En México, el 48% de las personas sordas son mujeres, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, del Inegi. Para Ariana Sánchez, psicóloga y codirectora del proyecto Muffle, los conflictos que atraviesan a las mujeres se ven agravados y duplicados cuando a la condición de ser mujer se le suma una discapacidad, como la sordera.

Y es que el simple hecho de ser mujer ya representa una barrera importante para acceder de manera óptima a los derechos. El conflicto se intensifica para las mujeres con discapacidad, pues enfrentan una doble barrera: “Si el sistema de por sí ya silencia a las mujeres oyentes, la situación es peor para las mujeres sordas, quienes ni siquiera pueden comunicar con su voz en igualdad de condiciones”, explica Sánchez. 

Un conflicto central para las mujeres sordas es la dificultad para comunicar lo que sienten, lo que necesitan o lo que denuncian, esto se ve reflejado en distintos ámbitos de la vida como: 

  • Al acceder a servicios de atención primaria: la exclusión también se da en sectores de salud y atención primaria como es la comunicación con médicos, paramédicos, bomberos, donde la falta de personal capacitado en LMS impide una comunicación efectiva.

  • En situaciones de emergencia o al interactuar con autoridades: para Sánchez, una situación de exclusión crítica ocurre cuando una mujer sorda se encuentra en una situación de riesgo y necesita ayuda de cuerpos de seguridad como la policía. Si los oficiales no saben LSM se pierde “tiempo valioso” mientras se intenta comunicar por escrito, contactar a un familiar o buscar un intérprete. 

  • En el ámbito laboral: la exclusión se vuelve más dura en el campo laboral. Además de la falta general de oportunidades dignas que afecta a las mujeres, las mujeres sordas enfrentan el hecho de que "sus palabras literalmente no se escuchan", lo que limita su desarrollo profesional y su capacidad para ser consideradas colaboradoras potenciales.

  • En la educación, desde la básica hasta la superior: Sánchez señala que el aprendizaje de LSM debe promoverse desde la educación primaria, de esta forma se derriban barreras y se promueve un entorno educativo más inclusivo. De lo contrario, el acceso a la educación se vuelve cada vez más complejo, pues quienes estudian diferentes grados no sólo deben cubrir los costos de la colegiatura y materiales, sino que también deben pagar por un intérprete para poder acceder a la educación.

La comunicación como derecho humano

El acceso a la comunicación y a la información es un derecho fundamental para todas, todos y todes. No obstante, la comunidad sorda ha sido históricamente relegada, enfrentando barreras que limitan su participación plena en la vida social y ponen en riesgo su derecho a recibir información accesible y en igualdad de condiciones.

Desde noviembre de 2007, la Asamblea de las Naciones Unidas proclamó el 23 de septiembre como el Día Internacional de las Lenguas de Señas, una fecha que tiene como objetivo promover la importancia de la lengua de señas en la vida de las personas de la comunidad sorda. 

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Según datos del Inegi de 2020, en México viven casi 700 mil personas con discapacidad y se estima que aproximadamente 300 mil personas sordas utilizan la Lengua de Señas Mexicana (LSM) como su primera lengua.

Ariana Sánchez Quiñones explica en entrevista  que “comunicarse es un derecho y negarlo es excluir”.

“La comunicación es un derecho, no un favor”

La comunicóloga y activista feminista, Aimée Vega Montiel, escribe en el prólogo de la compilación Comunicación y derechos humanos (UNAM, 2012), que debemos reconocer la relación que existe entre el derecho a comunicar y aquellos que garantizan la participación pública. 

Para ella, el derecho a comunicar va de la mano con “el acceso de los grupos sociales que históricamente han sido excluidos de la esfera pública a las herramientas de la comunicación, así como de la protección y confidencialidad de la comunicación”.

Sánchez coincide en que la comunicación es un derecho humano básico, por lo que negar el acceso a la LSM es una forma de exclusión. “La comunicación es un derecho (...) si no fomentas el aprendizaje de la lengua de señas, al final estás negando su acceso", explica. 

Esta discusión se ubica en el centro de la urgencia por construir espacios inclusivos que garanticen una comunicación efectiva para las personas de la comunidad sorda, en especial dentro de ámbitos educativos, de atención médica y profesionales. 

Ariana Sánchez enfatiza la importancia de que también las empresas asuman este compromiso. En este sentido, la inclusión no puede reducirse a una decisión opcional de instituciones o compañías, más bien se trata de una responsabilidad ineludible para garantizar un derecho humano básico.

Comunicar en LSM, un paso hacia la inclusión 

Para aprender a comunicar en LSM, Ariadna Sánchez propone, en primer lugar, verlo como una necesidad y no como un pasatiempo. Por ello, es imprescindible recordar que aprender LSM es como aprender cualquier otro idioma y requiere una preparación específica que involucra interés y compromiso, paciencia, memoria y repaso constante para crear comunidad. 

Es importante estar dispuesta a recibir correcciones y consejos de las personas sordas: ¡acercarse a la comunidad sorda desde el respeto, la comunicación y la empatía es clave! Se debe tener en cuenta que algunas personas pueden ser reservadas debido a la violencia sistemática generacional que han enfrentado.

Para Ariana Sánchez, una forma de sumergirse en la cultura es a través de las redes sociales y otros medios:

  • Seguir a divulgadores: recomienda diversificar el contenido que se consume en redes sociales, siguiendo a personas y organizaciones que se dediquen a la divulgación de derechos, tanto de género como de discapacidad en general (auditiva, motriz, intelectual) y personas neurodivergentes.

  • Buscar cuentas especializadas en LSM: en plataformas como Instagram, se pueden buscar cuentas dedicadas a la LSM.