Claudia Sheinbaum pasó a la historia este 15 de septiembre al convertirse en la primera presidenta de México en encabezar la ceremonia del Grito de Independencia. Su participación estuvo marcada por símbolos inéditos: antes de salir al balcón, inauguró el retrato de Leona Vicario en la Galería de Presidentes; recibió la bandera de manos de una escolta conformada solo por mujeres del Ejército y en su discurso incluyó, por primera vez, a insurgentas históricas entre los vítores de la noche.

La jornada ofreció una narrativa distinta a la de años anteriores. Por más de dos siglos, el ritual había estado reservado a los “héroes de la patria”: Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos, Vicente Guerrero. Esta vez, sus nombres compartieron espacio con los de Josefa Ortiz Téllez-Girón, Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina “La Capitana”, mujeres que tuvieron un papel activo en la insurgencia y que rara vez han figurado en el relato oficial.

Leona Vicario en la Galería de Presidentes

La ceremonia comenzó con la apertura del retrato de Leona Vicario en la Galería de Presidentes. Periodista e insurgente, reconocida en 1823 como “Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria”, es ahora la primera mujer en ocupar un lugar en un espacio que hasta este año estaba integrado únicamente por hombres.

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Durante su discurso en el Grito de la Independencia, amplió el repertorio al incluir a tres mujeres insurgentes:

  • María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, nombrada con su apellido de nacimiento y no como “de Domínguez”, lo que devuelve su identidad original y rompe con la costumbre de definirla en función del esposo.
  • Gertrudis Bocanegra, fusilada en Pátzcuaro en 1817 por no delatar a los insurgentes.
  • Manuela Molina, conocida como “La Capitana”, combatiente de las filas de Morelos que participó en la toma de Acapulco.

La mención de estos nombres representa un reconocimiento tardío a mujeres cuya participación fue fundamental pero que habían permanecido en los márgenes de la memoria oficial. Un Grito dedicado a las personas migrantes La presidenta cerró su intervención con una dedicatoria a “nuestras hermanas y hermanos migrantes”.

La dedicatoria llega en medio de tensiones con Estados Unidos por la política migratoria, sobre todo con el regreso de Donald Trump a la presidencia de ese país. Incluir a las personas migrantes en un acto tan nacionalista fue un gesto poco común en la historia del Grito.

Aunque el Grito incluyó por primera vez a insurgentas y gestos feministas, también puso en evidencia las fronteras del reconocimiento. En la ceremonia no se mencionó a las afroamexicanas, que participaron en la independencia y han sido sistemáticamente invisibilizadas.

Tampoco a las madres buscadoras, que representan una de las voces más persistentes en la exigencia de justicia en un país con más de 130 mil personas desaparecidas. Las cuidadoras y trabajadoras del hogar, pilares de la vida cotidiana y centrales en el debate sobre la llamada Sociedad del Cuidado, también estuvieron ausentes.

Lo mismo ocurrió con las víctimas de feminicidio y violencia de género, cuya exclusión contrasta con la magnitud de la crisis actual. Tampoco hubo mención a la tragedia ocurrida en Iztapalapa durante las celebraciones patrias, que hasta ahora ha cobrado la vida de al menos 15 personas. La ausencia del tema en el discurso oficial contrastó con el luto que marcó a la alcaldía más poblada de la capital en medio de la fiesta nacional.

El acto marcó un precedente, pero también dejó omisiones. El desafío será convertir los símbolos en políticas inclusivas. Y aún queda la pregunta de fondo: si todas, en verdad, llegaron a Palacio Nacional.