Parece broma pero es anécdota. Detrás de la célebre expresión de “mi peor es nada” se esconde un cóctel de amor romántico, machismo y sistema patriarcal que deja afectaciones serias en la autoestima de las personas y en el derecho a la plenitud en pareja.
¿Por qué nos conformamos?
Puede haber diversas causas, pero la más común, según la literatura académica en Sociología y Psicología, es el miedo a la soledad. Ese temor nos lleva a mantenernos en una relación insatisfactoria, aunque nos demos cuenta de que es insuficiente. Pero, ¿acaso no merecemos todo? Aunque profundizar en el tema a nivel interior no es fácil, sí puede abrir la puerta de una mejora cualitativa en el bienestar cotidiano.
Otro motivo muy estudiado por el que las personas se quedan con su peor es nada es la baja autoestima. Y sí, ya sé lo que estás pensando: ¡es un círculo vicioso! La baja autoestima conduce a conformarse con una pareja regular, lo cual afecta… la autoestima. Y así pueden pasar meses, años o décadas en un estado de insatisfacción emocional encubierto en el oasis civil de “no soltera", que tanto condena nuestra sociedad. ¿Vale la pena?
A veces la pena de mostrarnos solteras en compromisos sociales o en fechas relevantes como Navidad, los cumpleaños y, por supuesto, el 14 de febrero se vuelven pretextos para alargar el cierre de una relación insatisfactoria. Parece un capítulo de Black Mirror: de pronto, es preferible aparentar una vida perfecta en redes sociales a realmente vivirla.
Y entonces vienen los videos melosos en las historias de insta o las fotos de esa cita envidiable en el restaurante de moda con una persona que en realidad no llena nuestras expectativas, situación que se agrava considerablemente conforme ganamos años, un hábito bastante castigado en las mujeres. La presión aumenta y a lo mejor esa pareja que en nuestros 20’s hubiera sido un “no” rotundo ya con unas décadas más se vuelve aceptable como… ¡peor es nada!
La codependencia emocional, creer imposible vivir en soltería o carecer de herramientas emocionales para desafiar los mandatos de género que nos imponen el ser, como diría Marcela Largarde, madresposas desde niñas sí que pesan. En este día de San Valentín quiero recordarte que, si te sentiste identificada con los escenarios de este texto, mereces experimentar un amor pleno. Y siempre se empieza con un flechazo en el espejo: lo peor no es nada, es conformarte con poco.
¡Quiérete mucho, feliz y feminista 14 de febrero!