Aunque durante los siglos XVIII y XIX, las soldaderas, trabajadoras, maestras, periodistas no se autodenominaban como feministas, ellas cimentaron parte primordial de los movimientos por los derechos de las mujeres que conocemos en la actualidad.
Los nombres de Hermila Galindo, Elisa Acuña, Elvia Carrillo Puerto y aquellas que impulsaron el derecho al voto para las mujeres son reconocidas en la historia del movimiento feminista en México, sin embargo, las vidas de las mujeres que dieron los primeros pasos hacia la lucha feminista muchas veces no son nombradas, dejando un vacío en las narraciones feministas.
Aunque muchas de las mujeres no pueden ser nombradas individualmente, rescatamos su labor en conjunto y su sed por exigir paridad laboral y derechos. Sin la sublevación de las mujeres trabajadoras, y de las primeras mujeres que se dieron paso a través de la academia dominada por hombres, la lucha en el presente no existiría.
Obreras y trabajadoras: las voces que iniciaron las luchas de las mujeres
Antes del Primer Congreso Feminista de México, que se llevó a cabo en 1916 en Yucatán durante la primera mitad del siglo XIX, las mujeres en nuestro país ya se oponían a las prácticas patriarcales del Estado.
En 1824, un grupo de mujeres originarias del estado de Zacatecas manifestó su interés al Congreso Constituyente de participar en la toma de decisiones del país, y en 1856, 81 mujeres solicitaron ejercer sus derechos políticos, argumentando que la entonces legislación no excluía de manera explícita el derecho al voto de la mujer.
Las mujeres fuera de los espacios académicos, atravesadas por el trabajo y la explotación laboral en fábricas ya encabezaban movimientos sindicalistas en el siglo XIX.
Uno de los casos más conocidos es el de las cigarreras en la ahora Ciudad de México; por órdenes del Rey Carlos III, la industria tabacalera se instauró en el país desde la época de la Nueva España y durante el siglo XVII, las mujeres trabajadoras vivieron las consecuencias de la disparidad de género, la explotación laboral y las condiciones insalubres de trabajo.
Gertrudis Barrios, junto con otras trabajadoras de La Real Fábrica de Puros y Tabaco, denunció las condiciones, malos tratos y horarios amplios de la fábrica ante las autoridades, la consecuencia dentro del sistema fue oprimir a las mujeres y despedirlas por “alborotadoras”.
Este fue uno de los incidentes que dio inicio a la sublevación de la mujer trabajadora. “¡El hombre no puede ser superior a la mujer, puesto que ambos son de una misma materia, del hombre se hace un libre pensador; de la mujer una esclava!”, fue el inicio del texto que se publicó en el diario El Hijo del Trabajo bajo la autoría de “Juana, La Progresista”, en 1876.
Las luchas de las mujeres siempre han sido diversas, sin embargo, muchas veces se excluye de la conversación a aquellas mujeres que negaron las condiciones de desigualdad e injusticia en los diferentes espacios de la vida pública y privada.
Juana Belén Gutiérrez de Mendoza denunció en 1897 las condiciones de explotación laboral en La Esmeralda en Minas Nuevas. La obrera y luchadora social Lucrecia O. Toriz encabezó y participó en los movimientos de mujeres durante la Huelga de Río Blanco en 1907.
La educación como catalizador del movimiento feminista
Los proyectos para democratizar la educación más allá de las enseñanzas religiosas cobraron auge durante la mitad del siglo XIX. En 1864 se inauguró la primera Escuela Secundaria para Señoritas y, durante el acto inaugural, su directora, María de Belem y Mendéz recitó lo siguiente: “No hay nada más útil e interesante que la educación de una mujer (...ninguna nación) ha alcanzado el refinamiento de la civilización hasta que no se ha ocupado de la mujer. ¡Una nueva era comienza hoy!”.
Las escuelas para mujeres comenzaron a popularizarse durante el resto del siglo, y el 18 de enero de 1886, Margarita Chorné y Salazar se convirtió en la primera mujer en obtener un título profesional. Se graduó como dentista durante el Porfiriato, recién aceptada la educación universitaria para las mujeres de la burguesía.
La escritora guerrerense, Laurena Wright escribió el artículo “La emancipación de la mujer por medio del estudio” y el 1884 fundó la primera revista feminista en México Las Hijas de la Anahuác, en donde se incluían textos sobre la igualdad de los derechos entre mujeres y hombres y el avance de la lucha de las mujeres en el extranjero.
Las mujeres se formaron como revolucionarias, los ideales de liberación forjaron maestras revolucionarias y organizadas en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. Las manifestaciones y llamados para formar parte del esquema político del país se avivaron unos años después, durante el tiempo de la Revolución Mexicana.
Los logros del movimiento feministas y de las luchas de las mujeres han sido posibles gracias a esos primeros pasos: La celebración del Primer Congreso Feminista de México en Mérida, Yucatán, en 1916; la postulación de mujeres como candidatas a diputadas en 1923 por el Partido Socialista del Sureste; el derecho al voto y la igualdad de derechos políticos en 1953, y la lucha por la despenalización y acceso al aborto seguro y gratuito comenzaron en las voces de mujeres trabajadoras y académicas que se abrieron paso en un México dominado por los hombres.