Era 25 de noviembre, pero de 1960. Las hermanas Mirabal, activistas políticas conocidas como "Las Mariposas", fueron asesinadas por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana. Quisieron callar su voz y en lugar de eso, su nombre se volvió inmortal como símbolo de resistencia y lucha por la justicia.

Para el movimiento feminista fueron semilla de la fecha institucionalizada por la Asamblea General de la ONU en 1999 como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Sí, este 2024 se cumplen 25 años del 25N y los pendientes lejos de disminuir se acumulan. 

Sólo un dato para dimensionar el tamaño del reto frente al cual nos encontramos a un cuarto de siglo desde que la comunidad internacional aceptó que el combate de la violencia de género es tarea de todas y todos, a todo nivel. El año pasado, 51 mil 100 mujeres y niñas fueron asesinadas a manos de sus parejas, ex parejas o algún familiar; si la cifra te parece menor frente al total de la población, pongámosla así: cada 10 minutos se suma una víctima de feminicidio en el mundo. Las efemérides no bastan, urge acción cotidiana.

Tampoco es un problema limitado a la forma más atroz de violencia machista, la fecha y, especialmente, su aniversario 25 nos convocan a mirar todas las formas de agresiones porque cada una de ellas es antesala del feminicidio si no se previene o contiene a tiempo. Por ejemplo, a nivel global, 736 millones de mujeres han sido sometidas a violencia física y/o sexual al menos una vez en la vida, de acuerdo con el informe “Together for Prevention: Handbook on Multisectoral National Actions Plans to Prevent Violence Against Women and Girls”. 

Nos esperan 16 días de activismo contra la violencia de género contados a partir del 25N, este lunes volveremos a unir nuestras voces al eco de las hermanas Mirabal y de las millones silenciadas por los abusos enmarcados en un sistema que normaliza agresiones e incluso las disfraza de amor romántico, responsabilidad de cuidado o diversión.

A 25 años, desde Ola Violeta consideramos urgente visibilizar que estos 16 días con frecuencia se confunden con una obligación de activismo que, de nuevo, nos sobrecarga de actividades es un frenesí aprovechado por entes públicos y privados para mejorar su reputación como aliados feministas, cuando el resto del año simplemente omiten el seguimiento a las acciones o políticas públicas orientadas a resolver el problema. Y no podemos permitirlo.

El 25N no es la lucha de algunas, no es ventana de relaciones públicas para quedar bien ni tampoco es una oportunidad publicitaria. Hay una crisis real, sistemática y estructural. Si no se atiende más allá de lo simbólico y del 10 de diciembre, los indicadores cotidianos de violencia de género contra las mujeres y niñas permanecerán en cifras alarmantes ante los ojos ciegos de la comunidad internacional.

El diseño de política de igualdad debe generar un sentido de urgencia: esa es nuestra responsabilidad desde la sociedad civil y gobierno. En ese último caso, también ha de convertirse en un espacio de inversión estratégica. La esperanza de colectivas en el tiempo de mujeres que vivimos en México es grande ante la llegada de Claudia Sheinbaum, la primera presidenta, y de Clara Brugada, la primera jefa de Gobierno de la CDMX abiertamente feminista.

Podemos dar el ejemplo a nivel regional y para eso, habrá de derribarse la terrible estadística de 10 víctimas de feminicidio diarias en nuestro país.

Veremos. Y, por lo pronto, hoy volveremos a tomar las calles.