El término "male gaze", o mirada masculina en español, fue acuñado por la crítica de cine feminista Laura Mulvey en su ensayo Visual Pleasure and Narrative Cinema publicado en 1975. Se refiere a la representación visual de las mujeres en el arte, literatura y medios visuales desde la perspectiva y los intereses de los hombres, perpetuando así la dominación masculina en la cultura visual.
El concepto del "male gaze" señala que la mayoría de las imágenes y representaciones visuales en la cultura occidental están dirigidas y filtradas a través de la mirada heterosexual masculina. Esto se refleja en la objetificación y sexualización de las mujeres, quienes son representadas principalmente como objetos de deseo para el placer visual masculino.
En la narrativa cinematográfica, por ejemplo, las mujeres suelen ser retratadas como pasivas, vulnerables y subordinadas a los deseos y necesidades de los personajes masculinos se les representa a través de personajes secundarios o en roles estereotipados, relegadas a cumplir funciones relacionadas con la belleza, la sexualidad o el cuidado de los demás.
Transformar la narrativa desde nosotras
La importancia de colocar más mujeres al frente de la dirección y proyectos cinematográficos también responde a la urgencia de cambiar las maneras en las que se hace y narra el cine. Es fundamental para promover una mayor igualdad de género y diversidad en la representación visual y tenemos un efecto fresco para esto: la película Elvis del director Baz Luhrmann vs Priscilla de la directora Sophia Coppola.
En la película de Baz Luhrmann, vemos la vida y despegue de la carrera del cantante Elvis Presley, se le retrata como un héroe y un hombre enamorado de su fiel esposa Priscilla Ann Beaulieu, también conocida -y mal llamada- como Priscilla Presley. A él se le muestra como un talentoso e incomprendido casanova a quien Priscilla deja por no soportar su glamuroso estilo de vida, ¿en realidad fue así?
Sophia Coppola nos muestra el otro lado de la moneda en Priscilla, en la que nos muestra cómo inició la relación, cuando Priscilla tenía 14 años y estudiaba la secundaria, Elvis tenía 24 años y ya tenía fama mundial. Elvis insistió a los padres de Priscilla que la dejaran salir con ella y, a escondidas, le daba estimulantes como anfetaminas para que la joven Priscilla pudiera resistir el cansancio de los desvelos durante sus clases en la mañana.
También Sophia Coppola nos muestra cómo era Elvis como pareja, un hombre posesivo y violento que incluso llegó a arrojarle una silla a Priscilla durante un ataque de ira, también fue él quien decidió tornar el cabello de Priscilla de rubio a negro y le decía cómo maquillarse. No te contaremos mucho más datos de la película para no spoilearte, pero todos los sucesos narrados en la película están basados en el libro de memorias de Priscilla Beaulier: Elvis y yo, en el que narra estos y otros actos de manipulación que vivió al lado del cantante.
Elvis, donde quiera que estés, obviamente te iban a dejar, nosotras también lo hubiéramos hecho.