Meta ha resuelto una demanda por difamación con el activista conservador Robby Starbuck, conocido por sus campañas contra políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en grandes corporaciones. Como parte del acuerdo, Starbuck será ahora asesor de la empresa para “mitigar sesgos ideológicos y políticos” en el chatbot de inteligencia artificial de la empresa, Meta AI.

El caso se originó cuando el chatbot vinculó falsamente a Starbuck con el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 y con teorías conspirativas como QAnon. Según la demanda, presentada en abril de 2025, Meta AI repitió esas afirmaciones incluso después de que el activista solicitara su eliminación.

Meta y Starbuck emitieron un comunicado conjunto asegurando que la compañía ha dado “tremendos pasos” para mejorar la precisión de su herramienta de IA desde que comenzaron a trabajar juntos. Ni la empresa ni Starbuck han confirmado si hubo compensación económica.

Un patrón de presión contra la diversidad corporativa

El nombramiento de Starbuck no es un hecho aislado. En los últimos años, él ha liderado campañas públicas contra empresas con programas DEI, presionando para que firmas como Harley-Davidson, John Deere y Tractor Supply abandonen estas políticas.

Esta estrategia coincide con una ofensiva más amplia contra la diversidad impulsada por sectores conservadores en EE. UU., reforzada por políticas como las implementadas por Donald Trump en su actual mandato. Tal como explicamos en Make America Great Again: El plan de Trump contra la igualdad, el gobierno ha impulsado purgas, recortes y eliminación de recursos educativos que promueven inclusión y derechos igualitarios. Incluso, hace algunos días, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para hacer menos “woke” a la IA y reducir lo que denomina “sesgo progresista” en plataformas digitales.

En este contexto, el rol de Starbuck en Meta plantea preguntas sobre la dirección ideológica que podrían tomar sus sistemas de IA y sobre quién define qué es desinformación, sesgo o censura.

Corporaciones entre la presión y la resistencia

El caso Meta contrasta con decisiones como la de Apple, que hace algunos meses pidió a sus inversionistas rechazar una propuesta para eliminar sus programas de inclusión, enfrentándose a grupos conservadores. En Apple defiende programas de inclusión frente a iniciativa conservadora, explicamos cómo algunas empresas no han cedido a la presión gubernamental, aunque cada vez son menos las que asumen ese costo reputacional y político.

Posibles riesgos para voces críticas y creadoras pro-derechos

La incorporación de asesores con una agenda explícitamente anti-DEI puede afectar la libertad de expresión de comunidades y creadoras que defienden derechos humanos, feminismo, diversidad sexual y equidad racial.

Si las directrices para “corregir sesgos” se alinean con posturas conservadoras, existe el riesgo de que los algoritmos prioricen, silencien o etiqueten de manera negativa contenidos que promuevan agendas de justicia social. En un entorno donde la IA automatiza moderación y recomendaciones, cualquier ajuste en su “neutralidad” puede traducirse en pérdida de visibilidad -y recursos- para medios independientes, activistas o colectivos marginados.

Esto no solo impactaría a creadoras y periodistas, sino también al público en general, que podría recibir una visión más homogénea y políticamente filtrada de la información, especialmente en temas de género, diversidad y derechos civiles. En esta nota explicamos cómo el borrado de contenidos no solo restringe información, sino que también erosiona derechos fundamentales al limitar el acceso a recursos fiables.

El dilema de la “neutralidad” tecnológica

Aunque la corrección de errores en IA es necesaria, el caso Starbuck ilustra cómo la retórica de la neutralidad puede convertirse en un caballo de Troya para agendas políticas. Decidir qué es un sesgo no es un ejercicio técnico neutral: implica valores, marcos culturales y decisiones editoriales con consecuencias directas sobre el debate público.

En un escenario global donde las grandes tecnológicas se enfrentan a litigios y presiones políticas, el riesgo es que la búsqueda de “equilibrio” acabe cediendo ante el poder de quienes ya dominan el discurso y tienen más capacidad de presión, dejando en desventaja a voces críticas, independientes y defensoras de derechos.