Para iniciar, a modo de homenaje, intentaré presentar debate feminista en setenta palabras como el número de volúmenes publicados en la historia de la revista, desde marzo de 1990, hasta ahora:
Publicación periódica semestral, impresa y electrónica sobre estudios de género y sexualidades, hecha en México. Fundada por Marta Lamas(1990), y dirigida por Hortensia Moreno desde el volumen 51, tras la publicación de cincuenta números de contenidos diversos y multidisciplinares, debate feminista se convierte en patrimonio de la Universidad Nacional Autónoma de México (2016), editada por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, como revista académica especializada y arbitrada.
Su fundadora, Marta Lamas, inaugura la revista anunciando su nombre: debate feminista, así, con minúsculas; anunciando, desde la primera letra, un posicionamiento político representado a través de la “desobediencia” al uso distintivo de minúsculas y mayúsculas, por medio del cual se evidencia que el obviar intencionalmente esta norma, en particular, implica estar fuera de una convención gráfica dentro de un sistema de escritura.
En lo general, este uso de minúsculas es el símbolo de los pronunciamientos que volumen a volumen van posicionando a debate feminista fuera de las convenciones; pero dentro de la reflexión y el debate.
Así es, el desacuerdo a las convenciones como estandarte dio inicio a la publicación que este año suma setenta volúmenes, que, en palabras de su propia fundadora, Marta Lamas, se lee de la siguiente manera, en el editorial del volumen uno, publicado en 1990:
No compartimos la concepción de las “mujerólogas” (especialistas en el tema de la mujer, desvinculadas del movimiento feminista) y tampoco aprobamos el antiintelectualismo que tiñe algunas posiciones en el movimiento. debate feminista es una toma de posición frente a la fabricación de estudios banales (y su aprovechamiento curricular) y las explosiones de resentimiento a nombre de la Revolución.
La toma de posición fue clara; el propósito, muy ambicioso: desde la propuesta de una agenda feminista, hasta la reflexión y teorización sobre las condiciones de vida y la práctica política en México, que deviniera en la transformación de esas últimas.
El tema que parecía evidente era el feminismo; sin embargo, no se trataba de aquel que colocaba a las mujeres como principio, sino el que encuentra fundamento en las relaciones entre el género femenino y el masculino, el que se aleja del mujerismo, entendido bajo la idea de que las mujeres, por el hecho de serlo, poseen virtudes que las hacen mejores que los hombres.
¿Pero cuáles serían los temas que guiarían el debate y la reflexión de esta publicación desde 1990 hasta el cierre de este volumen 70 en 2025?
Me atrevo a afirmar que la respuesta, o al menos una de ellas, halla su lugar en el amor y la democracia. Lo aseguro porque Hortensia Moreno, en su artículo “Amor en tiempos de democracia”, nos cuenta cómo debate feminista se gestó en mesas redondas convocadas durante todos los martes del 14 de febrero al 14 de marzo de 1989, en El Hijo del Cuervo, donde la reflexión —quizá sea mejor decir confrontación— giraba en torno a estos dos tópicos, cuya característica en común fue la diversidad, tanto de fondo como de forma.
El amor y la democracia fueron los ejes rectores de este proyecto. ¿Los antecedentes? Publicaciones como la revista fem. y el suplemento doblejornada, que además de antecedentes resultaron complementarias. ¿La experiencia? “Hacer la revista fue como criar una hija juntas”, asegura Lamas en el prólogo del libro de Hortensia Moreno Esparza. Escribir en feminismo, texto en donde relata las peripecias que vivió de la mano de su colega y amiga Hortensia, en la decisión de hacer de forma independiente la revista feminista que siempre había soñado.
Pero ¿qué hay de la confección de debate feminista a lo largo de 35 años de edición ininterrumpida? Los primeros números se elaboraron artesanalmente —cuenta la ahora directora de la revista en la “Fe de erratas” del volumen 20— a partir de “mecanuscritos e impresiones, faxes, correos electrónicos, transcripciones, escaneos y toda clase de escrituras imaginables en la era de la informática”, con interés especial en textos de corte académico, pero dando espacio a otros trabajos, como esbozos, notas o testimonios de temas medulares.
En números más recientes, específicamente del 51 al 70, ha habido adecuaciones para la estandarización y automatización de debate feminista, con la finalidad de que forme parte de aquellos índices y bases de información bibliográfica que, por su naturaleza, determinan la “calidad” de las revistas y de quienes escriben en estas.
Pero la calidad en debate feminista, no solo la demuestra el hecho de que sea la revista viva más antigua en su género, tampoco la indiscutible agudeza de sus investigaciones —producto del esmero en la recepción, pertinencia y dictaminación—, se halla también en el artístico diseño editorial de sus interiores, propuesta de la experta Lucero Vázquez y ejecución de la formadora Alina Barojas, así como el escrupuloso proceso de edición, al cuidado de su directora Hortensia Moreno y de Salma Vásquez; ese trabajo "invisible" que cuando está bien hecho, no se nota.
Sin embargo, un aspecto fundamental de la revista completamente visible es la portada. A cargo de Paola Ortega, asistente editorial y coordinadora-gestora visual de debate feminista, la búsqueda de la imagen que vestirá cada número se ha convertido en un acto de superación constante; cuando creemos que apareció la portada más hermosa, un semestre después aparece una mejor.
¿Cómo lograrlo? Ortega narra en el libro Debate Feminista ahora, que en la primera etapa, los diseños a cargo de Carlos Aguirre partían del collage o la instalación, y que a partir del volumen 51 —número en que la UNAM recibe la revista— la tarea es conseguir imágenes cuya potencia coincida con los temas y movimientos feministas del momento de publicación.
Ahora bien, editar debate feminista conlleva aplicar enfoques políticos, culturales, éticos y ecoambientales que permitan una revista congruente con una práctica editorial que recurra al uso del lenguaje no sexista que, como móvil político; procure impresiones sostenibles que reduzcan la huella de carbono, e impulse iniciativas de acceso abierto que promueven la consulta libre y gratuita de los contenidos, así como una comercialización asequible.
En estos días, debate feminista celebrará 35 años y su integración al patrimonio hemerográfico de México en un acto solemne. Con ello, además de garantizar su preservación y resguardo, la Hemeroteca Nacional de México permitirá la consulta perenne de la revista en formato impreso y digital. Las razones son muchas; conocimos solo algunas en estas líneas. No obstante, como afirma su directora, tal vez lo más desconocido sea la inmensa gratificación que otorga su hechura.
*El volumen 70 de debate feminista, conmemorativo por sus 35 años, está disponible aquí.