Primero se acercó a ella para decirle que él “sabía muchas cosas sexuales” y que podía enseñarla a “ser mujer”. Después le jaló su mano a la fuerza y le quitó su guante. Puso los dedos de ella en su boca “reflejando una cara que me asustó mucho (...) yo forcejee y me jalé evitando esa acción que me daba repulsión”, narra en su denuncia una soldado de la Policía Militar de la Coordinación Regional 1 en Zacatlán, Puebla.

“Al hacer esa acción me jaló de mi chaleco y al instante me jaló la coipa y empezó a lamer y besar mi cuello en contra de mi voluntad, en esa misma acción inició a tocarme la parte trasera”, dice la soldado. La denuncia se presentó en 2020 en la Oficina de Atención y Prevención del Hostigamiento y Acoso Sexual de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en contra el Teniente Coronel de la Policía Militar de esa Coordinación Regional.

El documento forma parte de los archivos internos del Ejército hackeados por el grupo de activistas Guacamaya Leaks, consultados por La Cadera de Eva. En la denuncia, la soldado detalla que después de tocarla sin su consentimiento, el Teniente Coronel siguió haciéndole insinuaciones sexuales y preguntándole cómo “le gustaba tener relaciones, si suave o duro”. 

Finalmente ella decidió denunciarlo porque al paso de los días se sintió intimidada por él. La militar incluso narra que el Teniente Coronel le ofreció dinero para que no siguiera con su denuncia.

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Extracto de la denuncia interpuesta ante la Sedena.

Como la de la soldado en Puebla, hay cientos de denuncias internas en el Ejército que revelan los casos de abuso sexual de la que son víctimas —principalmente las mujeres militares— por parte de sus compañeros hombres. 

En total, la Fiscalía de Justicia Militar de la Sedena tiene el registro de 363 denuncias formales por acoso, abuso y hostigamiento sexual, desde el año 2012 hasta abril de este año, de las cuales solo 17 han terminado en una sentencia condenatoria, es decir apenas el 4%, según respondió esta dependencia a La Cadera de Eva, vía transparencia.

Aunque estas cifras podrían ser mayores, pues de acuerdo con la investigadora Paloma Mendoza Cortés, del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (CESIG-ITAM), no todas las militares no denuncian por "temor por las consecuencias. Si bien no existen estadísticas oficiales concretas que nos permitan dar un seguimiento puntual a la efectividad de implementación de políticas de género, también podemos considerar para nuestro análisis los casos de denuncias públicas sobre casos de hostigamiento sexual y acoso. Aunque natural este tipo de denuncias que se filtran a los medios, no son reconocidas por la Sedena por tratarse de desertoras y se recurre a esta etiqueta para considerarlo como propaganda negativa y no hacer algo al respecto", dice en entrevista con La Cadera de Eva.

Además, "de la falta de vigilancia y evaluación de las políticas de género, podemos considerar la falta de castigos ejemplares a los victimarios, los cuales en la mayoría de los casos sólo se limita a una amonestación al victimario y, en el caso de la víctima, a la marginación laboral, cambio de plaza o baja, lo cual resulta en una revictimización frente al triunfo y reafirmación de la cultura machista militar", explica Mendoza Cortés.

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La Oficina de Atención y Prevención del Hostigamiento y Acoso Sexual se creó en agosto de 2013, con el objetivo de tener una instancia especializada para la atención de las víctimas de hostigamiento sexual y acoso sexual al interior del Ejército.

Tres años después de la inauguración de esta oficina, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación No.19/2016 en donde relató que dos militares violaron sexualmente a una mujer civil dentro de las instalaciones de un cuartel militar en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

El organismo documentó en aquel momento que aunque hubo evidencias para acreditar su culpabilidad así como informes médicos que atendieron a la víctima, la justicia militar decidió iniciar el proceso por “desobediencia” de uno de ellos, porque “no se encontraban en funciones” al momento de cometer estos actos y continuaron en la dependencia. 

Así, los actos de abuso sexual cometidos por integrantes del Ejército no solo están presentes al interior de esta corporación. Un informe de la UNAM sobre de las violencias perpetradas por las fuerzas armadas contra las mujeres, a partir de datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021, reveló que más de 68 mil mujeres sufrieron violencia en su comunidad por parte de militares o marinos. Entre las agresiones más comunes están: piropos ofensivos, 38.2%; miedo a ser atacada sexualmente, 10.1%; ataques con armas blancas o de fuego, 3.3%; intentos de violación 1.1% y 0.2%.

Temen por represalias

Otra de las denuncias que forman parte de los archivos internos del Ejército es la que presentó en 2022 una subteniente contra el mayor de Artillería Diplomado de Estado Mayor, quien también es Jefe de la Segunda Sección de la Zona Militar número 17. 

La militar narra que varias veces la invitó a salir a lo que ella se negó. Además, cuenta en su denuncia, “llegó a tocarme brevemente los hombros, simulando un 'masaje' o incluso en una ocasión me tocó la cintura (...) al ver que no funcionaban sus intentos por tener un acercamiento conmigo, dejó de hacerlo y  su actitud se tornó diferente”.

“Derivado de esa situación, empezó a tomar una actitud agresiva y hostil conmigo, lastimando mi dignidad, intentando provocar que de alguna manera infringiera la disciplina militar, empezó a darme trabajo que le correspondía realizar a la Sección Segunda, vigilar mis horarios (cuando con nadie más lo hacía, ni siquiera con el personal directamente a bajo su mando)”.

La subteniente explica que también denunció este caso con el subjefe del Estado Mayor de esta zona militar, sin embargo, no obtuvo respuesta ni apoyo de su parte, pues éste solo se limitó a decirle que arreglaran sus problemas entre ambos. En el documento también señala otros casos de abuso por parte de Luna Rivera “en contra de diverso  personal femenino, nombres que omito manifestar para evitar se tenga algún tipo de represalias en su contra”, se lee en el texto.

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

Un caso más presentado en la Oficina de Atención y Prevención del Hostigamiento y Acoso Sexual es el de una soldado de Transmisiones en 2022. El caso ocurrió en las instalaciones del batallón del Campo Militar N. 1-H Los Leones Tacuba en la Ciudad de México, donde se encuentra la Escuela Militar de Transmisiones.

La militar explicó que mientras estaba en sus labores como archivista de esta escuela, sus superiores la llamaron y cuando acudió con ellos a su oficina se dio cuenta que estaban tomando bebidas alcohólicas en horario de servicio: “Me ordenó que me sentará en un sillón que se encuentra en el interior de la oficina, procediendo a sentarme en espera de que se me comunicara alguna orden, fue entonces que se acercó a mí el Myr, Poblano y destapo una cerveza, la cual me entregó en mi mano diciéndome “tómatela…”. Cuando recibí la cerveza, procedí a colocarla en el piso (sin haber bebido de ella) al mismo tiempo que le dije “ya me voy, es que tengo mucho trabajo…”, señala.

La subteniente también cuenta que después de que se negara a tomar la cerveza que le ofrecieron, uno de sus superiores salió de la oficina y la dejó sola con el otro Mayor. “Una vez que el Myr. Reyes salió de la oficina, el Myr. Poblano se acercó a mí y empezó a abrazarme e intentó besarme, yo me levanté del sillón para retirarme y fue entonces que el Myr. Poblano me aventó contra el sillón y quedando frente de mí se desabotonó el pantalón para bajárselo y se sacó los genitales diciéndome  al mismo tiempo 'hazme sexo oral'.... a la par de que me tomo de la cabeza para acércame a sus genitales, yo realicé movimientos con la cabeza para esquivar el acercamiento, intentando nuevamente levantarme del sillón para salirme de su oficina”.

A pesar de que denunció este hecho con otros de sus superiores, estos no hicieron nada, también solo se limitaron a decir que tuvieran “cuidado” y le pidieron a la soldado que se “relajara”. 

Documentan también violencia sexual digital

En octubre de 2016, una teniente de enfermería denunció al Capitán Segundo de Sanidad del Hospital Militar Regional de Torreón, quien también es el padre de su hija, por haber difundido fotografías íntimas sin su consentimiento en un perfil de Facebook.

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La denunciante narra que envió las evidencias al Ministerio Público así como algunas conversaciones donde la ofende. “Me siento como si no tuviera ganas de asistir a ningún lado por la pena de que alguien me reconozca en las fotos, que mi integridad y la de mi hija están en riesgo más aún por las cosas que están sucediendo (...) estoy preocupada por mi seguridad”, relató la víctima.

Actualmente se desconoce cuáles fueron las sanciones impuestas en los casos a los que La Cadera de Eva tuvo acceso en los archivos hackeados por el colectivo Guacamaya Leaks.