La Navidad es para compartir, apapacharnos… y aceptar que no todo tiene que ser calcetines y velas aromáticas. Este diciembre, el regalo más hot para tus amix —o para ti— no va debajo del árbol: va directo a la mesita de noche.
Regalar juguetes sexuales no es solo picardía navideña. También es una forma de romper silencios, normalizar el deseo y recordarnos que el placer es parte del bienestar.
La wishlist que la Señora Claus sí aprobaría
Si la idea te interesa, aquí van algunos favoritos que suelen ser apuesta segura:
Succionador de clítoris: pequeño, discreto y famosísimo por generar orgasmos intensos sin contacto directo. El favorito de muchas.
Juguete multiorgásmico: para quienes quieren explorarlo todo: punto G + clítoris + distintos ritmos.
Vibrador para parejas: ideal si hay relación… o si les gusta jugar a distancia. Algunos se controlan desde una app.
Estimulador de punto G: no subestimes su tamaño: hay modelos con muchísimos modos de vibración.
Vibrador de doble uso: versátil y funcional, siempre que esté diseñado específicamente para ello.
Tip de amix: asegúrate de que la persona se sienta cómoda con el regalo. Y sí, una notita cómplice siempre suma puntos.
¿Por qué regalar placer también es político?
En entrevista para La Cadera de Eva, Gina Montalvo, educadora en Sexualidad Humana y directora de Árbol de Talleres México señala que los juguetes sexuales son herramientas para conocernos, para quitarnos culpas y para reclamar un placer que históricamente se nos ha negado o minimizado.
Gina explica que, sobre todo después de la pandemia, muchas mujeres encontraron en estos dispositivos una forma de explorar su sexualidad desde la privacidad y sin juicios.
Eso sí, la experta insiste en algo básico: la seguridad va primero. Comprar en lugares confiables, revisar materiales y seguir indicaciones de higiene no es exageración, es autocuidado. Evita el mercado informal. Un juguete sin certificaciones puede causar infecciones o molestias innecesarias. El placer no debería doler.
Pero ojo, Gina explica que los juguetes son aliados, pero no una obligación. “No todo el sexo es genital”, dice. Un juguete puede ser desde un vibrador hasta una cobijita suave recorriendo el cuerpo. El problema aparece cuando sentimos que tenemos que usarlos para cumplir con la idea de mujer liberada y experta.
Le educadora sexual también señala que si el juguete entra a una relación, la clave es la comunicación. Probarlo primero a solas puede ayudar, y luego decidir si se integra en pareja. Y recordatorio importante: siempre se vale decir no. “Prefiero tu mano”, “así me gusta más”, también es placer.
Aunque hoy hay más opciones que antes, el acceso a juguetes sexuales de calidad sigue atravesado por la desigualdad económica. Por eso, Gina lo dice claro: los juguetes no son requisito para una vida sexual plena. El placer también vive en una mirada, un roce, una fantasía o la imaginación.
Esta Navidad, si regalas placer, que sea con información, sin presión y con cuidado. Porque el verdadero poder no está en el objeto, sino en la libertad de sentir.

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