El 25N está muy cerca y muchas de nosotras ya nos estamos preparando para marchar en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Seguramente ya estás pensando en llevar un pañuelo verde o morado, en la ropa que te vas a poner y en las consignas que van a hacer vibrar las calles de varios de los espacios más concurridos en México.
Y por supuesto que no puede faltar el ya tradicional cartel de protesta feminista, en donde expresamos nuestras demandas, nuestros gritos, nuestras voces. En donde plasmamos nuestras cuerpas con diamantina y exhibimos las violencias del sistema patriarcal para decir “¡Ya basta!”.
¿Qué es el cartel y por qué es una herramienta de protesta?
Los carteles están por todas partes; pegados en las calles de la ciudad, en la vía pública, en los centros comerciales, en edificios, en negocios, por donde quiera que mires seguro encontrarás esta pequeña obra de arte, y es que el propósito principal del cartel es comunicar e informar, de ahí su carácter multifacético.
El cartel es una composición gráfica en la que se combinan símbolos, imágenes, textos, que se articulan para crear mensajes claros y concisos, pero ¿por qué los vemos en las marchas feministas?
Estas piezas suelen ser de bajo costo producción por lo que tienen diversas formas y usos; existen carteles comerciales, carteles para difundir información sobre algún evento, carteles para divulgar datos y carteles propagandísticos. Estos últimos se ven elaborados con una ideología de fondo; en el cartel de protesta queda plasmado un momento específico de la historia, es la viva expresión de la denuncia e inconformidad.
En La Cadera de Eva platicamos con Gisel Tovar, Jefa del Departamento de Prácticas Artísticas y Autoedición en la Fanzinoteca “LA VOZ QUE CORRE”, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, para hablar sobre esta forma gráfica de expresión y su relevancia en los movimientos sociales, especialmente en la lucha feminista.
Diversos movimientos sociales han recurrido a la elaboración de manifiestos, panfletos y carteles para difundir información, transmitir ideas o denuncias, e invitar al público a unirse a la lucha, como la gráfica propagandística creada por el Taller de Gráfica Popular durante la primera mitad del siglo XX, o las imágenes y denuncias distribuidas por el movimiento de lucha zapatista en la década de 1990.
“¡No somos una, cuéntanos bien!”, “Ni una menos”, “No está sola”, “Este con falda o pantalón, respétame cabrón! Los carteles son muy diversos; las consignas expresan rabia, enojo, indignación, pero también hay carteles que expresan alegría y compañerismo como la frase “Me cuidan mis amigas”.
“Hay una politización del dolor y de la herida”, dice Gisel Tovar. A pesar de las consignas, las denuncias, la indignación y los momentos más placenteros, los carteles muchas veces se quedan en la oscuridad del ojo mediático, tanto de medios como quienes observan la lucha desde afuera; lo importante muchas veces es minimizar la lucha de las mujeres y diversidades a momentos de “destrucción”, al fuego y a los vidrios rotos, aunque en realidad se trata de iconoclasia.
Las imágenes, las propuestas artísticas del cartel feminista rompen con el orden normativo de la gráfica comercial y hegemónica; se interviene la figura de la Virgen de Guadalupe, se pintan corporalidades diversas, se habla de vulvas y se tira la figura del macho patriarcal.
El cartel congrega y forja lazos
“Todas tenemos algo que contar, hacerlo colectivamente ayuda a que esta protesta tenga mayor eco y que resuene”, nos explica Gisel en entrevista con La Cadera de Eva. El cartel tiene el poder no sólo de comunicar, sino también de congregar, de hacer llamados previos para la unión a través de su elaboración grupal entre personas que comparten luchas.
“En el movimiento feminista el cartel congrega; el cartel si aparece en la protesta, pero hay un antes del cartel. El cartel congrega con esta filosofía de do it yourself, de tú mismo hacerlo con otras (personas) de hacerlo juntas”. (Gisel Tovar)
En la lucha feminista, el cartel tiene la función de mediar, de ser un puente entre las peticiones y el movimiento, y el público, de aquellas personas que los leen, que los observan y que les toman fotografías mientras las mujeres protestan en marchas, o cuando ya han intervenido espacios públicos. Es una mediación para hacer llegar el mensaje más allá.
El testimonio y la reparación
La protesta está presente en el cartel, en el bordado, en los stickers y en las expresiones gráficas y artísticas.
Cuando elaboramos un cartel, también estamos expresando lo que sentimos. Gisel cuenta que el primer cartel que elaboró para una marcha del 8M sucedió se derivó de la lectura del libro “Antígona González” de Sara Uribe. Gisel rescató y escribió la frase “Todos aquí iremos desapareciendo si nadie nos nombra, sin nadie nos busca”. Este libro le permitió entender la complejidad social y política de las desapariciones. Aún conserva esa primera aproximación al cartel.
“El testimonio es una forma de reparación y de alguna manera estos carteles también son una forma de dar testimonio de decir lo que estoy pasando, lo que estoy pensando, lo que estoy atravesando. Me parece reparador”.
En Centro de Investigaciones y Estudios de Género estos testimonios tienen un espacio para generar memoria histórica; los carteles que generalmente son mal vistos, que pueden ser mal escritos, que pueden ser mal hablados, que pueden ser también incómodos son archivados para ser revisitados por las mujeres que vienen en el futuro.
Si quieres conocer más al respecto visita la página web oficial del CIEG y sus redes sociales, Facebook e Instagram para estar pendiente de todas las convocatorias y actividades que estarán realizando en marco del 25N.