“¿No les da pena estar ahí paradas?”, le gritan algunos vendedores ambulantes a Leticia, una mujer de 65 años que desde hace 15 años se ha desempeñado como trabajadora sexual en la Ciudad de México. Leticia sabe que no tiene motivo para sentir esa vergüenza que le incriminan, pues explica, las personas no conocen de sus necesidades y tampoco de sus motivos que la impulsan a buscar trabajo diariamente. 

De acuerdo con un conteo realizado por la organización Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer E.M, antes de la pandemia ejercían 7 mil 700 trabajadoras sexuales en el área metropolitana, ahora se estima que hay 15 mil 200, de las cuales, el 10% son mujeres de la tercera edad que viven situaciones de precarización y vulnerabilidad. 

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Foto: Cuartoscuro

Leticia es una madre autónoma, su hija de 25 años padece de una condición que, en sus palabras, se caracteriza por “ataques y ausencias”, lo que la convierte en el único sostén de su hogar. Otra de las situaciones que vive es el edadismo de otras compañeras más jóvenes quienes la discriminan, sin embargo, Leticia explica que no se desanima y sale todos los días a conseguir clientes aunque, reconoce que difícilmente logra cubrir las necesidades del hogar al concretar sólo un trabajo cada semana -aunque hay veces, que pasa semanas sin conseguir trabajo-.

Leticia recibe una despensa por parte de Brigada Callejera y también, existen clientes que al verla, estrechan una relación de amistad y cada cierto tiempo, la apoyan. Por ejemplo, existe una persona que cada semana le regala a Leticia dos cartones de huevo. Es así como, explica, logra sobrellevar su semana. 

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De acuerdo con el diagnóstico de Brigada Callejera, las trabajadoras sexuales de la tercera edad es el grupo más vulnerable, pues tras la pandemia, aumentó en un 100% su precarización, la violencia económica y su situación de pobreza.

Vulnerabilidad y aumento de VIH 

Ante este escenario, se ha detectado otro problema serio que ha despertado las alertas entre las colectivas de trabajadoras sexuales, y es que, se tiene registro de un aumento considerable de contagios de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. 

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¿Por qué pasa esto?, Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera explica que existe un constante abuso por parte de los clientes quienes se acercan a estas mujeres ofreciéndoles menos dinero por su trabajo o bien, les ofrecen un poco más de dinero a cambio de realizar el trabajo sin preservativos; una práctica violenta y ventajosa que se aprovecha de las mujeres en su vejez

“La necesidad económica ha llevado a varias de ellas a acceder, aunque esta práctica pone en riesgo su salud”, acota Elvira Madrid.

Asimismo, este grupo es mayoritariamente sostén principal de familia y por lo regular, dependen de ellas entre 4 y 5 personas.  

“La vejez en el trabajo sexual es muy difícil, muchas veces así como llegamos, nos vamos es decir por semana llegamos a trabajar una vez, agarramos a un cliente, pero a veces es menos. Yo todos los días me veo al espejo y aveces pienso ya se notan los años, pero yo solita me trato de animar, de arreglarme y sentirme mejor, me anima saber que otras trabajadoras sexuales o la misma Brigada me apoyan para seguir adelante” (Chabelita, trabajadora sexual, 65 años)

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Foto: Brigada Callejera