En México, la causa palestina continúa generando debates profundos. Aunque el gobierno mexicano ha mantenido una postura diplomática ambigua, organizaciones civiles han señalado la necesidad de posicionarse frente a lo que organismos internacionales ya califican como crímenes de guerra, más aún considerando que desde noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu y su anterior ministro de Defensa Yoav Gallant por haber cometido presuntos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

En este contexto, entrevistamos a Dominique Salomonjudía, antisionista y activista por los derechos del pueblo palestino, una conversación que permite complejizar el debate y desmontar la narrativa que equipara toda crítica hacia Israel con antisemitismo.

Dominique Salomon nació en París en junio de 1945, apenas un mes después de que Charles de Gaulle proclamara por radio: “¡La guerra está ganada! ¡Aquí tienen la Victoria!”. Pero para Dominique, la victoria no significó paz. Nacida en una familia judía marcada por la Shoá -el Holocausto-, creció en una casa donde el horror nazi no era solo historia, sino parte de la memoria viva.

Su madre, judía de origen polaco, migró a Francia, donde fue expulsada de la universidad por su origen; su padre, judío francés desde el siglo XVIII, se unió a la resistencia. Sus abuelos, su tía de 15 años y sus primos, fueron detenidos en París por la policía francesa, entregados a los alemanes, deportados a Auschwitz y asesinados. “Yo me siento judía no desde la religión, sino desde la memoria”, dice.

Dominique Salomon es una mujer hipnotizante, sus movimientos y voz suave contrastan con un cabello fucsia a juego con un suéter que sobresale de una especie de capa elegante y moderna. Me recibe en su casa, donde la vegetación se disputa los espacios con los colores y la luz. Mientras buscamos café sin éxito, me habla como si cualquier cosa de su participación en las brigadas antifascistas durante el régimen franquista. 

Es cofundadora de la Asociación Catalana de Judíos y Palestinos, una organización que denuncia el apartheid israelí y promueve una lectura anticolonial del conflicto.

“El sionismo nació con una visión de ocupación. Ya desde el siglo XIX buscó el apoyo de las potencias europeas. La Declaración Balfour no fue un acto de compasión, fue una estrategia colonial”, afirma.

Dominique explica que Israel se estableció sobre una base de dominio y limpieza étnica, y menciona el documental La masacre de Tantura, el cual explica cómo desde 1948 se cometieron atrocidades para expulsar a los palestinos de su casa. 

“Durante décadas, Israel fue presentado como la única democracia en Oriente Medio, ocultando la realidad de la ocupación”.

De brigadista antifranquista a activista por Palestina

Cuando Dominique habla, lo hace con una mezcla de dulzura y firmeza. No se presenta como experta, sino como testigo. 

En 1967 viajó con su hermana a Israel como voluntaria, convencida de que estaba apoyando a un pueblo perseguido. Pero lo que vio la sorprendió: discriminación contra los judíos árabes, racismo estructural, represión. Y una frase, leída en la revista Les Temps Modernes, le cambió la vida: “Israel es un hecho colonial”.

“Hasta entonces, veía a Israel como refugio tras el Holocausto. Pero entendí que nació con la lógica del despojo”, recuerda.

Desde entonces, su activismo no ha cesado. Ha participado en brigadas antifascistas, en movimientos contra la guerra y ahora en la denuncia del apartheid israelí.

¿Judía y antisionista? Sí, y con memoria

Para Dominique, ser judía y oponerse al sionismo no es contradictorio, es una obligación ética. “No se puede usar la memoria del Holocausto para justificar la ocupación, el racismo, la limpieza étnica.”

La Asociación Catalana de Judíos y Palestinos nació durante la Operación Plomo Fundido en 2008, como una reacción urgente a la brutalidad en Gaza. Su objetivo: mostrar que el antisionismo no es antisemitismo, y que existe una comunidad judía que rechaza el colonialismo israelí.

Desde entonces, han organizado conferencias, debates y acciones públicas. “Queremos dejar claro que este no es un conflicto religioso, sino colonial. Y que no estamos solas en esta denuncia”.

Gaza, la memoria y el poder

Dominique ve en Gaza una repetición de la historia: la deshumanización como herramienta de exterminio. “A mi madre le daban la vuelta para ver si tenía cola, porque decían que los judíos éramos animales. Hoy Netanyahu habla de ‘animales humanos’ para justificar matar de hambre a los gazatíes. Es el mismo patrón”.

Cuando le pregunto por la inacción internacional, me mira con tristeza y rabia: “Ahora entiendo por qué no hicieron nada con los judíos. Hay una crisis sistémica. Estados Unidos está perdiendo poder, China avanza, y Oriente Medio es clave para controlar la energía. Israel es su base militar, y Europa no hará nada”.

La alianza siniestra: extrema derecha y sionismo

Dominique no omite señalar cómo la extrema derecha se ha apropiado del discurso pro-Israel para blanquear su antisemitismo histórico

La narrativa dominante, dice, intenta criminalizar el antisionismo, equiparándolo con odio antijudío. 

“Vox, Le Pen, Orbán… todos se suman para hablar de antisemitismo. Pero no lo hacen por amor a los judíos. Lo hacen porque ahora el enemigo interno es el musulmán”.

La lucha sigue, aunque estemos lejos

Desde Europa, desde América Latina, desde donde estemos, Dominique insiste en que podemos y debemos actuar. Ella está convencida que la opinión pública cambia cuando la gente ve las imágenes, cuando escucha testimonios, cuando se enfrenta a la verdad por lo que hay que informarnos, hablar, resistir la censura. “El poder tiene el dinero, las armas y los medios. Pero nosotros tenemos la justicia y la humanidad de nuestro lado”.

“La historia no está cerrada. La lucha es constante, incluso cuando todo parece perdido. Hay que unir las luchas: contra el militarismo, el autoritarismo, el despojo. Es la misma batalla”.

Dominique habla suavemente, pero no baja la voz. Habla desde la memoria, pero también desde la esperanza.