Seguramente tienes algún sticker de tu artista favorita, o de alguna pintura que te gusta mucho, quizá los hayas visto pegados sobre las paredes de las calles mientras caminas, o tal vez en algún poste del metro de la Ciudad de México.
Pequeños en tamaño pero potentes en su mensaje, los stickers han ganado terreno en el activismo callejero y digital, siendo una herramienta de expresión accesible. ¿Los has visto en alguna marcha? Lo más probable es que sí, ya que estas pequeñas piezas de arte gráfico están en todas partes y en todos los espacios, con frases como “Ni una más” o “Este cuerpo es mío”.
Platicamos con Gisel Tovar, responsable de la fanzinoteca del CIEG "La voz que corre", un espacio artístico, académico y pedagógico ubicado al interior de la Biblioteca Rosario Castellano del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) en Ciudad Universitaria. En este lugar se producen documentos feministas autogestivos, como el fanzine, el afiche, el stricker, entre otras manifestaciones artísticas.
Los stickers son expresiones impresas, escritas o dibujadas que se encuentran sobre un soporte adhesivo. Esto hace del sticker un medio con muchas ventajas, primero porque es una forma de intervención urbana menos riesgosa, práctica y además es fácil de reproducir en serie. En la Ciudad de México, los stickers cobraron popularidad a finales de la década de 1990, explica Flavio Montessoro, maestro en Artes Visuales por la Academia de San Carlos y docente de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Además de su practicidad, los stickers contienen mensajes que documentan el contexto social de un lugar determinado, por lo que contribuyen a la creación de una cultura de memoria colectiva y gráfica.
La lucha feminista está repleta de una cultura gráfica y visual tremendamente rica, subversiva y transgresora; los stickers son diseñados, producidos y distribuidos por mujeres y disidencias que protestan y denuncian desde su trinchera llena de vida y color. Gisel Tovar, para La Cadera de Eva, nos relata cómo es que los stickers forman parte de la protesta feminista:
“El sticker en su funcionalidad, histórica también, es parte y se deriva de la cultura visual. La cultura visual (hegemónica) que tenemos está repleta de imágenes con mucha violencia, en nuestra vida cotidiana estamos llenas de imágenes o de señaléticas de prohibición, y aprendemos a convivir o a entender los espacios, muchas veces, a partir de esa imagen y señalética”.
¿De qué manera la protesta feminista irrumpe con el orden normativo en la cultura visual contemporánea?
Las protestas feministas (gráficas) son una forma de interrupción de esa cultura visual que prohíbe, que censura, y que también violenta, con una producción visual de mujeres que están empezando a ocupar esos espacios para transmitir sus denuncias, su protesta, que no necesariamente tiene que ser en una marcha o dando clases, produciendo teoría, sino que a partir de la visualidad, empiezan a generar gráficos que ayudan a transmitir emociones, pensamientos, preguntas y que descolocan los espacios.
¿De qué manera están presentes los stickers en nuestras vidas?
La Facultad de Filosofía y Letras de UNAM está repleta de pintas y de stickers, me parece importante ver cómo las paredes hablan, algo que me gusta de la relación entre los stickers y la protesta feminista es la ocupación y la apropiación del espacio para contar otras narrativas visuales o también para extender la protesta hacia esos escenarios que a veces son cerrados, que son porosos, que no escuchan, que son fríos. El sticker es una reproducción visual muy sencilla, es crítica, es pedagógica, y es potentemente activa para entender a través de la mirada lo que otras personas quieren comunicar.
Aladas Victorias
Aladas Victorias, un proyecto de Victoria Wolffer para el CIEG, es una propuesta que reúne tanto la parte académica, artística y activista con motivo de resignificar la lucha feminista en espacios digitales a través de la curaduría y producción de stickers digitales para WhatsApp. Estos stickers tienen como propósito visibilizar la desigualdad de la cultura patriarcal mediante la circulación de arte feminista.
Algunas de las artistas que forman parte del catálogo son: Betzamee, Cerrucha, Invasorix, María María Acha-Kutscher. A respecto, la maestra Tovar nos contó lo siguiente:
“En Aladas Victoria, trabajamos junto con María María, Lorena Wolfe, Bechamel, el colectivo Invasorix, y con Ferrucha”, comentó Gisel.
¿Qué es lo que las mujeres feministas y no feministas están diciendo a través de los stickers?
La mayoría de los stickers hablan de emociones prohibidas y de temas prohibidos para las mujeres. Muchos stickers exponen visualmente el cuerpo; la rabia, el fuego, la diamantina. Son muy simbólicos, tenemos referentes visuales como la capucha negra, el pañuelo verde, la bengala morada. Están hablando mucho del dolor, de cómo el dolor se politiza, de la importancia de expresar las emociones en el espacio público.
Otros elementos como el lenguaje también son importantes, así lo relata Gisel:
“La colección que tenemos de Bechamel se llama La Lenguaja y la Códiga, y tiene que ver con cómo, en canales de WhatsApp, interrumpes también ese lenguaje hegemónico, universal, por un lenguaje también incluyente que se ha defendido y propuesto desde los feminismos”.
Autogestión artística
Los procesos de autogestión permiten que las artistas continúen con la producción gráfica, tanto individual como comunitaria, muchas veces el intercambio no tiene carácter económico, sino que viene en forma de trueque o de intercambio de material.
¿De qué manera se relaciona la autogestión económica con la producción gráfica?
El hecho de que haya una cosa económica, no quiere decir que estos, este tipo de proyectos autogestivos, entren en una dinámica capitalista. La mayoría de compañeras que hacemos fanzines o stickers necesitamos invertir para poder seguir haciendo memoria, para poder continuar con nuestra protesta, el precio es eso.
Yo gano algo, pero lo vuelvo a invertir para poder seguir produciendo. Creo que eso es lo fundamental del proyecto autogestivo que se hace con lo que tiene la memoria, con lo que tienes a la mano, pero también de manera colectiva.
Estos procesos de autogestión son bien importantes para poder seguir contando, para poder seguir haciendo ruido, para hacerse escuchar. Nosotras lo que estamos pensando es que también toda esta cultura del autogestión, se hace con lo desechable, con la basura, con lo que nadie quiere , eso se le da otra vida.
Es sticker más allá del papel
¿Qué relación existe entre el sticker y la memoria?
“El sticker lo que hace es recuperar una memoria de símbolos, de acciones, de procesos, que están presentes durante toda la protesta, a través de este formato papel, o ahora, de este formato digital, que lo tenemos mucho con las redes sociales, interrumpe los espacios digitales, hay una forma de apropiación de esos espacios”.
¿De qué manera se distribuyen?
De la pared se transita al papel; el papel es viajero y permite otra forma de distribución, entonces pasan del muro al papel. Muchos stickers recuperan las pintas que se hacen en las calles, en la universidad, y las distribuyen a través del formato sticker, o sea, pasan del muro al papel y tienen otra forma de circulación. Están hablando de la protesta, de no quedarnos calladas, del tipo de justicia que necesitamos.
Sobre continuar y expandir el panorama de los stickers, Gisel nos comentó que por el momento están realizando una fanzinoteca digital utilizando las redes sociales y sobre todo grupos de WhatsApp, con motivo de interrumpir mediante la protesta el espacio público digital que suele ser violento.