En la historia de los Juegos Olímpicos existe una figura olvidada y que fue clave para el deporte femenino: Alice Milliat. Su nombre puede no ser tan conocido como el de otros grandes del deporte —sobre todo hombres— pero su legado marcó un antes y después en la historia olímpica.

Alice Milliat, traductora de profesión, nació en Nantes, Francia, en 1884. Creció en una época en la que el deporte era prácticamente exclusivo para los hombres, Milliat se destacó desde joven como nadadora, remera y jugadora de hockey sobre césped. Su pasión deportiva la hizo liderar una lucha por la inclusión de las mujeres en el deporte de élite. 

A principios del siglo XX, los Juegos Olímpicos, impulsados por Pierre de Coubertin, eran exclusivos para los hombres. Las mujeres tenían una participación mínima y se les negaba el acceso a muchas disciplinas deportivas.

Al francés Pierre de Coubertin se le atribuye la reactivación de los Juegos Olímpicos y la fundación del Comité Olímpico Internacional (COI) en 1894. Coubertin llegó a decir en el año de 1912 que tener mujeres en los Juegos Olímpicos era “poco práctico, poco interesante, poco agraciado y, no dudo en añadir, inapropiado”.

La lucha de Alice Milliat por incluir a las mujeres en el deporte

Al ver esta desigualdad, Milliat decidió tomar cartas en el asunto. En 1921, fundó la Federación Deportiva Femenina Internacional (FSFI), con el propósito de darle a las mujeres una plataforma donde pudieran competir y demostrar su rendimiento. Esta federación no solo promovía el deporte femenino, sino que también organizaba competencias internacionales.

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El logro más destacado de la FSFI fue la creación de los Juegos Mundiales Femeninos. El primer evento se llevó a cabo en 1922 en París. Este fue un momento histórico, ya que demostró que las mujeres eran perfectamente capaces de competir al más alto nivel, contrarrestando así las opiniones de muchos críticos de la época, como el propio Pierre de Coubertin.

En el artículo publicado en la Revue d'Histoire "Alice Milliat y el primer deporte femenino del período de entreguerras" , la historiadora Florence Carpentier detalla la estrategia de la FSFI: su principal objetivo es tomar el control de las competiciones femeninas para escapar de la supervisión de las federaciones de atletismo (...) Alice Milliat decide organizar unos Juegos Mundiales femeninos siguiendo el modelo de los Juegos Olímpicos masculinos. Su verdadero objetivo no es crear una competición paralela duradera […] sino demostrar a los dirigentes del COI las capacidades deportivas de las mujeres para poder ser admitidas en todo el programa olímpico”.

El éxito de los Juegos Mundiales Femeninos no pasó desapercibido. Milliat utilizó este éxito para presionar el Comité Olímpico Internacional (COI) para que incluyera a las mujeres deportistas en la competición. A pesar de la resistencia inicial, el COI no pudo ignorar por mucho tiempo la creciente demanda de inclusión femenina en los Juegos Olímpicos.

En 1928, las mujeres pudieron participar por fin en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. Por su parte, Alice Milliat intentó mantener con vida la federación internacional de deportes femeninos, pero su frágil salud y las dificultades para encontrar financiación para la federación la obligaron dejar la presidencia de la FSFI.

Poco a poco, se fue alejando del mundo del deporte para volver a su trabajo de mecanógrafa y traductora. Murió en París en 1957. Fue enterrada en una tumba familiar en Nantes y de acuerdo con la información del gobierno francés, ni siquiera se la menciona en su propia lápida.

En el distrito 14 de París, un gimnasio lleva el nombre de Alice Milliat en su memoria. La explanada de la nueva Arena de la Porte de la Chapelle también llevará su nombre.

Ahora por primera vez en la historia, en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024 competirá el mismo número de mujeres que de hombres. Esa representación del 50 %, convirtiéndolos en los primeros Juegos con mayor paridad de género en toda la historia.

¡Gracias, Alice, por abrirnos el camino!