La madrugada del sábado 15 de julio de 2023, la joven morada que significa “Justicia” (la llamada Antimonumenta) vio por primera vez, aunque todavía bajo un velo negro, a su vecina La Joven de Amajac. La lucha iniciada por el Frente Amplio de Mujeres que Luchan el 25 de septiembre de 2021, en plena pandemia por el virus del SARS-CoV-2, es una historia de éxito de diversas colectivas por la lucha del espacio público urbano.

Podemos remontarnos a octubre de 2020 -incluso años antes, pero fueron intentos infructuosos- cuando la estatua de Cristóbal Colón fue retirada, y se dijo que sería para limpiarla y restaurarla, sin embargo, poco tiempo después se afirmó y se luchó para que no regresara a Reforma; una de las avenidas más emblemáticas e históricas de la Ciudad de México.

En el contexto de la lucha por reivindicar a las comunidades indígenas de nuestro país y modificar la narrativa acerca del “Descubrimiento de América”, por uno de denuncia a las atrocidades cometidas en el marco de la Conquista, diversos colectivos, instituciones y autoridades locales y del país argumentaron que no podría regresar dicha estatua. Más tarde, se abogó por el argumento de las mujeres y el patriarcado.

La primera estatua que se planteó instalar era la de una mujer con rostro indígena llamada “Tlali”. Propuesta que venía de las autoridades capitalinas. Muy criticada y al poco tiempo, relegada al segundo plano al descubrirse en Veracruz una escultura de una mujer gobernante de la cultura huasteca.

La importancia de espacios como el de la avenida Reforma (gracias a sus esculturas y su carga simbólica), no tardó en ser aprehendida por los colectivos de personas y mujeres que luchan por una vida digna, segura y libre en México. Un documento de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, A.C. (CMDPDH) lo señala como: 

Reconocimiento a todas las mujeres que en medio de un país que ejerce violencia y un Estado cómplice, se han visto orilladas a tomar las calles y exigir justicia; a este espacio de lucha y resistencia la renombraron como ‘La Glorieta de las Mujeres que Luchan’. Entre las mujeres que resignificaron el espacio público se encuentran colectivas de mujeres buscadoras de personas desaparecidas, madres de víctimas de feminicidio, defensoras del agua y de la tierra, periodistas, sobrevivientes de violencias feminicidas, activistas y ciudadanas en general. 

El centro de la glorieta, después de un camino de setos y rosas, encima del pedestal de cantera rosa, un bloque macizo, histórico y pleno de relieves, emerge una pequeña figura en metal morado, sin rostro, que sostiene un brazo arriba en signo de lucha. Un círculo de vallas de metal negro rodea el monumento (al inicio colocadas para proteger la cantera rosa de los grafitis) donde con los años se han ido escribiendo nombres de mujeres desaparecidas, víctimas de feminicidio y de diversas ignominias. Desde ese momento, se dieron enormes controversias entre colectivos sociales y autoridades capitalinas sobre qué figura debería ocupar el enorme pedestal.

Foto: Alicia Márquez
Foto: Alicia Márquez

La irreverencia ganó

Decía Néstor García Canclini en su libro Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad que los monumentos son espacios y lugares abiertos a la dinámica urbana y también se actualizan a través de las irreverencias de los ciudadanos. Es justamente esta irreverencia la que logró mantener a La Glorieta de las Mujeres que Luchan y a su Antimonumenta en ese lugar.

Después de años de discusiones, argumentaciones, intercambios, el jueves 22 de junio, Martí Batres –recién estrenado jefe de gobierno de la Ciudad de México en sustitución de Claudia Sheinbaum– afirmó que la nueva escultura, la réplica de La Joven de Amajac (encontrada en Hidalgo Amajac, en el municipio de Álamo Temapache, Veracruz en enero de 2021) sería colocada a un costado de la Antimonumenta, en otra glorieta en la lateral de Reforma.

Ambas esculturas conviven ahora con los contrastes de la megalópolis. Al lado de ambas, se erigen algunas de las firmas más poderosas del capitalismo global pero también sobre las enormes aceras se han instalado varios monumentos de protesta por ejemplo en defensa de la migración o por la lucha de los 43 de Ayotzinapa.

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Y es que, como ya señalábamos en un texto de 2015 Maru Arias, Ana Buriano, Maru Chaoul y yo, cómo una sociedad recuerda, cómo lee las marcas urbanas de su pasado y se identifica o no con sus ancestros, qué tensiones y conflictos producen esos recuerdos, qué disputas se generan entre diversos grupos por dichos lugares y su significación, es un asunto en constante redefinición.

Inicia la convivencia de pasados y presentes. Veamos cómo continúa la disputa por lo simbólico. Qué futuros se inauguran. Por lo pronto, al menos en este terreno, queda claro que la figura de una niña, pequeña, morada, con la palabra justicia recorriendo su silueta logró ganar una batalla.

Foto: Alicia Márquez
Foto: Alicia Márquez