Cada 25 de noviembre, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las calles de todo el mundo se pintan de morado y naranja en un grito colectivo: NI UNA MÁS. Es un reclamo ante las cifras del horror que muestran cómo el sistema patriarcal sigue marcando nuestras cuerpas y nuestras vidas con violencia, impunidad y muerte.
En 2023, 51 mil 100 mujeres y niñas fueron asesinadas por sus parejas o familiares en todo el mundo, de acuerdo con los datos de ONU Mujeres. Esto significa que cada 10 minutos, una mujer perdió la vida a manos de quienes deberían haberla protegido. Esta cifra escalofriante es solo la punta del iceberg de un sistema que tolera la impunidad, minimiza el sufrimiento de las víctimas y normaliza la violencia contra nosotras.
La violencia está presente en prácticamente todos los espacios donde se supone deberíamos estar seguras. Los mismos datos de Naciones Unidas revelan que entre el 16% y el 58% de las mujeres han experimentado violencia de género en entornos digitales, afectando particularmente a las generaciones Z y millennials.
En contextos de conflictos, guerras y crisis humanitarias, siete de cada 10 mujeres enfrentan violencia de género, mientras que la mutilación genital femenina ha aumentado un 15% en los últimos ocho años, pese a los efuerzos por erradicarla.
Este año, seguimos el caso de Gisèle P. Una mujer violada por al menos 50 hombres y su esposo en Francia, lo que puso nuevamente sobre la mesa una realidad dolorosa: la violencia machista no es un acto aislado, sino una herramienta de control y terrorismo que opera desde lo privado hasta lo público.
El testimonio de Gisèle desnudó lo que millones de mujeres enfrentan en sus relaciones, muchas veces en silencio, debido a un sistema que minimiza sus denuncias, justifica a los agresores y perpetúa la impunidad.
En nuestro país, el panorama no es menos alarmante. Cada día, 11 mujeres, en promedio, son víctimas de feminicidios y asesinatos violentos, y los casos de abuso sexual infantil siguen en aumento, con miles de menores sufriendo agresiones que en su mayoría quedan impunes.
En México, nos enfrentamos a un sistema impune que perpetúa los asesinatos de miles de mujeres en un país donde los ministerios públicos revictimizan a las mujeres con preguntas humillantes, donde las Fiscalías ignoran pruebas o pierden expedientes, y los agresores quedan libres para seguir ejerciendo violencia.
La impunidad no es solo un problema jurídico, es un mensaje. Un mensaje que dice a las mujeres que su dolor no importa, que nuestras vidas son prescindibles. Nosotras sabemos que cuando una mujer denuncia a su agresor y este regresa a casa sin consecuencias, no solo está en riesgo su vida, sino también la de todas las mujeres que lo rodean.
Entonces, ¿por qué marchamos este 25N? Marchamos porque es nuestra forma de resistir. Porque es la manera de decir que estamos hartas, que no vamos a normalizar más esta violencia. Marchamos por Gisèle, por las niñas abusadas, por las mujeres indígenas, trans, migrantes, activistas, por todas las que han sido silenciadas.
Marchamos también por las miles de mujeres que han desaparecido y por las buscadoras que, con palas en mano y con el dolor en sus cuerpos, remueven la tierra en búsqueda de sus hijas, hermanas o madres. Por las defensoras del territorio que enfrentan amenazas, agresiones y hasta la muerte por proteger nuestros recursos.
Por las mujeres que no pueden decidir sobre sus cuerpos porque aún se les criminaliza por abortar, incluso en estados donde el acceso debería estar garantizado. Por las que viven bajo el terror de una pareja violenta que golpea, controla y anula su libertad.
Nostoras marchamos porque la violencia machista está en todos los espacios: en nuestras casas, en el trabajo, en la calle, en la tecnología, y porque no podemos ni queremos quedarnos calladas.
Marchamos porque detrás de cada cifra hay historias que nos estremecen y nos mueven. Porque salir a las calles no solo es protesta, también es memoria. Porque este 25N no es un día de resignación, es un día de resistencia.
¿Y tú? ¿Qué te motiva a marchar este 25N?
Nos vemos en las calles.