En México ganó una mujer la elección a la presidencia del país, sí en ese país que ocupa el segundo lugar con más víctimas de asesinatos por razones de género, en América Latina [1]. Parecía utópico que en este país que ha encumbrado la figura del macho como un estandarte cultural, llegase a la cabeza del poder ejecutivo una mujer. ¿Luz en el camino para la lucha feminista, para el fin de la violencia contra las mujeres, para la igualdad entre todes?
En México se consolidó una tercera fuerza política, que se movilizó sin coalición con otros partidos, buscando el voto joven desde las universidades, con una campaña llena de jingles pegajosísimos, “sin basura electoral” y con un guiño a lo progre. Un hombre habló de la interrupción legal del embarazo en los tres debates (pero con una sonrisa incomodísima de trasfondo), mientas las dos mujeres callaron.
En México se colocaron los nombres de las personas desaparecidas en las boletas electorales, en lugar de votar por alguna de las candidaturas propuesta. Porque no queremos seguir votando por el mal menor, por quienes ofrecen un salario a las madres buscadoras para que hagan “la chamba del Estado”; porque nos indigna que las personas desaparezcan violenta y oficialmente, al eliminarlas de los registros, y negar su obligación de encontrarlas, reconstruir la memoria, hacer justicia, y detener esta epidemia. Porque estamos hartas de vivir sobre fosas clandestinas, de que lo que cosechemos venga de la tierra sembrada con cuerpos violentados; porque hemos dejado de creer que la justicia se consigue en Democracia-autoritaria.
En México se creó un socavón tan grande, que sólo dejó dos lados que habitar socialmente. Es tan profundo el abismo que resulta casi imposible y peligroso transitar al otro lado. No es que haya sido una sacudida repentina la que lo provocó, sino una fractura profunda, dolorosa y de largo alcance, que se fue acrecentando por la falta de responsabilidad de quienes tienen el poder político, económico y de expresión. Los discursos de odio, de un lado y del otro, se han repetido como eco desde los altoparlantes de la Mañanera o las columnas de las “niñas bien”, y en las redes sociales. Goebbles tenía razón: una mentira repetida mil veces, se transforma en verdad.
El día después de las elecciones, México está roto por la falta de entendimiento, de escucha, de acuerdos; por la clasificación constante entre “mejores y peores”, la inmoral acumulación de riqueza en unas cuantas manos, que ha llevado a la pauperización de ideales y oportunidades. El día después de mañana, ganó la polarización, el descrédito, las fake news, y el impedimento para entender que sólo en comunidad es como se construye un piso común, que sólo desde los acuerdos, incluso en desacuerdo, pero con la férrea decisión de entender a la otra persona, es que una nación puede hacerle frente a cualquier calamidad política.
El día después de las elecciones perdió la mesura y ganó el opinar sin cuidado y sin argumentos comprobados. Ganó la rabia engendrada, adquirida, y heredada contra la otredad, contra la persona que tiene más o la que me quiere quitar “lo mío”. En México, el día después de las elecciones se siente sombrío, en tensa calma, esperando el cataclismo o la recompensa.
México el día después de las elecciones no se convirtió automáticamente en Venezuela, como si compararse a Venezuela fuese un insulto, sin reparar en el dolo que se causa en la esencia de las personas venezolanas. Una nación que no se puede medir únicamente por sus buenos, malos, muy malos gobiernos; una nación venezolana es sus cascadas únicas, su amazonía, su música, sus arepas de reina pepiada, su playa caribeña, su literatura, su histórica lucha de independencia y más.
El día después de las elecciones, en México 124 familias lloran la pérdida de una persona amada, debido a su asesinato por vincularse con el proceso electoral; desde candidatos, hasta integrantes de partidos políticos o de asambleas populares[2]. El mote narco se le puede colocar indistintamente a presidentes, candidatas, compañeres de escuela o personas famosas del entretenimiento. México después de las elecciones no ha reparado en observar que el crimen organizado está tan enraizado en lo cotidiano, que una balacera más o una persona candidata más colocada por el crimen, ha sido realidad desde finales del siglo pasado, pero ahora es más evidente.
El día después de las elecciones, en México cada vez más personas entendemos que el sistema democrático y de partidos actual no nos representa, ni soluciona. Entendimos que es a través de lo popular y comunitario la forma en que el tejido social se puede volver a reconstruir, que la lucha por derechos humanos es la lucha por la vida y existencia de todas las formas de ser; la lucha por acabar con el extractivismo que, cada vez más tajantemente, nos está quitando lo esencial para subsistir. Entendimos que no es a través de defender a partidos o personas con cargos públicos, sino es a través de defender nuestro territorio, nuestras calles, que nos defendemos a nosotres.
En México, el día después de las elecciones grandes lecciones se dejaron en la mesa común: seguir con un modelo de acumulación de la riqueza y de libre mercado es acabar con el campo, con la tierra, y con la supervivencia en el territorio propio; que las definiciones políticas como izquierda, centro, o derecha resultan confusa y revueltas, vaya no hay tal definición, por lo que los modelos y propuestas se parecen y parecerán; incluso en aquellos que se dicen hacer “nueva política”. Finalmente, que es a la sociedad civil, al compartir conocimiento de manera tradicional, y el nunca dejar de fiscalizar la labor de la función pública como se hace política; es en la casa, en la esquina, en la plaza pública, en la reunión virtual, en la academia o talleres, en la iglesia, y en la casa de la tía que se hace política. Lo nuevo será cuando en las urnas, realmente, quepan nuestros sueños, parafraseando a las compas zapatistas.
[1]Consultar en: https://www.infobae.com/mexico/2024/03/08/mexico-segundo-lugar-en-feminicidios-sexenio-de-amlo-cerca-de-las-5-mil-mujeres-asesinadas/
[2]Datos de: https://votar-entre-balas.datacivica.org/datos-votar-entre-balas