El 8M, como ahora se le conoce, es una conmemoración global. En múltiples capitales del mundo y en cada vez más ciudades de diverso tamaño se realizan marchas masivas con demandas, unas más generales e históricas y otras relativas a los contextos regionales, nacionales o locales. En México la demanda más presente, sentida y dolorosa tiene que ver con las miles de mujeres desaparecidas y asesinadas, con los miles de feminicidios.
En México hay aproximadamente 10 feminicidios al día. ¡10 víctimas por día de delitos asociados con la violencia de género que mata!
En la Ciudad de México, así como en otras ciudades del país, la mancha morada que grita su hartazgo ante esta situación ha ido en aumento. La principal novedad es la presencia masiva de jóvenes vitales, cansadas y rabiosas ante la continuidad, recrudecimiento e impunidad de la violencia de género en el país. Una de las frases que se repiten en un sinfín de carteles es “No quiero ser valiente, ¡quiero ser libre!”.
Justamente, Karina Avilés en su tesis de maestría Quemar el miedo: un acercamiento al movimiento feminista de la CDMX desde las emociones y la acción directa de las encapuchadas del Bloque Negro, apunta que el tema de la renovación generacional es uno de los aspectos señalados por la literatura especializada, la cual registra las características de los nuevos feminismos. También sus observaciones en las marchas la llevan a coincidir con los cuatro rasgos. Las otras tres características señaladas por Avilés son: el uso de las redes sociodigitales, las emociones y la acción directa.
Los orígenes del 8M
El inicio de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer es disputado. Según Lucía Núñez, el 8 de marzo tuvo como base ideológica las teorías socialistas de la segunda mitad del siglo XIX. A partir del libro de Ana Isabel Álvarez Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1920-1945, afirma que Clara Zetkin propuso la organización de ese día en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910, inspirándose en el Woman’s Day que las socialistas americanas celebraban desde 1908 con el fin de reivindicar el derecho al voto para las mujeres.
También podemos leer en un artículo colombiano el mismo tipo de referencias históricas. Natalia Calderón escribía en 2020 que si bien el día tiene que ver con una serie de sucesos como la muerte de 146 mujeres y decenas de heridas durante un incendio ocurrido el 25 de marzo de 1911 en la fábrica textil Triangle Shirwaist Company en Nueva York, en 1910 tanto en Alemania como en Dinamarca, Suiza y Austria se celebró “por primera vez y de manera conjunta el Día Internacional de la Mujer un 19 de marzo, después de que la feminista Clara Zetkin presentara esta propuesta en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en la capital danesa”.
Sea como sea, la importancia del 8M ha ido en aumento y tiene que ver con los contextos en los que se lleva a cabo. Es decir, si bien, ha girado alrededor de las mujeres y la defensa de sus derechos, los énfasis han ido cambiando porque una conmemoración, una manifestación, una marcha es un ente vivo y va configurándose y reconfigurándose en relación a los momentos en los que se desarrolle.
En México, la violencia feminicida y la desaparición de mujeres es escandalosa. La impunidad también y es este hecho lo que hierve la sangre de las manifestantes, sobre todo jóvenes que caminan desde diversos puntos de la ciudad central hasta el Zócalo capitalino.
En la marcha del pasado miércoles 8 de marzo todo era conmovedor, pero algo en particular me hizo vibrar hasta lo más profundo. Vi varios grupos pequeños de mujeres, calculo que tenían entre 18 y 21 años, portando camisas y carteles con la foto de alguna amiga. Se podía leer “Marchamos hoy porque ella ya no puede hacerlo”. En general tenía el nombre de la amiga en el mismo cartel. Al verlas sentí la desolación y el miedo de haber perdido a una amiga, pero también la energía para marchar y gritar “Ya no más”.
Alicia Márquez Murrieta
Doctora en Sociología por el CEMS-EHESS de París. Miembro del SNI. Investigadora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y miembro asociado del CEMS-EHESS, París. Una de sus principales líneas de investigación es analizar la relación entre problema público y acontecimiento en la temática de la?"violencia obstétrica".