“Es delito ser mujer y tener talento”.

María Izquierdo.

La urgente necesidad de comunicarse con la población mayoritariamente analfabeta, para crear una identidad y cohesión, impulsaron a José Vasconcelos a iniciar a principios del Siglo XX, al terminar las batallas bélicas de la Revolución Mexicana, el gran movimiento muralista que creó y eternizó en los muros de varios edificios públicos, situaciones idílicas, pero también realistas y crueles que se vivían y siguen viendo en nuestro país.

El muralismo o pintura mural es, sin dudarlo, uno de los  principales aportes de México a las artes plásticas del mundo, sigue de plácemes. En 2022 celebramos con cierta tibieza, Cien Años de su existencia, y es así como visitamos y releímos a cada uno de los pintores y pintoras creadoras de este  gran movimiento, y también celebramos la existencia de las siguientes generaciones que heredaron y le aportaron diversas concepciones artísticas e innovadoras técnicas pictóricas.  

Roberto Montenegro antecedió en tiempo, pero no en grandeza a la gran triada Orozco, Rivera y Siqueiros, pero también celebramos la concepción muralística de Rufino Tamayo, Manuel Rodríguez Lozano, Carlos Mérida, Saturnino Herrán, Pablo O’Higgins, Juan O’Gorman, Fermín Revueltas, Fernando Leal, José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Fernando Castro Pacheco, Jorge González Camarena, Pedro Coronel, Arturo Estrada, Miguel Covarrubias, Raúl Anguiano y muchos otros grandes pintores con menor difusión, hasta llegar a los contemporáneos como Manuel Felguérez, Vlady, Arnold Belkin, Vicente Rojo y Rafael Cauduro, entre otros.

Pero ¿y las mujeres, dónde están? ¿Participaron en el gran movimiento muralista?, la respuesta es sí. Sin duda han estado, siguen presentes y son parte importante de este pedagógico movimiento, sin embargo no las conocemos o difícilmente recordamos sus nombres, porque les fueron negadas las mismas oportunidades que a los hombres. El imperante machismo sólo les asignaba los papeles de modelos, de musas o de asistentes de los grandes muralistas. El sistema patriarcal las ocultó, les impidió florecer y ocupar el lugar que por mérito artístico se merecían, por eso no las conocemos porque les negaron espacios para concebir sus trabajos, mismos que fueron minimizados, destruidos, recubiertos o rechazados.

Por el sistema imperante en esa época, es que no conocemos la obra de  Aurora Reyes, ni de Elena Huerta, tampoco de Rina Lazo, ni de la internacionalmente reconocida María Izquierdo. Tampoco sabemos de Valeta Swann, ni hablamos de Electa Arenal, o de las hermanas Marion y Grace Greenwood, tampoco de Olga Costa, ni de Isabel Villaseñor o de Elvira Gascón.  

La vida nacional de principios del Siglo XX estaba marcada por la exclusión de las mujeres en muchos campos de trabajo, de las ciencias y especialmente de las artes, pero no obstante esos climas sociales adversos, las mujeres se rebelaron y mostraron sus capacidades y gran talento en el competitivo mundo de las artes plásticas, donde reinaban los visionarios, pero misóginos muralistas. Y sin importar ese mundo adverso las mujeres, como en otros tiempos y situaciones, decidieron realizar la pasión de su vida: pintar y pintar murales, donde plasmaron sus preocupaciones sociales, en especial la desigualdad de las mujeres que también sufrían en carne propia.

Para fines meramente didácticos, es importante señalar que tanto los hombres como las mujeres muralistas han sido agrupados generacionalmente, tomando en cuenta su fecha de nacimiento, independientemente de la cantidad y calidad de sus murales. Es por ello que al mencionar a las principales muralistas mexicanas, tanto de origen nacional como extranjeras, las he agrupado por fechas cronológicas, y por ser muchas muralistas, sólo menciono breves datos de cada una.

Y ya que no todas las muralistas han sido debidamente estudiadas, es necesario recalcar que este tema debe nutrirse con más investigaciones para darles el reconocimiento y el lugar que se merecen en la historia mexicana de las artes pláticas, pues a la fecha esta historia sigue incompleta, faltan las muralistas.

Creadoras de murales.

La chihuahuense Aurora Reyes Flores (1908-1985), considerada la primera mujer muralista, fue además escritora, activista política y maestra. Su primer mural, Atentado a las Maestras Rurales, reflejó la situación de las mentoras y quedó grabado en el Centro Escolar Revolución; su obra Constructores de la Cultura (1962), ubicado en el auditorio 15 de Mayo del SNTE, y el Primer Encuentro (1978), pintado en la Sala de Cabildos de la Alcaldía Coyoacán. Su obra fue conocida en exhibiciones colectivas en Francia, Estados Unidos y en Cuba.

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María Izquierdo (María Cenobia Izquierdo Gutiérrez 1902-1955), como aprendiz y artista consolidada, esta artista jalisciense luchó contra los prejuicios del gremio de los pintores que veía con recelo a sus colegas mujeres, lo que la llevó a emprender una lucha en favor del reconocimiento de las pintoras en el medio intelectual. Fue una de las primeras pintoras mexicanas en exponer en Nueva York, donde mostró sus intensos colores en sus autorretratos, paisajes, naturalezas, escenas circenses y tradiciones mexicanas representadas de forma surrealista y expresionista, en su mural Epopeya del Pueblo Mexicano.

En 1945, las autoridades del entonces Distrito Federal le solicitaron pintar el mural principal del edificio del Ayuntamiento de la Ciudad de México, el tema solicitado fue el progreso en la capital del país, por ello, María Izquierdo propuso en su boceto a una mujer indígena para representar nuestra identidad, y a un hombre portando una carabina y manejando una máquina, expresando la fuerza del trabajo en el campo y en las fábricas, pero también dispuesto a luchar para defender a su gente.

Sin embargo, la triada Orozco, Rivera y Siqueiros no lo aprobaron, más por prejuicios misóginos que por razones artísticas estéticas. Se dice que los tres fueron al edificio gubernamental e impidieron que María Izquierdo siguiera trabajando, lo que la hubiera convertido en la primera artista mujer en pintar un mural en un edificio gubernamental. En 2021 un grupo de mujeres artistas de entre 15 y 27 años comandadas por Dea López, artista y curadora, se dieron a la tarea de realizar el boceto de María Izquierdo y lo plasmaron en la fachada de un inmueble ubicado en la calle Aldama del Barrio de Jalatlaco en la capital oaxaqueña, pero estas mujeres sustituyeron a los hombres que proponía el boceto original de la autora y los sustituyeron para realzar el trabajo de las mujeres

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Valetta Swann (1904-1973), nacida en Susexx, Inglaterra, fue una reconocida pintora y escultora enamorada de la tierra mexicana, de la cual plasmó tradiciones de la vida rural e indígena. Llamó mucho su atención la ardua labor de las mujeres y su contribución, no reconocida, al sustento de la familia. Algunas de sus obras murales son Sinfonía Cósmica y Las Delicias, esta segunda fue creada por encargo para el Museo Nacional de Antropología e Historia, donde se puede apreciar en toda su belleza.

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Elena Huerta Muzquiz (1908-1997), originaria de Saltillo, Coahuila donde engalanó las paredes de la Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, con un mural de 450 metros cuadros, considerado el más grande creado por una mujer. También pintó en el Instituto de Ciencias y Artes y en el Centro Cultural Vito Alessio. Fue maestra de primaria, y con Germán y Lola Cueto, Angelina Beloff y Leopoldo Méndez fundó una Compañía de Teatro Infantil. Su incursión en la pintura mural fue tardía, en tanto no se pedían trabajos a las mujeres en los primeros años de la efervescencia del muralismo. Trabajó en el Taller de Gráfica Popular.

 

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Mary Leonora Carrington (1917-2011) nació en Inglaterra donde tuvo sus primeros encuentros con la pintura, viajó a París donde conoció a Max Ernest con quien inició una relación sentimental, allá conoció a Joan Miró y a André Breton quienes la introdujeron a la corriente surrealista, también se relacionó con Pablo Picasso y con Salvador Dalí. Después de muchas vicisitudes que marcaron su personalidad y con ello su obra, en 1941 conoció al escritor mexicano Renato Leduc con quien tuvo un convenió de casarse para emigrar a nuestro país y después separarse en 1943, ella se volvió a casar ahora con  el fotógrafo húngaro Emérico Weisz, "Chiki", mano derecha de Robert Capa. En México restableció lazos con colegas y amigos surrealistas en el exilio, como André Breton, Benjamín Péret, Alice Rahon, Wolfgang Paalen, Bridget Bate Tichenor y la gran pintora Remedios Varo, con quien mantuvo una amistad duradera. Se consideraba defensora de los derechos de la mujer, en una entrevista con Silvia Cherem comentó: “… me gustaban las ideas de los surrealistas, (pero) André Breton y los hombres del grupo eran muy machistas. "Sólo nos querían a nosotras como musas alocadas y sensuales para divertirlos, para atenderlos.”  Uno de sus murales, El Mundo Mágico de los Mayas que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia. En 2005 le entregaron, muy merecidamente, el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

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Olga Costa (Kostakowsky Fabrikant) 1913-1993, alemana de nacimiento, desarrolló su trabajo en México al lado de su esposo José Chávez Morado, con quien casó en 1935. Conocía ya la técnica pictórica y del dibujo pues había sido antes alumna de Carlos Mérida y del grabador Emilio Emero. En la Escuela Normal de Xalapa, Veracruz, plasmó al lado de su esposo un mural. Fue directora del colectivo Galería Espinal para después crear otras galerías para difundir la obra de las y los pintores de la época. Enamorada de la cultura y tradiciones mexicanas, pintó la infancia mexicana, pero la obra más reconocida es Puesto de Frutas expuesto en la Galería Kleeman de Nueva York, que después se conoció como La Vendedora de Frutas o Frutas Mexicanas, uno de sus cuadros en gran formato y considerado como la mejor pintura en temas frutales.

La gran producción de la extraordinaria Olga Costa fue prolífica y muy importante, lo que permitió que forme parte de diversas colecciones como la del Banco Nacional de México, la de Andrés Blaisten y la del Museo de Arte Moderno, tuvo varias exposiciones en Nueva York, París y Estocolmo. En 1990 en merecido reconocimiento a su trayectoria, recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes otorgado por Gobierno de México.

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Fanny Rabel (1922-2008), nacida en Polonia y avecindada en México, se desarrolló en la pintura de caballete, el grabado, la escenografía y la pintura mural. Fue discípula de Diego Rivera, de David Alfaro Siqueiros y de Frida Kahlo. Estudió en La Esmeralda y su obra se centró en mostrar las emociones de las niñas y niños. Algunos de sus murales son Alfabetización, actualmente se desconoce el paradero de esta obra, y Sobrevivencia de un Pueblo por su Espíritu, que fue pintado en el Centro Deportivo Israelita de la Ciudad de México.

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La guatemalteca Rina Lazo Wasen (1923-2019) llegó a México enamorada del mundo maya, para estudiar en la Esmeralda, algunos de sus maestros fueron Carlos Orozco, Jesús Guerrero Galván, Alfredo Zalce, Federico Cantú y Manuel Rodríguez Lozano. Fue asistente de Diego Rivera, quien considero que Rina era su mejor alumna, en el icónico mural Sueño de una Tarde Dominical en la Alameda Central, lo que le permitió además ser amiga del matrimonio Frida Kahlo-Diego Rivera, se casó con Arturo García Bustos alumno de Frida y perteneció al grupo denominado como Los Fridos.

Asistió también al gran Diego Rivera en los murales ubicados en el Estadio Olímpico Universitario, en el Hospital la Raza y en Palacio Nacional. Entre los varios murales que realizó se encuentra el ubicado en la Escuela Rural de Temixco, Morelos; y Tierra Fértil en el Museo de la Universidad de San Carlos en la capital guatemalteca. Calcó, por así decir, los murales de Bonampak en la réplica que de la zona arqueológica se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia, y también otro mural, Venerable Abuelo Maíz. En 1997 realizó un mural transportable de 2.7 por 7 metros que se inauguró en un famoso hotel de Cancún.    

Rina Lazo es también la única mujer muralista que presentó su obra en el Palacio de las Bellas Artes, en 2021 el recinto exhibió Xibalbá, el Inframundo de los Mayas, mural transportable que mide 2 por 5 metros, y que está basado en el Popol Vuh, además donde ella misma se pintó, antes de transmutar. Esta gran mujer guatemalteca-mexicana tenía la convicción de que el muralismo es un arte con importantes implicaciones sociales y políticas.

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Electa Arenal (1935-1969), poeta, escultora, pintora y muralista. Su primera formación la recibió de su madre Elena Huerta, al trabajar con ella en los frescos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Coahuila. Fue también seleccionada por Diego Rivera para que le asistiera en los murales exteriores que realizó en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. También estuvo en la Tallera Arte Estudio Siqueiros y participó en la realización de los murales del Polyforum Cultural Siqueiros y de la Sala de la Revolución del Museo Nacional de Historia.

Enamorada de los ideales de la Revolución Cubana, viajó varias veces a la isla donde pintó algunas de sus más famosas obras: Canto a la Revolución, Átomos y niños, Revolución Cubana, Infancia, Maternidad y Palomas. Su trágica y significativa muerte sucedió al finalizar la década de los años sesenta, al caer de un andamio mientras asistía al muralista David Alfaro Siqueiros en la realización de un mural.

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Marion y Grace Greenwood, hermanas que nacieron en Estados Unidos, estudiaron en primera instancia en Art Students League de Nueva York y en Académie Colarossi en París.  Vinieron a México atraídas por el movimiento muralista, Pablo O’Higgins enseñó a Marion la técnica del fresco y ella a su vez a su hermana. El primer mural de Marion fue Mercado en Taxco, ubicado en el Hotel Taxqueño en Guerrero. En Morelia, Michoacán, realizó diversos trabajos donde Grace fue su asistente, allí ambas pintaron Hombre y Máquina en el Museo Regional Michoacano, y Paisaje y Economía de Michoacán, en el Colegio de San Nicolás. En el Mercado Abelardo L. Rodríguez de la Ciudad de México, Grace pintó la obra La Minería; mientras que Marion plasmó Los Alimentos y su Distribución por el Canal de la Viga; ambos murales se encuentran uno junto al otro. Mario y Grace pintaron juntas el mural Trabajadores de Todos los Países, Uníos. Las obras de estas maravillosas hermanas Greewood plasmaron para la posteridad la lucha de las clases sociales y  de la libertad de expresión.

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Por fortuna, hay muchas más mujeres que pintaron murales y grandes formatos como Remedios Varo, Isabel Villaseñor, Juana García de la Cadena, Margarita Torres, Rosario Cabrera, Rosa Rolando y Lilia Carrillo entre otras pintoras y muralistas.  

Sin duda se empieza a hablar de las muralistas, pero sin duda también es necesario realizar investigaciones serias que difundan el valor de la gran obra y aportaciones de las mujeres muralistas que trabajaron en los andamios y que eligieron plasmar y eternizar con su creatividad y sensibilidad femenina la realidad mexicana.  Necesitamos conocerlas y apreciar la fortuna de tener a tan grandes muralistas mexicanas y extranjeras, que sin importar la discriminación nos legaron su arte. Vuelvo a repetir que la historia de las artes mexicanas está inconclusa. Las instituciones y las y los críticos de arte están también en deuda con ellas.