El primero de mayo se conmemora en casi todo el mundo el día de las y los trabajadores. Sin embargo, no siempre recordamos que se eligió ese día porque en 1886, un grupo de anarquistas inició una huelga en Chicago, Estados Unidos, para demandar mejores condiciones laborales. La huelga acabó en tragedia tres días después, siendo el origen de los llamados Mártires de Chicago. El primero de mayo es, entonces, una celebración de origen anarquista.
Dicho lo anterior, resulta fascinante que una maestra, poeta mexicana, también anarquista, haya nacido el mismo día, pero cuatro años antes. Felipa Velázquez Ozuna (a veces escrito como Osuna) nació en Mazatlán, Sinaloa, siendo hija de Modesto Velázquez y Manuela Ozuna, ambos campesinos. Se casó en 1905 con Canuto Arellano, con quien tuvo ocho hijos: Trinidad, Manuela, Ana María, Francisca, Felipe, Miguel, Soledad y Narciso. Desgraciadamente, enviudó en 1924, y se vio obligada a hacerse cargo de su familia. Decidió mudarse a Mexicali, donde, en palabras del historiador Gabriel Trujillo, se manifestó “un rasgo singular de su sensibilidad: su interés por la poesía y por el teatro”.
En Mexicali, Felipa se unió a organizaciones campesinas que buscaban defender la tierra de compañías como la Colorado River Company. Por ello, en mayo de 1930 fue detenida y enviada a la prisión de las Islas Marías con sus ocho hijos, donde fue sentenciada a siete meses. Cuando fue liberada regresó a Mazatlán, donde falleció en 1949 por una embolia cerebral a los 67 años.
La obra poética de Felipa
Gracias al trabajo de Rubén Trejo y su antología Las magonistas, he podido acceder a cuatro poemas escritos por Felipa, más otros cuatro textos en otros estilos. El primer poema, titulado Hacia la lucha, fue publicado en el periódico de corte anarquista Sagitario en diciembre de 1926. En este poema, Felipa explica sus razones para unirse a la lucha proletaria con determinación y fervor:
“Yo aborrezco la maldad,
Maldigo la tiranía
Amo la fraternidad,
Desprecio a la burguesía.”
Hacia la lucha es un poema que nombra a la sociedad mexicana de los 1920 como una basada en la explotación, en la que la burguesía explota a las y los obreros para su propio beneficio. Aunque en esas fechas se creía que, al haber triunfado la revolución constitucionalista, las condiciones de toda la población mexicana habían mejorado, el poema de Felipa nos demuestra que no fue así. Más adelante expresa lo siguiente:
“Pero como es mi deber
Seguirles iluminando,
Aunque es mi voz de mujer,
Sigo la idea predicando.
Porque falta esta ocasión
Sacudirnos el uso,
Que hacemos por votación
Cuando elegimos verdugo.”
Con ello, la poeta sinaloense nos expresa la poca confianza que tiene en el sistema electoral, un sistema del que además aun no podía formar parte por ser mujer. Y resulta curioso, de igual forma, como ella misma destaca su propia condición de mujer, pero como mujer que lucha y que busca inspirar a otras personas a que luchen también.
¡A ti mujer!, publicado en el periódico ¡Avante! en noviembre de 1928, sigue la temática del papel de las mujeres en las luchas por la libertad y deja en claro la postura anarquista de la autora:
“Lucha, pues, por tu emancipación;
Ser valiente, mujer, no te asombre,
Pues tus derechos como mujer
Eres libre también como el hombre.
Y defiende también tu deber,
Trae a tu hijo, a tu esposo, a tu hermano,
A estrecharlos en fraterno abrazo;
Y unidos en dulce armonía,
Formaremos un eterno lazo,
Donde asidos todos de la mano
Caminemos hacia la anarquía.”
¿Por qué recordar a Felipa?
Las mujeres hemos sido borradas e invisibilizadas en la historia, la ciencia, el arte. Nuestra presencia se ha difuminado, pero hemos logrado reencontrarnos y recuperarnos para reconstruir nuestra historia. Felipa Velázquez fue una de tantas mujeres que dedicaron su vida a luchar por la justicia social y por los derechos de las mujeres. Los poemas de Felipa son rebeldes, llenos de amor por la humanidad y fuego combativo, capaces de inspirarnos casi 100 años después:
“¡Rebélate!, pueblo amado,
A abolir las tiranías
Sabes que estoy a tu lado,
Que tus penas son las mías.”
La obra de Felipa nos recuerda que no solo se lucha con pistolas y fusiles, sino también con nuestras palabras. La poesía, como cualquier expresión artística, puede ser un arma igual de poderosa.
Este texto lo escribí para que, con suerte, el primero de mayo recordemos no solamente los orígenes de la conmemoración, sino también para recordad a una poeta anarquista sinaloense que se atrevió a luchar con sus manos, su cuerpo y su palabra.