A casi nada de cerrar este 2023, un año en el que casi volvimos a la normalidad, después del encierro obligado por la aparición del covid-19, estamos cerrando con muchos temas urgentes, el recrudecimiento de la guerra entre Rusia-Ucrania, Israel-Hamas, y una tensión frontal entre Brasil y Venezuela por Guyana y Esequibo. En México, tenemos la contienda electoral tanto local, como nacional, los ataques por aire en el estado de México, Zacatecas y diversos estados de nuestro país. Casos como el de una joven de secundaria que le quita la vida a su compañera con una piedra, jóvenes que le tiran gasolina a su compañero y luego le prenden fuego, una escuela irresponsable que deja solos al padre y madre, quienes tuvieron que llegar hasta la CDMX para poder ser atendidos.
Ante tal panorama, me pregunto ¿qué estamos haciendo cómo familias, sociedad e instituciones para haber sido rebasados por estas violencias? ¿qué está pasando en los hogares?, ¿qué no están mirando los padres, madres, tutores, escuelas?, ¿cómo se está haciendo el acompañamiento de estas generaciones?, que, sin más, planean perversamente y gozan del dolor de los otres. Me parece que es una época donde la autodestrucción y la destrucción está ganando espacios.
Y sin la idea de negar esta realidad, lo que resonó en mí, fue justo el título de la exposición de la escultora mexicana Nour Kuri, expresionista-surrealista, La necesidad de tu abrazo, obra compuesta de 42 piezas, exhibidas en la intimidad de la Galería Torre del Reloj, ubicada en el parque Lincoln, Polanco, la cual podrán abrazar del 7 de diciembre al 15 de enero 2024, una propuesta que nos lleva a repensar sobre el impacto del abrazo, presente y en ausencia, sentirlo en sus diversas formas y expresiones.
Esta obra nace de la imposibilidad de abrazarse durante la pandemia y lleva a la escultora a visualizar algunos aprendizajes:
“El primero, la imposibilidad de abrazar a nuestros seres queridos para no contagiarlos, cómo una forma de cuidarnos responsablemente; segundo, el experimentar los abrazos a través de los ojos y la expresión facial que no habíamos experimentado; tres, la expresión de mi abrazo a la pareja, amigos, familia y a mí misma, porque lo necesitaba; y cuarto, como un acto de reparación, mi primer contacto con la escultura fue cuando murió mi madre, mágicamente el barro me curó la tristeza, me abrazó y se convirtió en un medio de expresión al tocar y percibir el aroma de esa tierra húmeda y dócil, que es vida”.
La escultora mexicana, Nour Kuri, nos comparte sobre la intimidad y el diólogo que establece con los diversos materiales “cada pieza es única, como el sentir, en esa conexión te descubres, eres y creas. Yo no hago bocetos, me voy directo a la creación, sí con una idea, que poco a poco va tomando forma o se trasforma totalmente”. La mujer creadora vive un acto libertario al poder expresar sin restricciones su sentir, “mi obra no tiene rostros con la intención de no determinar una historia y promover el autoencuentro y la autorreflexión de quien las mira”.
Finalmente, La necesidad de tu abrazo puede significarnos muchas cosas, el vínculo con una misma, con los otros, la construcción del ser humano, cuando salimos del útero materno al mundo frío, el cálido abrazo materno y luego paterno, será algo que nos sostendrá al inicio y a lo largo de la vida. Abracemos entonces, no perdamos esa capacidad humana, de sentirnos, de darnos, de acompañarnos y de hacer sentir bien a los otres, que a su vez nos harán sentirnos mucho mejor en este recorrer de la vida.