Esta semana Verónica de la Rosa, madre del tiktoker Derek Trejo, fue encontrada sin vida en el cuarto de un hotel en la alcaldía Azcapotzalco. La confirmación de su muerte se dio horas después de que su hijo anunciara en redes sociales que su mamá estaba desaparecida y que podría tratarse de un secuestro. 

La noticia se hizo viral sobre todo después de que el usuario @c4jimenez en X compartió fotos del feminicidio de Verónica. El post alcanzó 16 mil me gusta y mil retuits. Alimentados por el morbo y falta de empatía, muchos usuarios de la red social dieron hilo a una narrativa estigmatizante contra la víctima, cuestionando sus motivos para estar un hotel y lanzando comentarios revictimizantes y violentos contra ella por su edad, su género y sexo.

Las fotos compartidas por Carlos Jímenez, quien se describe en redes sociales como un “reportero, con una vida INCREIBLE” y que en su cuenta de X es “famoso” por compartir imágenes de crímenes —como el feminicidio de Verónica— que le son filtradas por las autoridades capitalinas, mismas que son reproducidas cientos de veces en distintas redes sociales. Los medios de comunicación también retoman estas imágenes y recurren a este tipo de contenido buscando atraer audiencia a expensas de la dignidad de las víctimas, usualmente mujeres, y de las familias.

Como sucede con muchos de los casos de feminicidio que se dan en este país, el foco se centró principalmente en cuestionar las acciones de la víctima y en alimentar el sensacionalismo sobre su muerte. No en el agresor, ni en la impunidad que permite que cualquier mujer pueda ser asesinada en el cuarto de un hotel y prácticamente en cualquier espacio público o privado sin que nadie haga nada al respecto. El detalle de la ubicación no es menor, pues la idea de que una mujer “mayor” ejerza su sexualidad de forma gozosa y libre desató entre los usuarios comentarios misóginos y sexistas.

Los medios de comunicación, por su parte, difundieron la noticia del feminicidio de Verónica con titulares como “Difunden FOTOS del presunto responsable de la muerte de Verónica de la Rosa, madre del influencer Derek Trejo”; “VIDEO: Derek Trejo llora en vivo y 'limpia' el nombre de su mamá.. ¡Era intachable!” o “Derek Trejo habla de la muerte de su mamá: 'Nadie sabe lo que pasó, solo ella se lo llevó'”. Nuevamente, en la cobertura de la violencia feminicida muchos medios se impulsan en el sensacionalismo. Estas narrativas también perpetúan el ciclo de violencia, quitando el foco de los agresores, eximiéndoles de su responsabilidad, y dificultando que las víctimas reciban justica.

La Ley Ingrid, un paquete de legislación creado para proteger la dignidad y la privacidad de las víctimas de delitos, particularmente en casos de feminicidio fue promulgada en respuesta al caso de Ingrid Escamilla, asesinada en febrero de 2020. Su asesinato generó gran indignación en el país debido a la filtración y publicación de imágenes explícitas de su cuerpo en medios de comunicación y redes sociales.

Desde La Cadera de Eva hacemos un llamado a medios de comunicación a recordar que la difusión de estas imágenes no solo afecta a la víctima, sino que también revictimiza a sus familiares y amigos, quienes deben enfrentar el trauma adicional de ver a su ser querido expuesto públicamente, como en el caso de Verónica y de las cientos de mujeres que son asesinadas y que su muerte alimenta el morbo de quienes consumen la famosa nota roja, donde el asesinato de las mujeres se convierte en un simple espectáculo mediático. La explotación de imágenes y narrativas de violencia feminicida, como suelen hacer usuarios como @c4jimenez ahonda la violencia de género y deshumaniza a las víctimas.

Es nuestra obligación como medios de comunicación recordar que el enfoque en la cobertura de feminicidios debe estar en la denuncia de la violencia y en la búsqueda de justicia, no en la exposición gráfica de la tragedia. 

La lucha contra esta violencia feminicida requiere tanto de políticas públicas efectivas como de una cobertura mediática que sensibilice, eduque y movilice a la sociedad hacia el cambio, pues al centrarse en el morbo y el espectáculo mediático, se pierde la oportunidad de generar un debate sobre las causas estructurales y soluciones del feminicidio. En lugar de movilizar a la sociedad para exigir cambios, estas imágenes pueden generar apatía y resignación.

Es esencial que los medios abordemos estos temas con la seriedad y el respeto que merecen, sin recurrir a imágenes que puedan banalizar el sufrimiento de las víctimas, en un país donde la violencia feminicida le arrebata la vida a diario a 10 mujeres en promedio.

Como en cada feminicidio que se banaliza, en espacios como este seguiremos recordando y promoviendo narrativas con perspectiva de género, hasta que la dignidad llegue a los titulares.