Norma Lucía Piña, quien se convirtió el año pasado en la primera mujer en presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), decidió sacudir el pacto patriarcal que opera en el Poder Judicial en el país.
Esta semana ordenó una investigación contra Arturo Zaldivar, exministro presidente de la SCJN, por una denuncia anónima que reveló que, supuestamente, Zaldívar presionó a varios jueces para que emitieran sentencias favorables para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La investigación contra Zaldívar también salpica a un grupo de sus excolaboradores en el Poder Judicial. Él, por su puesto se defendió, y acusó a Piña de tener una “ingenuidad enternecedora” y una “torpeza política impresionante” para tomar esta denuncia en su contra, adjetivos que están cargados de una evidente misoginia contra la ministra presidenta.
Zaldívar, quien ahora está en el equipo de Morena apoyando la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, dijo que buscará que se abra un juicio político contra Piña por la investigación que se abrió en contra de él, la cual acusó de estar repleta de “irregularidades”.
Como era de esperarse, López Obrador salió en defensa de Zaldívar y reiteró que el exministro y sus colaboradores acusados tienen el respaldo y confianza de su gobierno. Además, en tono de burla dijo que quiere ver un “pago por evento” del pleito entre Piña y Zaldívar.
Piña siempre ha sido una ministra incómoda, sobre todo para el presidente López Obrador. Su llegada a la Corte fue leída desde el principio como una derrota para el gobierno de López Obrador. Se decía que el perfil de Piña no cumpliría “los caprichos” del presidente desde la SCJN, como sí lo hacía Zaldívar.
Desde que Norma Piña llegó a la Corte, López Obrador se ha encargado de desprestigiar su labor y fomentar también un discurso machista en su contra. Un ejemplo fue decir que la SCJN ahora con Norma Piña “está peor” porque las y los ministros “hacen lo que quieren”.
También se ha referido a Norma Piña como “la señora presidenta” y en febrero del año pasado, dijo que si la ministra había llegado a la presidencia de la Corte era gracias él, riéndose, pues antes —dijo— el presidente podía poner y quitar “a su antojo” a los ministros que llegaban a presidir la Corte.
Estos cuestionamientos tanto del presidente como de Zaldívar ponen en duda la trayectoria y habilidades de Norma Piña, una ministra que ha defendido los derechos de las mujeres y quien empatiza con el movimiento feminista, en un país que tiene una enorme deuda con la impartición de justica en los casos de violencia de género.
La actitud tanto del presidente López Obrador como de Zaldívar frente a la ministra presidenta Piña es un claro ejemplo de la violencia institucional que está presente en un sistema patriarcal que demerita cualquier figura que represente una amenaza a sus intereses, así como la violencia estructural con las mujeres en el poder, pues los hombres y ministros como Zaldívar que llegan a puestos de alto poder y responsabilidad, rara vez son cuestionados por sus capacidades, mientras que a las mujeres en las mismas posiciones, particularmente aquellas que también se nombran feministas, la sociedad patriarcal cuestiona y demerita cada una de sus decisiones.
Norma Piña, quien ha defendido un debate amplio y jurídico en favor del acceso al aborto, la defensa del medio ambiente y los derechos de la comunidad LGBTIQ+, ha sido víctima de violencia institucional, patriarcal y oficialista que opera desde Palacio Nacional.
Recordemos que tras el descontento de López Obrador con Norma Piña, varios simpatizantes lopezobradoristas quemaron y golpearon una figura representando a Piña Hernández en pleno Zócalo capitalino en marzo del año pasado. Norma Piña también recibió amenazas de muerte. Estos actos contra la figura de Piña banalizan la violencia feminicida y la representó contra la ministra.
El caso no es menor. La violencia simbólica y política ataca deliberadamente a la primera mujer que preside esta Corte en un sistema penal en donde prevalecen la figura de los jueces hombres que en el pasado sellaron también pactos patriarcales en sentencias machistas.
Por otra parte, estas desacreditaciones contra Norma Piña también buscan demeritar el trabajo que hace la SCJN, desde donde se han emitido sentencias históricas en la lucha de los derechos de las mujeres como declarar inconstitucional la penalización del aborto en el país u ordenar que se investigue con perspectiva de género todos los feminicidios en México.
También hay que recordar que Lopez Obrador está impulsando una reforma al sistema de justicia penal, la cual busca en primer lugar, reducir el número de las personas ministras que están en la Corte y propone que las y los jueces sean elegidos a través de voto popular y no desde el Congreso de la Unión, como actualmente sucede. Lo cual podría someter al Poder Judicial a la influencia política y poner en peligro su independencia.
Esto es grave porque actualmente es uno de los contrapesos más importantes en el país, pues la Corte es un tribunal autónomo que protege principalmente los derechos constitucionales de las y los mexicanos.
Así que no sólo se trata de un “evento” o espectáculo más en la política mexicana, como hace creer el presidente. Detrás de esta violencia estructural contra Norma Piña están también en riesgo la defensa que se hace desde el máximo tribunal de este país.
Desde su tribuna, Norma Piña ha dejado en claro que es “impostergable de detener de una vez por todas la discriminación y las violencias por razón de género” que sufren las mujeres en México. En esta defensa habría que priorizar también la violencia que se tiene contra la primera mujer ministra en la historia de este país.
Desde La Cadera de Eva reconocemos el trabajo que hace la ministra presidenta Norma Piña y aplaudimos que su representación en el máximo tribunal del país rompa de una vez por todas el pacto patriarcal que anula y niega los derechos no solo de las mujeres, sino de todas las minorías que no son representadas en esas “sentencias favorables” que sí se tienen para los poderosos.
Ministra presidenta:
Gracias por romper el pacto.