El 3 de marzo de 2016, la activista indígena lenca Berta Cáceres fue asesinada en lo que se considera como un feminicidio político. A casi nueve años de su asesinato, Honduras dio un paso hacia la justicia en su caso, aunque aún existen incertidumbres en su caso que siguen sin esclarecerse.
Este 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Corte Suprema de Justicia de Honduras ratificó la sentencia de siete de los ocho hombres condenados por este caso en los juicios de 2018 y 2021, según informó el Consejo Cívico de las Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) a través de un comunicado.
En parte, la ratificación a la condena de los coautores del crimen obstaculiza el acceso a la justicia; tras años de impunidad, esta decisión levantó inquietudes por parte del COPINH, el cual señaló que estás modificaciones aplazan el camino hacia la justicia y reducen el tiempo de condena.
Foto: cuartoscuro
Los implicados en el caso son: David Castillo, empleado de la familia Atala y quien fungió como mediador entre quienes ordenaron el asesinato y quienes lo llevaron a cabo; Douglas Bustillo, ex-militar y jefe de seguridad de la familia Atala y coordinador directo del feminicidio político; Mariano Díaz, oficial de las fuerzas especiales de Honduras y coordinador del grupo sicarial que realizó el ataque; y miembros del grupo sicarial que realizó el asesinato la madrugada del 2 de marzo, Henry Hernández, Oscar Torres, Elvin Rápalo y Edilson Duarte.
Por su parte, el caso de Sergio Rodríguez, quien mantenía informada a la familia Atala y al proyecto Agua Zarca sobre las acciones y movimientos de Berta, se revisará en el pleno de la Suprema Corte de Honduras por falta de unanimidad en la sentencia; este tipo de barreras continúa beneficiando a los autores intelectuales del crimen, integrantes de la familia Atala, quienes continúan sin ser sometidos a la justicia y, junto con la justicia hondureña, procuran sus intereses económicos, políticos y sociales.
¿Quién fue Berta Cáceres?
Berta Cáceres fue una activista indígena lenca y defensora de los derechos humanos en Honduras. Nació en 1971 en la región de Intibucá, al sur del país, y se destacó como líder del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Su trabajo estuvo enfocado en la defensa de los territorios indígenas, la protección de los recursos naturales y la lucha contra la explotación de los ríos por parte de proyectos hidroeléctricos.
Berta Cáceres fue asesinada el 3 de marzo de 2016 en su hogar en La Esperanza, Intibucá, en un crimen que fue atribuido a su activismo. Su asesinato se considera un feminicidio político porque fue un crimen dirigido no solo contra una mujer, sino contra una líder indígena comprometida con la defensa de los derechos de su pueblo y contra las estructuras de poder que impulsaban proyectos destructivos para el medio ambiente y las comunidades locales.
¿Y la familia Atala Zablah?
Desde el nacimiento de la propuesta para la creación del proyecto hidrológico, Agua Zarca, Berta Cáceres denunció el modelo económico extractivista del proyecto, la violación a los derechos ambientales y la apropiación de territorios originarios, motivo por el cual fue criminalizada por años y víctima de persecución.
El megaproyecto Agua Zarca, que se preveía fuera construido en el Río Gualcarque, al noroeste de Honduras, pertenece a la familia Atala, accionistas de diversas instituciones financieras y uno de los conglomerados más grandes del país.
La familia de Berta Cáceres señala que las personas sentenciadas conforman una estructura instrumentalizada por miembros de la familia Atala, que aún no han sido enjuiciados.
“No descansaremos hasta que todos los responsables, tanto materiales como intelectuales, enfrenten las consecuencias de sus crímenes y se profundice la grieta de la justicia en el muro de la impunidad en Honduras”, expresó el COPINH, refrendando el compromiso con la lucha, ya que las medidas de la Corte Suprema de Honduras realmente no reflejan plenamente justicia.
“Berta no se murió, se multiplicó”
Resuenan las consignas que reafirman que el asesinato de Berta Cáceres sembró una semilla entre las flores que hoy gritan por justicia para los pueblos originarios, las comunidades indígenas y los derechos ambientales en Latinoamérica; las comunidades indígenas resisten y persisten, la lucha no ha parado.
Berta Cáceres fue una mujer que luchó contra el status quo hegemónico; como una mujer indígena, activista, feminista, ambientalista, logró avivar la defensa del territorio indígena en Honduras y en el resto de América Latina a través de la colectividad.