Nos enfrentaremos a un hecho histórico: México tendrá a la primera mujer presidenta del país, tras una contienda donde las dos principales candidatas fueron, también por primera vez, mujeres.

Este hito es sin duda crucial, en primer lugar, porque históricamente las mujeres han estado subrepresentadas en las posiciones de poder; sin embargo, la llegada de una mujer a la presidencia no cambia la realidad de impunidad, violencia y corrupción de nuestro país. Por eso, desde el inicio de las campañas electorales, en La Cadera de Eva nos planteamos este escenario y nos cuestionamos cuáles serían los principales retos para la primera mujer que gobierne nuestro país.

Si bien reconocemos que la elección de una mujer presidenta simboliza un avance en la lucha por la igualdad de género, es ingenuo pensar que este hecho por sí mismo es capaz de reconfigurar un Estado de estructura y lógicas patriarcales. Sabemos que la presencia femenina en la política, e incluso que las mujeres en el poder se nombren feministas, no se traduce en la promoción de políticas que beneficien la igualdad de derechos. No olvidemos que, históricamente, las instituciones políticas han estado diseñadas para mantener el poder en manos de los poderosos (usualmente hombres) y perpetuar la subordinación de las mujeres y grupos marginalizados. 

La próxima presidenta de México se enfrentará a altas expectativas para abordar las demandas relacionadas con la desigualdad de género, la violencia contra las mujeres, y el acceso pleno a derechos, entre otras. Estas exigencias no son retos menores para dos candidatas presidenciales que carecen de una agenda que priorice la lucha contra la violencia estructural, sistémica y feminicida que viven las mujeres y las minorías en nuestro país. Candidatas que han decidido no pronunciar ni siquiera la palabra aborto al hablar de derechos reproductivos, porque les genera costes políticos. Candidatas que titubean a la hora de nombrarse feministas, pero que utilizan el movimiento como capital político para hacer guiños a las mujeres, obviando que lo hacen acompañadas de agresores.

En La Cadera de Eva no olvidamos que cuando Claudia Sheinbaum fue jefa de Gobierno en la Ciudad de México, las protestas feministas exigiendo un alto a los feminicidios y la revictimización de las autoridades, fueron reprimidas con un uso desproporcionado de la fuerza, incluyendo el uso de gases lacrimógenos. Además, Sheinbaum ha aceptado y se ha alineado con el discurso del presidente López Obrador al asegurar que las mujeres feministas son opositoras a la llamada “cuarta transformación”, priorizando el partidismo frente a los derechos de las mujeres.

Por otro lado, mantenemos la mirada crítica contra Xóchtil Gálvez, representante del PAN, un partido que históricamente ha tenido posturas contrarias a los derechos reproductivos y las diversidades sexuales. Tememos que su representación en el poder podría ser aprovechada para continuar avanzando posiciones que amenazan los derechos de las mujeres, de las diversidades, y de los grupos históricamente robados de sus derechos. 

Esta semana la cantante Vivir Quintana, a quien le debemos el himno de la Canción sin miedo, lanzó una dedicatoria poderosa que llama a que la próxima presidenta se asuma como compañera. Entre otras cosas, le pide a la próxima gobernante: “Que te duermas sin deberle la justicia / a las madres que ahora buscan por ahí /a sus hijas entre fosas clandestinas / que resista la esperanza de vivir”. 

Y es que la futura gobernante heredará un país cementerio atravesado por la herida de los feminicidios, de las familias buscadoras que no pararán hasta encontrar a sus hijos e hijas, de las personas migrantes violentadas e ignoradas por un sistema racista. Un país que abandona, asesina y desaparece a quienes solo buscan justicia, a quienes buscan vivir en paz.

Si bien tanto Claudia Sheinbaum como Xóchtil Gálvez se han comprometido con la creación de un Sistema Nacional de Cuidados, que redistribuiría la carga de cuidados que recae principalmente sobre las mujeres; así como algunas políticas públicas para reducir la violencia de género, varias organizaciones como la Red Nacional de Refugios (RNR), cuya función es atender a las mujeres y menores de edad víctimas de la violencia machista, han señalado que ambas tienen un profundo desconocimiento de la situación real que enfrentan las mujeres en el país y sus propuestas están faltas de claridad en su implementación.

Citan, por ejemplo, que Claudia Sheinbaum considera que el agresor debe salir de casa y la mujer quedarse en el domicilio con sus hijas e hijos para que no vayan a un refugio, desconociendo que, “cuando una mujer rompe la relación con el agresor, el nivel de peligrosidad aumenta al igual que cuando denuncia, resultando en muchos casos en ataques con ácido, violencia vicaria o en feminicidio”, dice la RNR.

Por otro lado, el Observatorio Nacional de Feminicidios (OCNF) nos recordó esta semana que en los últimos cinco años se han cometido 18 mil 469 asesinatos de mujeres en el país, y entre enero y diciembre de 2023 fueron asesinadas 3 mil 408 mujeres, pero solo en 827 casos se investigaron como feminicidio. Eso significa que en México, cada día son asesinadas 10 mujeres.

Por eso es que el OCNF recomienda que haya registros claros y precisos sobre la magnitud de las violencias graves contra las mujeres; que se desagreguen por sexo todos los delitos que reporta el SESNSP y que se desplieguen estrategias efectivas por parte de las autoridades federales, así como que se implemente una perspectiva de género en las investigaciones de los delitos contra las mujeres.  

Vivir Quintana hace una petición en su canción: “Compañera presidenta, sea quien seas, es preciso que te llames compañera”.

Desde La Cadera de Eva lanzamos una precisión. No necesitamos, presidenta, que seas compañera. Sabemos que la cultura política también está impregnada de sexismo y misoginia. De complicidades y pactos patriarcales que permiten que los agresores continúen en el poder. Pero sí necesitamos varias cosas de ti. 

Presidenta, necesitamos que no seas indolente ni indiferente con la realidad de la violencia que a diario enfrentan las mujeres, niñas y niños de este país. Que se garanticen el acceso a los anticonceptivos, a servicios de aborto gratuito y seguro y a educación sexual integral desde la infancia, la salud reproductiva debe ser una prioridad para mejorar la calidad de vida de las mujeres y asegurar que puedan tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y su salud.

Necesitamos programas que prioricen la autonomía económica de las mujeres, esencial para lograr la igualdad de género. Por ello, necesitamos que la próxima presidenta implemente políticas que promuevan el empoderamiento económico de las mujeres, facilitando su acceso a recursos económicos, educación y oportunidades laborales equitativas. 

Necesitamos políticas que mejoren la vida de todas las mujeres en los distintos ámbitos, y que se reconozcan las complejidades de un sistema clasista y racista que vulnera constantemente el derecho de las personas a vivir vidas libres de violencia.

Nosotras, desde la trinchera del periodismo, desde la trinchera del feminismo, continuaremos exigiendo a quien esté en el poder, desafiando la hegemonía patriarcal en la política y en el sistema. Celebramos que por primera vez en nuestra historia, a la presidencia llegue una mujer, porque la representación importa. 

Presidenta, no necesitamos que seas compañera, necesitamos tu compromiso como gobernanta con los derechos de todas, todes y todos.