La marea morada llegó al zócalo este 8M, en pesero, bicicletas, camionetas, transporte público, carreolas, sillas de ruedas y caminando, así llegamos las mujeres, adultas mayores, indígenas, niñas, adolescentes, jóvenes, bebés en brazos de la madre, mascotas, académicas, políticas, sociedad civil, de organismos internacionales, colectivas, profesionistas, madres buscadoras, nuevas infancias, mujeres con discapacidad, y mujeres de otros estados del país. Cada una llegó a integrarse a su contingente y otras más, de manera individual marcharon de igual forma, como parte de un “todas juntas” aun sin conocernos, solo por el hecho de ser mujeres. 

En los tres puntos de salida, el Monumento a la Revolución, la Glorieta de las Mujeres que Luchan y el Caballito, se realizaron diversas actividades lúdicas como talleres, música, pintura corporal, bordado, baile; y alternadamente se daban los últimos toques a las mantas y los protocolos de cuidado antes de iniciar el recorrido. Así, cada punto fue saliendo según el horario correspondiente, comenzando con sus consignas, la batucada, carteles, vestimentas denunciantes, bombas de colores, así como muchos cuerpos de policías para “cuidar” las calles y los establecimientos, los cuales contradictoriamente, no acuden a los llamados del 911 cuando las mujeres requieren el apoyo al ser violentadas y/o desaparecidas.

Llegamos al Zócalo en donde tampoco tuvimos la suerte de ver a nuestra bandera mexicana, además de “recibirnos” desde dentro del palacio de gobierno, no con bombos y platillos, sino con unos amenazantes cohetes tronando desde su patio, el cual, por cierto, estaba completamente resguardado, en contradicción con lo que en la mañana había expuesto AMLO en su acto protocolario referente a que “la 4T, era feminista”. 

Desde este contexto, nos centraremos en las mujeres jóvenes, y su posibilidad de autonomía e independencia dentro de una sociedad violenta y con diversos entornos familiares. Las jóvenes, actualmente transitan una crisis en todo sentido, la cual deriva de una historia en la cual se ha omitido la construcción de una política pública específica y acorde a sus necesidades, dejándolas como parte de la Convención sobre los Derechos del Niño, en el ámbito internacional, y de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el caso de México. Ambos instrumentos consideran que la población joven se ubica en el intervalo de edad de 12 a 29 años.

Si bien, actualmente hay una iniciativa por parte de la Comisión de Juventud de la Cámara de Diputados, para la construcción de una Ley General en materia de personas jóvenes, todavía se vislumbra un proceso largo a pesar de la urgencia. 

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2020) se registró a 126 millones de habitantes en México, del cual 37.8 millones (30%) son jóvenes, de los cuales 18.8 millones (49.8%) son hombres y 19 millones (50.2%) son mujeres

Las dificultades para que este sector pueda independizarse son diversas, desde la ausencia de políticas públicas, el contexto social de violencia que vivimos, la consecuencia de la estructura patriarcal, el no ser consideradas como sujetas de derechos, la traba para el acceso a un empleo y remuneración dignas, entre muchas otras. Lo cual, son causales que no ayudan mucho a que lo puedan lograr tan fácilmente, y en la mayoría de los casos esto se vuelve imposible.

La importancia de la independencia de las mujeres jóvenes tiene que ver con la construcción de su individualidad y adultez, es decir, contar con su propio espacio, romper estereotipos, tomar sus propias decisiones, tener una solidez económica, y hacerse cargo de sí mismas, con todo lo que esto implica. En entrevista algunas jóvenes nos comparten su experiencia al respecto:

“Esta cañón independizarse como mujeres, no a todas nos brindan la posibilidad de estudiar, a la mayoría se les cría para buscar a un marido y formar un hogar, es algo sistémico; la opresión hacia las mujeres es muy fuerte para tener libertad y poder crecer, te enseñan a depender y necesitar de alguien para estar bien”, Fernanda (20 años, universitaria). 

“A mí me llevó a independizarme las ganas de tener un lugar para mí, diferente al que viví, aunque eso implica comenzar desde cero, hacerme cargo de mí, de mis gastos, de las cosas que yo quiero, de pagar mis estudios”, Melina (19 años, preparatoriana)

Con respecto a las dificultades a las que se enfrentan para independizarse Fernanda añade: “Como mujer es triplemente difícil, la inseguridad, la violencia, trabajar y estudiar, encontrar una casa segura con renta accesible, hacerte cargo de muchas cosas. Es un riesgo para nosotras, te la tienes que jugar, por suerte tengo un trabajo que me permitió hacerlo”. De igual forma, Valentina (25 años, maestrante), comentó que “en México, una de las dificultades principales para independizarse siendo mujeres, es la cultura patriarcal; se espera que las mujeres dependamos de un hombre. Así mismo, las oportunidades, por más privilegio que tengamos, son menores por el simple hecho de ser mujeres; se gana menos, y nos toman menos en serio”.

“Creo que principalmente es lo económico, de manera independiente tienes que pensar todo, en cómo solventar la comida, tus gastos, si quieres salir, comprarte ropa, pagar tus servicios y transportes”, afirmó Melina (19 años, preparatoriana)

Las jóvenes se asumen como sujetas de derechos con la posibilidad de transformar su realidad, como Valentina al comentar “necesitamos cuestionar, incomodar y evolucionar, alzar la voz y fomentar el diálogo, entender, cuál es nuestro valor, no solo por ser mujeres, sino como personas”. Finalmente, todas coinciden en la importancia de las redes de apoyo, la familia, las amigues y los vínculos para transitar a la adultez, pero definitivamente ellas poniéndose en un lugar más activo, como lo comenta Fernanda:

“Tienes que ser valiente, responsable, ponerte las pilas, sin dejar de lado el placer, contar con un trabajo de medio tiempo para seguir estudiando y pagar renta, autoconocerte y cambiar tu entorno”. Esto se suma al comentario de Melina: “la responsabilidad, la disciplina, la confianza en ti y el optimismo, porque no es fácil lograrlo”.

Todas coinciden en que hay pocas condiciones para que las jóvenes puedan lograrlo, pero que quienes lo hagan serán un referente para otras jóvenes, con quienes mostrarán sororidad, hablando de tejer redes en este 8M.

 

Norma G. Escamilla Barrientos 

Twitter: @EscamillaBarr

Licenciada en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y maestra en Psicoterapia Psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.