Lo primero que pensé al abrir los ojos fue: Me voy a morir, no soporto el dolor. María Magdalena González se sometió a una abdominoplastia, lipotransferencia a glúteos y mini liposucción en brazos. "¿Podríamos usar tu nombre para el artículo?",sí, ponlo, porque este siempre es el problema, las mujeres nos callamos y no nombramos lo que vivimos, y esto es lo que viví; que se enteren todos.

Mónica García tiene 35 años, se sometió a una liposucción 360 y a una cirugía de implantes de senos, este último procedimiento, era su gran anhelo. Desde su adolescencia, sabía que quería esos implantes, sin importar cuántos años de esfuerzo le tomara ahorrar para conseguirlos. Una mala praxis terminaría por producirle infecciones constantes y apertura de suturas; su tejido terminó en una circunstancia crítica y la clínica le ofreció como solución retirarle el implante infectado por un tiempo indefinido (entre medio año y 8 meses). 

Detrás de las cirugías estéticas que dejan una derrama económica de mil millones de pesos a nivel global, de acuerdo con Dermo Health México, se esconde un mercado que ha deshumanizado los cuerpos y ejercido múltiples violencias emocionales que atraviesan la salud mental de las personas. 

Prueba de esto, es la alarmante tasa a la alta de la depresión post cirugía, especialmente, en mujeres, señala el informe Journal of Evaluation in Clinical Practice 2023. Entre los hallazgos más importantes se abordan los sentimientos de desesperanza y culpa

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Entre culpas e insomnio

María Magdalena González comparte en entrevista con La Cadera de Eva que nunca había pensado en someterse a una cirugía estética, sin embargo, tras platicar con otras personas que le compartieron sus experiencias, ella decidió hacerlo teniendo como objetivo principal corregir una cesárea que le producía inseguridad en su cuerpo: “ver esa cicatriz era lo que, en mi mente, más me abrumaba”. 

“Ahora, me siento mal desde que me levanto y digo; quiero ir al baño. El no poder hacer lo más mínimo, ese sentimiento de no poder ser autosuficiente es lo que me llena de arrepentimiento. Me ocurre también cuando me van a bañar porque sé que me harán mi curación y tendré que pedirle a mi hija que se detenga o me ponga algo para el dolor porque me es insoportable, ha sido muy traumático para mí”, explica.

Su ciclo de sueño también se ha visto seriamente afectado después de la cirugía; María Magdalena no concibe el sueño y los pensamientos de culpa y autocuestionamiento se han convertido en una tendencia infaltable en sus noches desde hace un mes. 

Mónica González es madre, su hija y su hijo se han convertido en la principal red de contención, siendo su mecanismo de defensa el evitar pensar con frecuencia en la pérdida de su seno: “Trato de estar ocupada y no pensarlo, pero los sentimientos deprimentes aparecen cuando estoy sola; cuando me baño y miro mi cuerpo incompleto. Me recuerda que algo no está bien, la situación ha sido tan insostenible que evito que mi hijo menor me mire el cuerpo.”

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El Journal of Evaluation in Clinical Practice 2023 advierte que la salud mental postoperatoria estética ha sido un terreno poco explorado por el sector médico que poco invierte en atender de manera integral y multidisciplinaria a las y los pacientes, siendo los siguientes síntomas señales importantes de una posible depresión postoperatoria

  • Pérdida de interés en actividades previamente placenteras
  • Cambios en el apetito
  • Ciclo irregular del sueño e insomnio
  • Dificultad para concentrarse
  • Sentimientos de culpa excesiva
  • Autolesiones

María Magdalena González y Mónica García comparten un testimonio importante: Han desarrollado un miedo importante a la comida. 

“Sé que lo que diré es un tabú, pero tengo siempre en la mente un pensamiento: Por comer me encontré en esta situación, la comida me hizo este daño. Hoy por hoy, no es una satisfacción alimentarme”, señala.

Al preguntarle a Mónica García sobre los síntomas que apunta el informe, refiere una situación similar, explicando que ha perdido el apetito y cuando come, experimenta sentimientos de culpa y miedos a subir de peso: “Como dos tortillas y ya estoy pensando en que engordaré y que no debo comer hasta el día siguiente. Pienso en el sacrificio y todo el dolor que viví, no quiero que sea en vano, pero tampoco quiero temerle a la comida, porque sí, me da miedo. Esto es traumático”.

Para Mónica, el mostrarse resiliente frente a sus hijos es parte de su lucha diaria, sin embargo, el pensamiento deprimente más frecuente surge cuando recuerda la fecha para el cumpleaños número quince de su hija. 

“Lo que más me duele fue que lo hice para los XV de mi hija, quería verme bien, utilizar un gran vestido y disfrutar con ella. Miro el calendario y faltan dos semanas, quedé con uno [un seno] sí y uno no, me afecta mucho emocionalmente. Cuando voy a la clínica sólo me dicen que espere meses, y yo sólo pienso: ¿y mientras qué haré?” (Mónica García)

Hablemos de violencia en el sector salud

María Magdalena González recién despertaba de la cirugía, para ella, el dolor resultaba insoportable y las náuseas fueron el primer síntoma que la hizo pedir ayuda; con 9 horas de ayuno, tenía sed y quería beber algo para aminorar la náusea; la enfermera la ignoró. 

Para Mónica García, la cirugía recién terminaba y sentía el cuerpo completamente adormecido cuando le pidieron retirarse de la sala: “Sólo me dieron mi maleta con la que había llegado y me sacaron, pues habían muchas mujeres en la sala de espera esperando su turno. No había elevador, bajé cuatro pisos en ese estado. Todavía no reposaba cuando ya estaba yo en la calle”.

El discurso violento de la gordofobia es un común dentro de la cirugía estética, ataja el informe, señalando cómo las mujeres desarrollan cuadros de depresión tras ver su cuerpo hinchado y no delgado como esperaban. En el caso de Mónica García, el médico le explicó que, si bien podía colocarle los implantes, estos no lucirían bien en su cuerpo pues estaba “pasada de peso”, es así que le pidió someterse a una liposucción para mejorar su apariencia y así lograr una figura más “estética”. 

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Mónica García terminó cediendo: “pues sí, ¿cómo iba a tener unos pechos tan grandes estando pasada de peso?, pensé en que debía ser delgada para verme mejor, pero sólo fueron dolores y mucho dinero extra que no estaba previsto, si alguien me hubiera dicho todo lo que me pasaría, nunca lo hubiera hecho”

¿Alguna vez le comentaron lo que conllevaba su cirugía y el nivel de dolor en su recuperación? No, nadie se acercó a mí, responde tajantemente María Magdalena González. Al igual que Mónica García, la mujer señala lo mucho que hubiera deseado que alguien le diera una guía, la apoyara, le dijera lo que iba a experimentar, pero no fue así.

De acuerdo con el informe, parte de la ética profesional de las y los especialistas es trabajar de la mano con otros equipos multidisciplinarios como psicólogos o psiquiatras, pues en ningún momento, la persona que realizó cirugía nunca debe desprenderse de su responsabilidad, siendo compañía firme en todo el recorrido postoperatorio de la paciente. Además, explica que la persona atendida debe tener todo el material didáctico a la mano antes y después del tratamiento, junto con información de contacto que esté disponible las 24 horas del día: “La paciente debe saber que no está sola, que cuenta con el apoyo médico suficiente y que se está al pendiente de ella”, explica el informe.

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Mónica García y María Magdalena González, nunca recibieron una llamada por parte de la clínica y nunca se les preguntó sobre su salud mental, mucho menos fueron derivadas a un terapeuta con quien pudieran contar; ninguna de las dos sabe quién fue la persona que las operó.

Por otro lado, las mujeres enfrentan otra lucha: la revictimización social. 

Revictimización social

“Pinche vieja, pero bien que se operó. Ni modo, se lo busco”, esta es una de las frases que comparte María Magdalena González, desde su perspectiva, el hablar de una operación estética continúa produciendo vergüenza, y si hay un proceso de escrutinio social aún más recrudecido es cuando la cirugía no tiene los resultados esperados

Hay burlas y comentarios hirientes para Mónica García cuando habla de lo que le ha pasado, “¿ya ves?, tanto que pagaste y ni te salió”, en entrevista comparte que a las personas sólo les interesa hablar de lo que pasó para revictimizarla o burlarse de las circunstancias, un hecho que termina produciendo en ella sentimientos de gran culpa: “Me agobia y me hace pensar, si había vivido 35 años así y estaba bien, ¿por qué?"

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La infección en el implante y la mala cicatrización, produjo constantes dolores y tener que asistir varias veces a la clínica, un hecho que, explica, también la ha desgastado enormemente. La situación que más la ha vulnerado es el constante ir y venir; la desnudan, palpan, la cosen nuevamente, la desnuda otra persona, le piden comprar pomadas, la envían a otro consultorio donde se desnuda nuevamente, la someten a cirugía con anestesia local y la historia ha continuado así en sus revisiones; revisiones que, por supuesto, representan gastos importantes: “Te hacen sentir que no vales, no saben lo que pasas por dentro y llega un punto donde sólo pides que, por favor, ya deje de doler”.

“Si nos asociáramos como seres humanos, si nos echáramos las manos, entenderíamos más lo que esto implica, las cosas serían mejor” (María Magdalena González)

¿Qué le dirías a otras?

Ambas mujeres se encuentran en su proceso de recuperación y refieren que, hubiesen deseado saber una serie de cosas antes de someterse a su cirugía. A continuación, los consejos que nos comparten y que abren la oportunidad a nuestra autodefensa combativa contra la revictimización y la violencia estética que transgrede los límites de la sensibilidad humana sobre el cuerpo de millones de mujeres atravesadas por la negligencia médica

  • Cuestiona por qué quieres hacerlo, ¿es una decisión propia?, ¿de dónde surgen estos pensamientos? Según el  Journal of Evaluation in Clinical Practice, el convencimiento de terceros es un común en las clínicas. Si te sientes insegura sobre el procedimiento, lo ideal es no continuar. 

  • Si tu deseo de someterte a la cirugía es propio y te sientes segura de querer hacerlo, no olvides investigar todo lo que puedas de la clínica; ten especial cuidado con aquellas que tienen promociones grandes y pagan publicidad en plataformas como instagram o facebook, en el caso de Mónica García, la demanda de atención era tan alta, que la atención fue precaria, sin protocolos y poco rigurosa.

  • Ten presente que la cirugía no es el único gasto, pues el informe acota que es frecuente que las pacientes pidan préstamos bancarios y al encontrarse con más deudas, la salud mental puede verse seriamente afectada en la recuperación. Los gastos más importantes:

  1. Revisiones médicas
  2. Medicamentos, gasas y pomadas
  3. Fajas
  4. Masajes postoperatorios
  5. Alimentos (pechuga y comida suave)
  6. Atención multidisciplinaria como por ejemplo, apoyo psicológico o personas que realicen las curaciones pertinentes a tus heridas.

  • Investiga a la persona que te realizará el tratamiento, busca su nombre y cédula profesional

  • Exige que te expliquen tu tratamiento y cómo será tu recuperación tras la cirugía; si nadie te refiere nada y el equipo no es de ayuda, busca otras clínicas.

  • Prevé los cuidados que necesitarás, hablalo con las mujeres de tu alrededor (tus amigas, vecinas, primas, mamá, abuela, hijas, tías o hermanas), mantenerlas cerca será fundamental en tu recuperación y salud mental. Esto último, María Magdalena González lo refiere haciendo hincapié, pues para ella, su red de apoyo ha sido vitalicio para no dejarse vencer: “Son ellas quienes están ahí al pie de cañón recordándome que no estoy sola y que pronto me voy a recuperar”

  • Recuerda que nada es tu culpa y que, en caso de necesitarlo, puedes comunicarte de manera gratuita a distintas instancias para conversar y recibir apoyo emocional. Consúltalas aquí