El corset volvió para convertirse en una prenda indispensable del clóset y aunque esta frase resulte algo cotidiano y sin demasiado peso social, en realidad, el poder de reivindicar prendas que hace siglos oprimieron el cuerpo y sentaron las bases de la hegemonía delgada y acinturada, convierte a nuestro corsé de varillas suaves en toda una revolución por un motivo concreto: la elección.
Popularizado durante el siglo XVI, el corset correspondía a las pretensiones sociales de la época teniendo por objetivo moldear, exaltar y ocultar características del cuerpo feminizado, evidenciando así, la opresión constante y la violencia estética que los cuerpos no hegemónicos han cargado a lo largo de la historia.
Pero esta prenda no se quedaría encerrada en un cajón y olvidada como muchas otras piezas del siglo dieciséis, sino que sería traída de vuelta en diferentes episodios de la historia como por ejemplo, cuando Vivienne Westwood convirtió al corsé en parte fundamental de su marca como señal de rebeldía y anarquía punk, valores completamente contrarios a los mandatos del corsé de la Edad Media que buscaban la feminidad y la delgadez. El último pico tendencioso llegaría con "Los Bridgerton" una serie ambientada en esta época y que gracias a su fama, lograría que los vestidos ampones y el corsé se convirtiera en la última tendencia, tanto así, que las alfombras rojas más importantes del 2020 contaron con entallados corset, pero esta vez, fue visto en una diversidad corporal necesaria.
Una prenda que duró siglos trazando el ideal de un cuerpo femenino, ha regresado como una tendencia, ¿qué ha cambiado y por qué es tan poderoso su reivindicación?
El corset y la moda en la actualidad
Como se mencionó anteriormente, existe una relación de amor - odio con esta prenda que ha sido rescatada del olvido por múltiples diseñadores, especialmente, durante la época de los 80s - 90s, pero esta vez, se cargaba de un significado diferente: la liberación sexual femenina y el erotismo. Sobre esta misma línea, se recuerda a Madonna en 1990 con uno de los looks más populares, por supuesto, un corsé diseñado por Jean-Paul Gaultier.
Pasarían un par de décadas después para que esta prenda diera de nuevo el salto a las tendencias, especialmente con la diseñadora Alexia Elkhaim que utilizaría el corset como pieza fundamental en sus diseños, pero con un significado diferente: ya no estaba más el erotismo noventero, ni tampoco la exaltación dosmilera de la delgadez, para ella, el corsé serviría como vehículo para mostrar la diversidad corporal, creando así una línea de corsé plus size.
Al pensar en el corset moderno, ya no encontramos varillas ni cintas resistentes que forjan el cuerpo a mantenerse en cierta posición, sino más bien, se ha optado por materiales más cómodos en forma de bodies elásticos, con cierres, con telas transpirables o fajillas que no hacen mayor presión, poniendo así una resistencia contra la modificación del cuerpo y reapropiándonos de lo que alguna vez nos oprimió.
De acuerdo al artículo la Historia del Corset, escrito por Silvia Abreu, en sus orígenes, esta prenda tenía la finalidad de proporcionar al cuerpo una pose erguida y controlada, algo muy propio de las clases altas europeas que valoraban “la expresión de la nobleza" a través de la pasividad, el disfrute del ocio y la casi, inamovilidad de las mujeres que no gozaban del libre movimiento. Con esto se entiende que el corsé también fue una pieza que abonó por siglos a la segregación de razas y al rol de género. De esto se desprende que podamos reconocer como una victoria que el corsé -con o sin varillas- regrese y sea utilizado por convicción en todas, todos y todes.
Sabemos que la sociedad se reivindica constantemente y nosotros con ella, por supuesto que la moda no puede escapar de este proceso, pero las mujeres ya no están dispuestas a atarse a la violencia estética y a la incomodidad de las cuerpas, hemos tomado el significado del corsé para convertirlo en una elección de libertad y diversidad. Lo usamos con jeans, como accesorio por fuera de la camisa, sin varillas, floreado o liso, suave y sin varillas. No anhelamos la cintura de avispa y mucho menos la "elegancia" eurocentrista, ahora todo recae en preguntarnos: ¿me da la gana usarlo?