El día de la madre en México, 10 de mayo, se celebra con mucha algarabía. Es una celebración que se extiende en distintos sectores de la sociedad y que comúnmente exalta a las mujeres que son madres, incluso, dándoles una categoría de mayor importancia en comparación con las mujeres que no ejercen una maternidad biológica.

Esta celebración se instauró en México a partir de 1922 por iniciativa de grupos conservadores, en respuesta a los logros de la movilización de grupos feministas que hablaban abiertamente ya del aborto como uno de los estandartes del movimiento.

El movimiento social de amplio espectro que pugna por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, el feminismo o los feminismos, ha reconocido como una parte fundamental del bienestar de las mujeres a los derechos reproductivos, en donde, por supuesto, cabe el ejercicio pleno de las maternidades y maternajes. Resaltamos que el feminismo no está peleado con la maternidad, pero cuestiona qué tipo de maternidad se reconoce y avala socialmente.

¿A qué nos referimos con maternidades y maternajes

El reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos incluye la libre decisión de las personas de cuándo, cómo y con quién se desea procrear y cuidar a otro ser humano, por lo que la maternidad es parte de estos derechos.

Las mujeres han tomado decisiones diversas respecto a su maternidad, roles distintos a los mandatos originales que emanan de la tradición o la norma de una sociedad patriarcal, aunque históricamente se ha reconocido, se ha exaltado un tipo-estilo, un rol y estereotipo de madre. Esta debe de ser entregada, sumisa, abnegada, sacrificada, imágenes extendidas a partir de relatos religiosos y culturales predominantes.

Al hablar de maternidades, ubicamos estas realidades diversas que encontramos en la sociedad, en el ejercicio de la maternidad, en el que también queremos ubicar, de una manera interseccional, a las mujeres según su pertenencia a raza, etnia, religión, clase social, entre otras realidades que determina el tipo de maternidad que llevan a cabo.

En cuanto a maternajes, ubicamos a otras identidades fuera del estereotipo de la maternidad tradicional, es decir, la biológica. Reconocemos que también existen otras maneras de vivir la maternidad.

Las madres que han elegido el camino de la adopción. Las mujeres que cuidan a niños y niñas, ya sea por un vínculo sanguíneo o de reciprocidad afectiva.

Los madrinazgos, entre otro tipo de relaciones, en donde se ejercen labores de cuidado y acompañamiento a las infancias, denominando así, las acciones de maternaje.

Como podemos ver, las maternidades y los maternajes son funciones que ejercen las mujeres, no siempre resultando quehaceres satisfactorios. También resulta sumamente complejo el poder desarrollar estas funciones, disfrutando de las mismas. En la vida cotidiana, las mujeres en general se enfrentan a una sobrecarga de trabajo de cuidados en los hogares, que por supuesto no son reconocidos y por lo mismo no son repartidos entre las demás personas que integran las familias.

Aunado a esto, el trabajo fuera de casa —en este sistema capitalista— generalmente se presenta con horarios completos, incompatibles con la posibilidad de dedicar tiempo suficiente al acompañamiento de las hijas e hijos. Lo anterior deriva en múltiples problemáticas que enfrentan las familias, sobre todo en los aspectos económico y emocional.

Por lo que es importante desromantizar la idea, las figuras comunes de las madres en México, para poder entender en su justa dimensión todos los retos que enfrentan las mujeres al maternar, con la mira en formar sociedades con un compromiso comunitario para apoyar las labores de cuidados que, en muchas ocasiones, las mujeres enfrentan de manera extenuante, misma que deteriora su salud y calidad de vida.

Para ello, resaltamos la importancia de cuestionar qué tanto apoyan el Estado y sus diferentes órdenes de gobierno, las decisiones de las mujeres acerca de su maternidad. Qué tanto proveen de instituciones de salud y de cuidado a las infancias para que las madres puedan trabajar y desarrollarse profesionalmente, a la par de que cuidan a sus hijos e hijas.

Invitamos a cuestionar todas y cada una de las celebraciones en nuestra sociedad, en nuestro entorno cultural, que conlleva a la preservación de ideas e identidades opresoras y oprimidas. 

*Sobre las autoras:

Luz Galindo

Actualmente, docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).

Tania Meléndez

Socióloga, maestra y candidata a doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: sociología de la familia, sociología de la religión, perspectiva de género, cambio social y cultura.