El papel de la mujer en las empresas en este milenio estará marcado por esta nueva realidad: la mujer ha salido de la 'esfera privada' y ya está presente activamente en todas las profesiones. Sin embargo, las dos esferas, la privada y la profesional, siguen manteniéndose absolutamente alejadas como dos tareas incompatibles, con graves consecuencias para el modo en que hombres y mujeres conviven y para la estructura de la sociedad en todo el mundo.
Hombres y mujeres continúan cuestionándose su identidad personal y su papel en la familia y en la sociedad, la mujer actual ya no es el prototipo ideal del hombre y el hombre actual no es "la prototipa" ideal de la n
ueva mujer.
El modelo de empresa que la mujer puede ayudar a implantar desde una visión verdaderamente humanista de la vida es mucho más acorde con lo que exigen los tiempos que corren. Por regla general, las mujeres directivas tienden a alentar la participación y dan mucho valor a la comunicación interpersonal.
En un puesto directivo, la mujer suele confiar más en la cooperación que en la competencia. Asimismo, a la mujer le gusta fomentar el trabajo en equipo entre sus compañeros y compañeras de trabajo. A diferencia de muchos hombres, las mujeres no ven la participación y la delegación como una amenaza a su autoridad, sino como una parte integral de su papel directivo.
Mientras que el hombre tiende a sucumbir al racionalismo y sólo valora lo que puede cuantificarse, en el caso de la mujer, el riesgo suele ser rendirse al sentimentalismo que hace prevalecer el corazón sobre la cabeza.
Esto puede ser peligroso tanto para la empresa como para la mujer que actúa de ese modo, pues ésta puede acabar involucrándose en exceso en los problemas personales de la gente con la que trabaja, llevárselos consigo a casa y desvelarse por ellos como si fueran los suyos propios. (María Luisa Flores Del Valle )
En el proceso de la toma de decisiones hombres y mujeres son complementarios. Ellas parten con frecuencia de las realidades prácticas, ellos de los conceptos abstractos y de los grandes sistemas teóricos. Esto queda patente en las reuniones de trabajo, las mujeres son más rápidas, operativas e informales. Los hombres gustan más de seguir procesos y verificar resultados.
Ambas tendencias y modo de trabajar, tomar decisiones y ver la realidad son complementarias, por ello la mujer puede aportar de nuevo un valor específico al mundo laboral. Si a todo ello añadimos que en el siglo XXI la fuerza motriz será la inteligencia emocional, y por tanto la inteligencia práctica, estamos de nuevo poniendo sobre la mesa un cambio que recae en gran parte sobre la mujer, ya que en ella está más patente esta competencia que en el hombre donde queda muchas veces en un plano secundario.
Algunas autoras como la noruega Jane Haaland Matláry o el novelista Martínez Pisón han denominado nuestro siglo como "El tiempo de las mujeres".
Tres son los hechos fundamentales que se han dado en torno al estatus femenino en nuestro siglo: el derecho al voto y la autonomía legal en lo que respecta a sus derechos civiles, la igualdad y el acceso a la educación y el acceso masivo al mercado laboral.
Existe además en muchas ocasiones, un modo peculiar de ver el mundo, aunque se llegue al mismo conocimiento e incluso al mismo juicio y éste está basado en la tendencia de los hombres a contemplar el mundo impersonalmente a través de sistemas lógicos y legales, mientras que las mujeres ven el mundo como un conjunto de relaciones, movido por conexiones humanas más que a través de normas.
En cualquier caso y como parte de la adaptación al cambio que se requiere para la empresa en el futuro, es necesario equilibrar los sistemas racional e intuitivo en la dirección de empresas. Las mujeres poseen desde la infancia una tendencia innata a la comunicación interpersonal, y en líneas generales, de un modo más acusado que en los hombres, su atención especial hacia la persona, como hecho derivado de su condición física y psíquica orientada a la maternidad.
Por otra parte, las mujeres tienden a actuar según un proceso mental más integral. Les es más difícil separar sus sentimientos de su trabajo, lo que significa que toman decisiones que implican toda su personalidad. Para expresarlo llanamente, ellas siguen siendo más humanas que los hombres, precisamente porque no están tan divididas en su forma de pensar. (María Luisa Flores Del Valle )
Además, la mujer es un agente de cambio en la empresa, porque su aportación es específicamente necesaria y demandada en momentos que requieren más flexibilidad y capacidad de aprendizaje acorde a las competencias en el ámbito laboral y familiar: comunicación, integridad, capacidad de autocrítica, gestión del tiempo y equilibrio emocional, muy demandadas en el mercado laboral.
Este camino de dos esferas muy mío, quizá muy tuyo o muy de todas las que decidimos salir…