El emprendimiento femenino puede ser una herramienta poderosa para combatir la violencia económica, ya que brinda a las mujeres la oportunidad de generar sus propios ingresos y ser económicamente independientes. Al desarrollar sus propios negocios, las mujeres pueden tomar decisiones autónomas sobre su vida económica y acceder a recursos que les permitan mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

¿Cómo se manifiesta la violencia económica? Cuando una persona controla o limita el acceso de otra a los recursos económicos, como ingresos, propiedades o crédito. En el caso de las mujeres, la violencia económica puede manifestarse no sólo en sus relaciones de pareja, sino también en relaciones familiares o profesionales.

Al fomentar el emprendimiento femenino, se promueve la igualdad de género y se impulsa a las mujeres para que sean agentes de cambio en sus comunidades. A medida que más mujeres se convierten en líderes empresariales, se desafían los estereotipos de género y se rompen barreras sociales que perpetúan la desigualdad y la violencia económica.

¿Cómo se logra lo anterior? A través del impulso que las mujeres hacen hacia la innovación, la generación de empleo y la equidad de género, cuando crean y mantienen un negocio. No es un secreto que las mexicanas son grandes creadoras de empresas y proyectos. Ya sea para crear un ingreso adicional o para mantener a su familia, con flexibilidad de tiempo, las mujeres siempre han generado negocios exitosos.

Las emprendedoras mexicanas se desenvuelven en diversos sectores, desde tecnología y comercio electrónico hasta moda, alimentación y bienestar. Sus proyectos reflejan una visión innovadora y sostenible, con un enfoque en el bienestar de la comunidad y la protección del medio ambiente. Además, muchas han desarrollado soluciones y productos enfocados en el empoderamiento y la mejora de la calidad de vida de otras mujeres.

De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2021, las mujeres forman el 46.2% de la formación emprendedora nacional, lo cual demuestra que el emprendimiento femenino está ganando terreno en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres. Este avance es resultado de una combinación de factores, como el mayor acceso a la educación, la participación en la fuerza laboral y el apoyo de programas enfocados en el empoderamiento económico de las mujeres.

Sin embargo, a pesar del progreso alcanzado, el emprendimiento femenino en México enfrenta retos significativos. Uno de los principales desafíos es la brecha de financiamiento, ya que las mujeres suelen tener menor acceso a créditos y capital de riesgo en comparación con los hombres. Según un estudio de la consultora McKinsey, en América Latina, solo el 2% del capital de riesgo se destina a empresas lideradas por mujeres.

Además, la desigualdad y los estereotipos de género siguen siendo barreras para el desarrollo del emprendimiento femenino. Muchas mujeres enfrentan dificultades para equilibrar sus responsabilidades familiares con las exigencias del emprendimiento, y en ocasiones son percibidas como menos capaces o menos ambiciosas que sus contrapartes masculinas.

Para superar estos desafíos y potenciar el emprendimiento femenino en México, es necesario implementar políticas y programas que aborden de manera efectiva la brecha de financiamiento y promuevan la equidad de género en el ecosistema emprendedor. Es crucial que los inversionistas, las instituciones financieras y los programas de apoyo sean conscientes de estas desigualdades y actúen de manera proactiva para cerrar las brechas.

Asimismo, es fundamental promover la educación y la capacitación en habilidades de liderazgo, negociación y gestión financiera para las mujeres emprendedoras, ya que estas competencias son esenciales para impulsar el éxito de sus proyectos y garantizar su autonomía económica. Al abordar estos desafíos y empoderar a las mujeres emprendedoras, se puede lograr un impacto transformador en la sociedad, impulsando el crecimiento económico, la innovación y la lucha contra la violencia económica