La violencia contra mujeres periodistas en México sigue siendo alarmante. En menos de una semana, tres comunicadoras sufrieron graves agresiones que dejan al descubierto los riesgos que enfrentan al ejercer su labor.

El 27 de noviembre, el domicilio de Elizabeth Rodríguez Lezama, periodista de Tehuacán, Puebla, fue atacado en un claro acto de intimidación. Un día después, el 28 de noviembre, Yohali Reséndiz, periodista de Morelos, recibió amenazas de muerte que pusieron en riesgo su seguridad. Finalmente, el 1 de diciembre, Victoria García fue atacada con disparos mientras regresaba a casa tras cubrir una nota navideña en Montemorelos, Nuevo León.

México es uno de los países más peligrosos para el periodismo, y las mujeres enfrentan una violencia que va más allá de los riesgos que viven los hombres que ejercen la profesión. Desde comentarios machistas en las redacciones y acoso digital, hasta tortura sexual, las agresiones son una constante en su ejercicio periodístico.

Ante esta realidad, la organización Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), en colaboración con Aluna Acompañamiento Social y otras investigadoras, presentó el "Violentómetro de agresiones contra mujeres periodistas". Esta herramienta busca visibilizar y prevenir los diversos tipos de violencia que enfrentan las comunicadoras, para mapear e identificar riesgos en su día a día.

Las cifras que reflejan una crisis

De acuerdo con CIMAC, en lo que va del año se han documentado 182 agresiones contra mujeres periodistas, de las cuales más del 56% están dirigidas a reporteras, principalmente de medios digitales. Estas agresiones ocurren con mayor frecuencia durante coberturas electorales, protestas feministas y en contextos políticos.

Según la "Cartografía de agresiones contra mujeres periodistas", las formas más comunes de violencia son psicológica, física y patrimonial. Sin embargo, el Violentómetro también incluye casos extremos como el plagio, el exilio, la criminalización, agresiones sexuales, desapariciones forzadas e incluso feminicidios.

Jessica Arellano López, investigadora en Aluna, explicó que las agresiones contra periodistas y defensoras de derechos humanos están en aumento porque estas mujeres, al ser sujetas políticas, acompañan a víctimas de delitos graves. Este contexto las expone a riesgos tanto directos como indirectos, incluyendo estrés postraumático y trauma vicario, derivados de su contacto constante con casos violentos.

Arellano López narró que hay investigaciones que documentan que las personas periodistas que viven en Guanajuato, una entidad amenazada por la violencia criminal, están experimentando más niveles de estrés postraumático del que podrían estar viviendo otras y otros periodistas que viven en países en guerra.

A diferencia de otros violentómetros que reflejan una escala gradual de violencia, este instrumento no sigue un patrón lineal. Las mujeres periodistas pueden enfrentar un caso de acoso verbal un día y al siguiente ser víctimas de tortura sexual. Esto refleja la gravedad y la diversidad de los ataques que sufren en contextos altamente violentos.

Ana Luisa Partida del Llano, del programa de Libertad de Expresión y Género de CIMAC, destacó que este violentómetro es clave para desarrollar metodologías feministas de registro, documentación y acompañamiento integral para las periodistas afectadas.

El violentómetro no solo visibiliza la violencia de género contra las periodistas, sino que también envía un mensaje claro: es necesario garantizar su seguridad para proteger el derecho a la información y la libertad de expresión.