La misoginia y el machismo comparten un terreno común donde el hilo conductor es la discriminación por género y la dominación, sin embargo, con frecuencia tienden a utilizarse de manera indistinta y es que, aunque pueda parecer que oscilan en el mismo camino, la realidad es que existen diferencias sustanciales -y de suma importancia-. Identificar cada una y nombrarlas de manera certera nos permite reconocer las violencias, cuestionarlas y modificar comportamientos aprendidos.

Antes de entrar en materia, es necesario detenerse en esta última parte ligada al comportamiento aprendido y es que, toda persona que se desenvuelve en un sistema patriarcal interioriza la misoginia y el machismo como una manera de socialización; las mujeres y personas de la disidencia sexo genérica también ejercen estos comportamientos contra las otras. Si bien identificar y deconstruir este aprendizaje es un trabajo de introspección, el ejercicio inicial parte de reconocer estas violencias. En ese sentido, estas son algunas claves y ejemplos importantes que serán guía.

  • ¿Qué es la misoginia?

En la misma línea que la homofobia, xenofobia y segregación racial, la misoginia se considera un acto discriminatorio de odio por la Ley Federal de Prevenir y Eliminar la Discriminación. 

"Conductas de odio hacia la mujer y se manifiesta en actos violentos y crueles contra ella por el hecho de ser mujer (...) la misoginia prevalece en las culturas que consideran a las mujeres inferiores a los hombres", señala el artículo V fracción XI.

Proveniente del griego miso y gyne que significan odio a la mujer, la misoginia es una práctica que nos trastoca a todas las personas y parte desde acciones que someten a las mujeres al rol de cuidadora y madre, hasta la violencia feminicida justificada por el género de la víctima. 

No sólo se trata de la subordinación y el rechazo sino que hablar de misoginia, es también abordar los crímenes de odio, de violencia económica, sexual, privación de la libertad, el abandono y la exclusión de las mujeres en todo espectro social. Para la escritora Marcela Legarde, es un daño a las vidas y al mundo de las mujeres ejercida desde cualquier sitio y con cualquier objeto material o simbólico que causa tortura, daño y sufrimiento.

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La misoginia está presente en la vida de toda mujer, incluso antes de haber nacido. Despoja de toda armadura a la mujer y la hace creer que su inferioridad es natural, por ello, la marginación, la violencia, el maltrato y el feminicidio se encuentran justificados, Marcela Legarde acota que la mujer está expuesta al daño y ha sido previamente incapacitada para hacerle frente. En síntesis, para la autora la misoginia es un recurso de poder que hace a las mujeres ser oprimidas antes de actuar, manifestarse; aún antes de existir. 

La opresión femenina reúne la articulación entre machismo y misoginia, los cuales, al interactuar, se potencian mutuamente. (Marcela Legarde en Identidad de Género y Derechos Humanos, la Construcción de las Humanas)

  • ¿Qué es el machismo?

Para entender el machismo, es necesario relacionarlo de manera directa con el privilegio androcéntrico. Desde la mirada patriarcal, el hombre se convierte en el centro absoluto de todo espacio histórico, cultural y social; el ser humano único, mientras que la mujer se convierte en un ser secundario limitado a la reproducción y a la disposición de su congénere. En este contexto, el artículo Identidad de Género y Derechos Humanos, la Construcción de las Humanas señala que las mujeres son deshumanizadas y el hombre machista tiene el poder -otorgado patriarcalmente- de usarlas, apoyarse en ellas, apropiarse de su trabajo, de su capacidad, de sus cuerpos y de su imaginación. Asimismo, acota las siguientes acciones machistas para una mejor lectura.

  • Marginar
  • Segregar
  • Cosificar
  • Infantilizar
  • Sobreproteger
  • Atemorizar
  • Hostilizar

"Cuando en lugar de apreciarlos o amarlos (a los hombres), los adoramos y, en lugar de admirarlos, los reverenciamos; cuando en vez de colaborar con ellos les servimos. Justificamos su dominio y les tememos como si fuesen seres extraordinarios o sobrenaturales y cuando nos derrotamos, nos desvalorizamos frente a ellos" (Marcela Legarde)

El machismo vanagloria todo valor de la masculinidad violenta, rechaza toda expresión que no sea heteronormativa y paradójicamente, este pensamiento instaurado por el rol de género también se vuelca en su contra y les oprime, por ejemplo, cuando no se les permite demostrar sus emociones, comunicarse, pedir apoyo, atender su salud física / mental,  construir relaciones en equidad, involucrarse en la crianza y cuidado de sus hijos e incluso, expresar su creatividad, intereses, imaginación o identidad sexo genérica. 

Prueba de este machismo arraigado se encuentra en la investigación Perception of machismo traits of expressiveness and stress coping strategies in adult men in northeastern Mexico realizada por la Universidad Autónoma de Tamaulipas que recoge información en algunos estados del país y arrojó que la imperante para el hombre mexicano es ser valiente, fuerte, duro, tener el control de la situación, ser proveedor, no llorar y temer ser considerado afeminado u homosexual

El machismo se oculta aún en las cosas más simples y las replicamos todas, todos y todes. Por ello, estas son algunas frases machistas de la cotidianidad que es necesario arrancar de nuestro proceso de socialización inspiradas en la obra Machismos cotidianos de Claudia De La Garza y Eréndira Derbez: 

  • Qué buen hombre es tu esposo, él sí ayuda en casa.
  • Con el cabello corto pareces hombre.
  • ¿Cómo te vas a casar si no sabes ni freír un huevo?
  • Estás exagerando, ni que fuera para tanto. Además, es tu culpa por vestirte así.
  • Los niños no lloran.
  • ¿Cómo voy a ser machista sí yo cocino, lavo, plancho?,  además, tengo hermanas.

Es así que el machismo no es más que un patrón de comportamiento colectivo que traza los roles de género y la dominación de lo masculino por encima de lo femenino. Por sí solo se convierte en un problema estructural, sin embargo, cuando se aúna a un contexto violento y se carga del odio misógino, este fenómeno se vuelve cultivo para dar pie a la máxima expresión de odio: el feminicidio

"Debemos preguntarnos si las agresiones a las mujeres son consecuencia de una misoginia latente en una mayoría de hombres machistas a los que nada ni nadie les ha puesto un alto." (Investigador de la Escuela de Psicología de la Universidad de Mexicali, Dr. Josman Espinosa)

  • ¿Puedo ser una persona misógina y machista a la vez?

De manera concreta, abordar ambos términos responde a una relación de poder donde se privilegia al hombre y se desvaloriza toda expresión del cuerpo feminizado. El hombre machista, desde su percepción de superioridad, tiende a caer en actos misóginos como la violencia doméstica, el abuso sexual y la violencia feminicida. Ejemplo de esta relación íntima entre la misoginia y el machismo se encuentra en el amor romántico

El hombre machista infantiliza, sobreprotege, justifica su violencia y manipulación de caballerosidad apropiándose de su pareja porque es así como el papel como esposo / novio se le ha conferido. A estas alturas, la misoginia se hace presente cuando ejerce actos de odio por celos, amenazas, palabras de aversión, aislamiento de su pareja, abusos, marginación, cosificación, violencia física y en última instancia, el asesinato.

Tratar de cambiar un mundo creado donde la misoginia y el machismo se consolida en el pensamiento colectivo de hombres y mujeres puede parecer un imposible, sin embargo, Marcela Legarde señala que el primer paso para iniciar la deconstrucción es reconocer este sistema y posteriormente, autodenominarnos como seres humanas, es decir, cargarnos de un poder que nos permita entender que la mujer es equivalente al hombre y viceversa.

"Desactivar y eliminar la misoginia radica en la humanización de las mujeres a través de su visibilización, de su historización y de su valoración positiva. También se precisa la valoración económica y social del trabajo que le permita (a las mujeres) cambiar sus creaciones por riqueza material y simbólica (...) es preciso construir la integridad de las mujeres, de sus cuerpos, de sus vidas y bienes; la mujer es respetable en sus límites de ser humana" (Marcela Legarde).

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