El cierre del año se acerca y con ello, también los días de goce, de beber, de compartir, de reír con el pantalón desabotonado, de bailar, de comer y de disfrutar del movimiento del cuerpo, sin embargo, con ello también viene la presión social de la delgadez y de despedir el año con la mejor versión posible; la versión pesocentrista y con el mito del abdomen plano.
Las fajas han acompañado a las mujeres desde hace cientos de años siendo la cintura avispada, los senos levantados y las costillas cerradas la causa última de la feminidad. Pasando del corsé a las populares fajas colombianas, es momento de erradicar algunos mitos importantes sobre esta prenda y reconocer la diversidad corporal, para esto, entrevistamos a la licenciada en terapia física, Dannya Hernández Gaxiola especializada en suelo pélvico.
¿Es bueno utilizar fajas?
"Siempre que una persona me pregunta si debería utilizarla, mi respuesta es no". De esta manera la especialista abre el diálogo señalando que, contrario a lo que se piensa, las fajas “modeladoras” no son sinónimo de soporte, en realidad, su efecto es el contrario.
Para entender mejor esto, Dannya Hernández Gaxiola explica que todos los músculos poseen un tono, es decir, contracción natural. Ese tono es el que nos permite cumplir nuestras funciones diarias más simples, como por ejemplo, gracias al tono de los músculos podemos mantenernos de pie sin caer; naturalmente, nuestros músculos se contraen todo el tiempo para que el cuerpo funcione.
La relación que posee con las fajas es simple: La faja disminuye el tono muscular.
“ La cosa con esta prenda es que, si tienes a tu cuerpo obligado a tener una posición tanto tiempo moldeando la figura, se logra a costa de tu fuerza abdominal. Tus músculos dicen: Ah, qué bueno, hay alguien haciendo ese trabajo por mí, entonces me relajo”, explica.
Al abordar cuáles son las repercusiones de que los músculos comiencen a producir esta relajación, la especialista explica que a la larga, se produce una debilidad muscular importante en todo el torso de las personas, lo que termina por concluir en una clase de cadena de complicaciones y dependencia a estas prendas, pues al perder esta contracción natural del cuerpo, las personas se ven en la necesidad de continuar utilizando su faja para obtener el soporte que necesita su espalda y su abdomen.
Con esto último, se entiende que estos músculos producen una atrofia importante que después, repercutirá en otros y es que, para comprender la funcionalidad del cuerpo es necesario concebir que todo se encuentra unido y funciona de manera conjunta, algo que la especialista explica de la siguiente manera:
“No se trata de decir es mi abdomen y ya, hay un tejido que se llama fascia muscular que conecta todo, los músculos y los órganos, no están ahí flotando, están unidos por ese músculo, si tu debilitas tu tono, entonces se viene una cascada de cosas” (Dannya Hernández Gaxiola)
De suelo pélvico, ejercicios de Kegel e incontinencia urinaria
La página académica de la Freie Universidat de Berlín, explica que el suelo pélvico es una serie de músculos gruesos y ligamentos que forman un cuenco, su función es sostener los contenidos de la pelvis. Si existe un mal funcionamiento de estos músculos, entonces, se puede producir inestabilidad en los órganos que se encuentran dentro de la pelvis, incontinencia y prolapso pélvico, es decir, la salida de órganos a través de la vagina o el ano.
Los factores son múltiples para todas las personas, incluso hereditarios, sin embargo, según advierte la academia, las mujeres son el grupo con mayor factor de riesgo y puede ser provocada por la distensión excesiva del músculo. Esto último, algo que provoca la faja o el corset.
Como cualquier músculo del cuerpo, los del suelo pélvico se mantienen semicontraídos todo el tiempo para sostener los órganos, sin embargo, al colocar la faja se les forza a dejar de realizar su trabajo.
“Ese tono de tu suelo va a disminuir, ese estado de semi-contracción que debería tener se va a relajar y tendrá implicaciones en tu vida, que si le añades un embarazo o un parto, disminuye aún más el tono del suelo” (Dannya Hernández Gaxiola)
Otro mito importante alrededor de la faja es su relación con la incontinencia urinaria y los daños a la vejiga, de acuerdo con “Incontinencia urinaria femenina. Diagnóstico, tratamiento y prevención” escrito por la doctora Adela-Emilia Gómez Ayala, es un padecimiento que tiene mayor prevalencia entre las mujeres y se debe a un debilitamiento de los músculos del suelo pélvico y la uretra. Asimismo, comienza a desarrollarse a partir de los 40 años, aunque puede ser antes según el estado del suelo pélvico o factores como la toma de medicamentos que propician este padecimiento e incluso, el estreñimiento.
Al preguntarle a la fisioterapeuta sobre esta idea, explica que esto sucede porque la comprensión de la vejiga te forza a comenzar a ir al baño con mucha regularidad, paralelamente, esto produce que este órgano deje de retener la orina que normalmente debería de albergar, concluyendo en una disfunción urinaria.
De unos años para acá, los ejercicios de Kegel se han popularizado en internet y consisten en una serie contracciones de los músculos del piso pélvico, su objetivo es mejorar la fuerza de esta parte y sus beneficios son múltiples, desde la prevención, apoyo durante la gestación y el parto, mejorar problemas de incontinencia e incluso, mejorar la sexualidad de las personas.
La accesibilidad a esta información está a un clic y muchas personas han decidido comenzar a contraer sus músculos pélvicos a lo largo de su día, sin embargo, ¿realmente es una práctica que nos favorece universalmente?
Puede ayudar en algo para ciertas personas, pero algo que se debe considerar es que no se trata de apretar cuando estás haciendo la comida o cada que te acuerdas, tienes que tener un compromiso real, explica la fisioterapeuta. Se trata de un régimen constante pero ojo, que no es para todas las personas.
Entonces, ¿cómo saber si necesitamos hacer ejercicios de Kegel?
La respuesta siempre la tendrá una persona especialista, pues de acuerdo con Dannya Hernández Gaxiola, existen casos donde el piso pélvico tiene un tono aumentado y cuando se ejercita de más, resulta contraproducente. En estos casos, se necesita disminuir el tono a través de una rutina individual.
“Son cosas que sola no puedes darte cuenta, necesitas acercarte con una persona especialista en suelo pélvico”
La naturalidad de un abdomen bajo ligeramente abultado
Existe una creencia colectiva de cómo debe lucir un abdomen para ser considerado hegemónico. La faja forma parte de una de las herramientas de violencia estética para forzar, moldear y castigar al cuerpo para apegarse a este lineamiento social; la grasa abdominal, la caja torácica ancha, los rollos de los costados y un abdomen bajo abultado resultan inconcebibles para el sistema que ha impuesto la delgadez y el cuerpo pequeño como único canon de belleza.
Es momento de soltar el concepto del abdomen completamente plano, pues depende de muchos factores, muchos de ellos hormonales. Dannya Hernández Gaxiola señala que las mujeres tienen mayores problemas para disminuir la grasa de esta parte del cuerpo, incluso, existen personas que realizan centenares de abdominales al día para perder esta ligera grasa y les resulta complejo, pues se confluyen muchos otras cuestiones, desde hereditarias, hasta el régimen alimenticio.
Entonces, ¿qué queda por hacer? Normalizar que el abdomen y el torso no siempre lucen planos, sin importar tu nivel de delgadez. Siendo este, otro mito: todas las personas que producen hormonas femeninas pueden tener el abdomen bajo abultado independientemente de su peso.
“Se debe normalizar el abdomen bajo porque es así como es tu cuerpo y no siempre depende de ti o de qué tan delgada seas o de cuánto ejercicio hagas. Las mujeres tienden a acumular más grasa en ciertas partes, y especialmente esa grasita tiene una función protectora y los músculos también, tu cuerpo está diseñado para gestar; vamos a darnos un respiro y soltar esta idea del abdomen plano. Lo más importante: ¡No creamos lo que vemos en los medios!” (Dannya Hernández Gaxiola)
“Darse un respiro”, como señala la fisioterapeuta, es necesario en un año donde la violencia estética aumentó, a pesar de que se libraron muchas luchas a favor de la diversidad y la inclusión. Así que sí, démonos un respiro de las fajas y de la gordofobia interiorizada; Navidad y las fiestas decembrinas son fechas para gozar y disfrutar de nuestro cuerpo en libertad.