcances en el contexto en que se creó, ahora nuestra sociedad ha cambiado de manera abismal, y se hace necesario comenzar a transitar de manera paulatina a un nuevo modelo educativo, a fin de responder al contexto y las necesidades actuales, lo cual dicho de paso, no esta sucediendo al omitir el proceso de pilotaje en este proceso.
Si bien, el nuevo modelo retoma el pensamiento filosófico de Paulo Freire, el cual es un referente en el ámbito educativo y para el trabajo con grupos en desventaja, lo que promueve es la colectividad, no el comunismo como se le ha nombrado.
En este modelo de educación se mira al niño, niña y adolescente como sujetos activos en el proceso educativo.
También apuntaría que estos modelos no son nuevos en nuestro país, los retoma la educación activa que en su mayoría es privada, los preescolares comunitarios a través del método Nezahualpilli, el proyecto 10-14 del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), el Colegio Madrid desde su fundación, y dichos proyectos no son encaminados a formar “comunistas”, “virus comunistas”, “esclavos sumisos”, o “templos de adoración”.
El nuevo modelo educativo también retoma las pedagogías del sur que promueven la justicia social, la democracia, el goce de los derechos humanos, la equidad, la solidaridad, la fraternidad, la naturalidad de los conflictos y su resolución, a través de un enfoque de la educación para la paz, pedagogías que intentan atender las problemáticas actuales de los países.
El miedo a un cambio de paradigma educativo ideologizado ha provocado reacciones muy violentas, sin hacer consciencia, de que las ideologías están en todos los programas televisivos, religiosos, educativos, deportivos, en la diversidad de familias, en todo lo que hacemos, forman parte de nuestra vida cotidiana. Y desde ahí, me parce que la discusión tiene que ver mas con la moralidad y no desde los derechos humanos, la Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia, los derechos de las niñas, niños y adolescentes, ente otros marcos legales que integran la política pública educativa en México.
Es inquietante y grave, diría yo, observar que un Salinas Pliego violente en su Twitter a medios y periodistas. A un Marko Cortés, representante del PAN, llamando a “arrancar y quemar” los nuevos libros. A Damián Zepeda que expresa que no sabe “cómo la perspectiva de género aminorará la violencia en las escuelas”. Lo cual me lleva a pensar que estas reacciones no sean realmente por el interés en la educación púbica, finalmente ellos hacen uso de la educación privada, y tras bambalinas tal vez esté algo más político, lo cual sería muy decepcionante.
Finalmente, los desafíos para la implementación de la nueva escuela mexicana son muchos y estaremos pendientes de sus aconteceres. Es muy pronto para hacer una evaluación del proceso educativo y su impacto, veremos cómo va transitando dicha propuesta en pos de cumplir el derecho en la calidad educativa dirigida a niñas, niños y adolescentes.