En octubre de 2025, más de 40 mujeres nos reunimos durante tres días en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA-UNICACH), hogar del potente posgrado en Estudios e Intervención Feministas. Fueron tres jornadas para encontrarnos desde muchos lugares: como amigas, colegas, compañeras y mujeres diversas que buscan pensar —y sentir— otros horizontes posibles.

Entre conferencias, talleres, conversaciones de pasillo, café compartido, caminatas, escritura y pequeños ritos cotidianos, fuimos reconociéndonos de nuevo y comprobando, en la experiencia, que hay otras maneras de hacer y sostener la vida: necesarias, urgentes y profundamente humanas.

En las líneas que siguen, nosotras, Ana Carolina y Margarita, queremos compartir apenas un destello de todo lo que nos dejó este encuentro que se vivió, al mismo tiempo, como un oasis en el desierto académico, un abrazo colectivo, un golpe de aliento, un vuelco al corazón y un rumbo para seguir andando.

Mujeres de Ecuador, Colombia, Mozambique, Sudáfrica, Brasil, Venezuela, España y los diferentes territorios de México, fuimos llegando poco a poco a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, mientras que un grupo más pequeño que no pudo acompañarnos ocupó el espacio virtual para desarrollar algunas de las reflexiones que aquí compartimos.

Día I. Contra-cartografías. Reconociéndonos desde nuestros territorios

Muy tempranito, el miércoles 22, comenzamos a encontrarnos con amigas de muchos caminos y a re-conocernos con otras mujeres que se convertirían en las siguientes jornadas, en maestras y compañeras entrañables. Tras la inauguración oficial, nos reunimos alrededor de una ofrenda colectiva en la que pedimos permiso a las guardianas de los cuatro puntos cardinales para comenzar los trabajos. Allí recibimos este poderoso mensaje: “hay abundancia en lo pequeño”.

La conferencia magistral abrió un campo de reflexiones que nos atravesaron con fuerza. Expuso cómo el norte global sigue eclipsando los saberes nacidos en los sures, incluidos aquellos marcos comunitarios que entienden el cuidado como reparación y como construcción colectiva. De ahí surgió una pregunta que nos descolocó: ¿cómo afrontar los conflictos sin reproducir los egos y las lógicas del sujeto neoliberal?

Cuidar —se dijo— es rehacer los vínculos e imaginar los espacios, también los urbanos, como territorios para sostener la vida.

Desde Ecuador llegó otra provocación luminosa y dolorosa: ¿qué somos capaces de imaginar mientras sufrimos? En esa tensión apareció la metáfora que nos acompañó el resto del encuentro: construir barcos para atravesar juntas la tormenta, reconociendo las continuidades entre luchas que el proyecto colonial insiste en presentarnos como aisladas. Y asumir que la esperanza, como diría bell hooks, no es un adorno, sino un trabajo cotidiano.

En un segundo momento, nos adentramos en dos preguntas sobre los comunes: ¿qué conflictos los atraviesan? y ¿qué estrategias territoriales permiten defenderlos? Aparecieron paisajes complejos (narcotráfico, migración forzada, despojos, racismos, fracturas comunitarias, disputas por vivienda, falta de propiedad para mujeres, sobreinformación despolitizadora), pero también un repertorio vivo de acciones que sostienen la vida como el litigio estratégico, la educación política, la compra colectiva de tierras y la ocupación de múltiples y nuevos espacios. 

Día II. Metodologías vivas para cuidar y sostener la vida

El segundo día, descansadas, desayunadas y contentas continuamos los trabajos en torno a las Metodologías vivas. A lo largo de toda la jornada, se compartieron herramientas y estrategias metodológicas que les han permitido tejer reflexiones y compartencias en sus territorios. Algunas de las reflexiones que emergieron de esa jornada giraron en torno a la necesidad de reconocer que toda apuesta metodológica es epistémica y ontológica; en esa ruta, advertimos también que todo proceso de lucha genera saberes.

Compartir estrategias que se han cocinado desde la imaginería y las luchas, nos permitió desplegar una constelación de metodologías otras, que nos convocan a reconocer la relevancia de incorporar (hacer cuerpo) el goce y el juego, no sólo como dimensión lúdica (sin duda importante), sino también como posicionamiento ético, político y epistémico.

Día III. Las palabras con las que nombramos y habitamos el mundo

Con alegría, cansancio y ganas de prolongar ese oasis al infinito, llegamos al día de cierre. El propósito de este último día era trabajar en la conformación de una diccionaria colectiva. Para iniciar, abrimos con un diálogo con compañeras que durante esos días estuvieron trabajando desde otras latitudes a través de encuentros virtuales. Escuchamos su palabra y compartimos la nuestra. 

Ya juntas, nos fuimos encontrando para tejer una diccionaria posible desde el reconocimiento de nuestras luchas y nuestros sueños. Juntanza, pedagogías feministas, sutileza de la resistencia, reciprocidad, agroecología, aguas, comprensión son algunas de las palabras que se fueron entretejiendo como parte de esta constelación. Con nuestras palabras escritas en el cuerpo y papelógrafos, salimos a los patios a ocupar el espacio, a resignificar el lenguaje de la academia, a nombrar nuestras relaciones desde otros terruños

Hacia el final de la sesión de trabajo, volvimos a reunirnos alrededor de la ofrenda colectiva que habíamos creado con objetos traídos desde distintos rincones de nuestros territorios. Allí, envueltas por el incienso y por la alegría —y la fuerza— de sabernos juntas, agradecimos a las guardianas del sur y cerramos los trabajos.

Yo (Margarita) recuerdo haber buscado a Ana para abrazarla; aún llevo en la piel ese refugio con el que ella me recibió. Que estas líneas sirvan también para agradecer esa complicidad de amiga y corazona. Y yo (Ana) camino con un corazón profundamente agradecido por encontrar en Margarita el regalo de la amistad y los tejidos del cuidado.

A todas las compañeras que en estos días tejieron en colectiva, gracias con todo nuestro corazón. Y a Delmy Cruz, Paula Soto y Diana Ojeda, nuestro agradecimiento siempre por hacer posible esta juntanza colmada de cuidados, reflexiones encorazonadas, alegrías y la certeza de que otro mundo sí puede gestarse. Sobre todo, gracias por mostrarnos cómo abrir grietas en la academia para convertirla, aunque sea por un instante, en hogar y en hoguera.

*Sobre las autoras:

Ana Carolina Gómez Rojas. Profesora-investigadora del Instituto Mora. Sus líneas de investigación se vinculan con la construcción de las relaciones políticas en escenarios de conflictividad socio-ambiental. En su trabajo docente cubre áreas de teoría social y política, así como diseño cualitativo de la investigación. Cruzada por la docencia, la investigación y la maternidad, intenta construir reflexiones y prácticas desde y para el cuidado.

Rosa Margarita Sánchez Pacheco. De oficio maestra, socióloga y bordadora. Doctora en Ciencias Sociales e investigadora del campo educativo en la UAM-Xochimilco. Integrante de la Colectiva Entramados del cuidado. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Contacto: rosasanchez@filos.unam.mx 

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